sábado, 15 de diciembre de 2018

Yo, el Supremo Vizcarra


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El barco del Perú se hunde mientras el presidente Vizcarra se dedica al show todos los días. Las cifras del país al final del año son todas malas, salvo las de popularidad del presidente, quien sigue navegando en medio del clamor popular, gracias en parte al servilismo de una prensa prostituta. Podemos decir que Vizcarra es un inepto como gestor, pero es todo un éxito como showman. 

Pocho Rospigliosi tuvo muchos años un exitoso programa dominical de día entero en la TV, con la fórmula mágica de "darle a la gente lo que a la gente le gusta", que eran los goles de Cubillas. Ahora Vizcarra usa la misma fórmula: le da a la gente lo que le gusta: antifujimorismo. guerra contra el Congreso, ataque a los congresistas y a la clase política. Es decir, Vizcarra ha armado su circo romano con el apoyo de los medios sumisos a su poder, y no debería sorprendernos ya si uno de estos días pone a Keiko atada en un poste en medio de la Plaza de Armas, para que la gente la lapide. Sin duda su popularidad sería mayor.

A eso se ha reducido el Perú de Vizcarra: a un circo romano. Su estilo es propio de una dictadura: controla los medios más importantes, arrasa con la oposición y humilla al Congreso amenazando cerrarlo, tiene apoyo de las masas, la izquierda lo asesora y le presta sus influencias en las instituciones mediante sus ONG, gobierna al margen de la clase política, incluso de sus propios congresistas, etc. Al final vemos que no tenemos un gobierno sino una promotora de espectáculos. Cada idea y propuesta que sale del gobierno es un golpe al Congreso y a los políticos, lo que la gente ignorante interpreta como "al fin se está luchando contra la corrupción". Eso es lo que a a la gente le gusta y eso es lo único que el gobierno les da.

Si alguien pensó que con el referendum Vizcarra tendría suficiente, se equivocó. El show debe continuar y a mitad de semana dio un inesperado mensaje a la Nación anunciando más de lo mismo: seguir luchando contra la corrupción, que traducido en términos prácticos es seguir con el mismo show contra el Congreso. Dijo que no va a esperar que el Congreso haga su trabajo y lo va a hacer él mismo. Es más, Vizcarra ya tiene lista la ley de la Junta Nacional de Justicia, y simplemente le ordenará al Congreso que lo apruebe sin cambiarle una coma, porque sino estarían desvirtuando su lucha contra la corrupción. En otras palabras, Vizcarra le ha anunciado al país que usurpará las funciones del Congreso y nadie ha dicho nada. 

Otra gracia del gobierno para agradar al populacho es la propuesta de eliminar la inmunidad parlamentaria. Así son todas las propuestas del gobierno: palo a la piñata del Congreso. Mientras tanto el país se sigue hundiendo. El desempleo amenaza y la reforma laboral retrocede. El ministro de Economía salió vapuleado solo por mencionarlo. Ahora dice compungido que no se tocarán los "derechos laborales" ni con el pétalo de una flor. Entonces eso quiere decir que no habrá ninguna reforma laboral, porque si no quieren chocar con la vaca sagrada, causante del deterioro laboral, no va a pasar nada.

Cada vez que alguien habla de reforma laboral, siempre los arrinconan con la misma estrategia: ¿tocará a la vaca sagrada de los derechos laborales? Entonces le arman un escandalete en la prensa y acaban retrocediendo. Y en un gobierno que está haciendo los mayores esfuerzos por caerle bien a la gente con toda clase de piruetas de circo y chistes baratos, sería impensable que un ministro haga una reforma que vaya en sentido opuesto. Así que adiós reforma laboral. Seguirán adorando a su vaca sagrada de los derechos laborales mientras la informalidad laboral y el subempleo crecen.

Ahora bien, lo lamentable no es solamente que un cómico ambulante se haya trepado al poder y empiece a ganarse las simpatías del populacho con malabares de circo pobre, chistes viejos y tortazos en la cara de los congresistas. Lo más triste es que no tengamos una clase política a la altura de las circunstancias y le salga al frente a este payaso, y a toda su corte de adulones. Ya ni qué decir de una prensa basura, incapaz de criticar al poder que les da de comer. El Congreso es solo un adorno republicano inútil. Los congresistas son una muy buena muestra de lo que es el Perú: ignorantes, informales, sinvergüenzas, mediocres, aprovechados y sin ideas genuinas. La gente los odia tal vez porque ven en el Congreso al espejo del país. 

Esto es lo que hay. Tenemos a un nuevo Pachakuti, que como Toledo y luego Ollanta, se alza nuevamente con pose de salvador de la patria y nuevo mesías. De estos payasos estamos hasta el cogote pero siguen apareciendo y, lo peor de todo, es que la gente los sigue idolatrando. No tenemos remedio.

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