domingo, 30 de diciembre de 2018

2018: el año de la debacle peruana


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Cuando PPK decidió llamar al 2018 "año del dialogo y la reconciliación nacional" seguramente no se imaginó que tendríamos exactamente todo lo contrario. Entonces estaba desesperado para salvarse de la vacancia, acababa de firmar el indulto de Fujimori y sabía que se le vendrían encima todos los pabellones del manicomio de izquierdas, incluyendo sus marchitas de zombis. 

De hecho, la izquierda desempolvó sus pancartas para reanudar su campaña de odio a Fujimori. Se fueron corriendo a la CIDH a pedir la anulación del indulto. La corte dejó todo en manos de la justicia peruana, y esta, presionada por las ONG de izquierda y el show de los familiares de los terroristas, anuló el indulto. 

En el otro frente, el odio tampoco descansaba en paz, y promovieron los recursos legales para hacer posible la demolición del "mausoleo" (en realidad un modesto pabellón de 10 nichos) de los terroristas de El Frontón en un cementerio de Comas, que es más un cerro de tierra y polvo en un lugar olvidado de la ciudad. Eso no fue más que una pura obsesión y ganas de joder. 

Como ven, en el Perú nada está más lejos que el olvido y el perdón. Pero si esto es producto de las profundas heridas dejadas por la época de terror desatada por la izquierda durante 17 años de nuestra historia, lo demás fue obra del nuevo presidente accidental del Perú, Martín Vizcarra, y de un oscuro personaje que alcanzó fama internacional logrando apresar a Keiko Fujimori.

Todo lo que la gente sabe es lo que ve en la TV, escucha en la radio y lee en los diarios. De allí lo importante que es capturar los medios de comunicación. El control de los medios garantiza el control de las masas. Lo que la gente cree y siente depende de los titulares y portadas del día. Nunca en la historia del Perú hemos tenido una prensa tan sesgada al servicio del poder de turno, como el que hemos visto este año. La prensa se ha prostituido al poder formal e informal. Es decir, ante el gobierno central y ante los poderes fácticos, o sea, la mafia caviar.

Definitivamente este ha sido el año de la prensa mermelera. Luego de la Ley Mulder que prohibía la publicidad estatal en medios privados, aparecieron solícitos defensores de la prensa mermelera para presentar recursos ante el TC, logrando anular una la ley con argucias y paparruchadas retóricas. Hoy la publicidad del Estado en la prensa es escandalosa y sin control de ninguna clase.

Gran parte del año se ha desperdiciado en un estéril enfrentamiento entre Vizcarra y el Congreso. Lo de estéril es para el Perú, porque para Vizcarra ha significado subir a las alturas en las encuestas. El truco fue apelar al populismo barato, un recurso que siempre rinde frutos, especialmente cuando se cuenta con facilidades para llegar a las masas y venderles historietas en vez de realidades. Algo que Vizcarra pudo hacer gracias al control de la prensa.

De esta manera Vizcarra y los medios le contaron a las masas ignorantes la historia del súper héroe Vizcarra, un luchador contra la corrupción instalada en el Congreso. Específicamente en Fuerza popular y el Apra, los malos de la película. De este modo el súper héroe Vizcarra se enfrentaba contra los malvados Alan y Keiko. El Perú se convirtió en un circo romano. El espectáculo más aplaudido de Vizcarra fue su referendum. Un mamarracho sin sentido que solo tenía por objetivo atizar más los odios de la población contra el Congreso. 

Pero pronto Batman Vizcarra tendría su Robin, un modesto fiscal de nombre José Domingo Pérez, quien surgió de la nada pidiendo prisión preventiva contra la malvada Keiko Fujimori. Esto ya parecía un ring de Catchascán, donde pelean dos contra dos, mientras los medios mermeleros narran la contienda celebrando cada contrasuelazo de los malos.El show transmitido en vivo para ver cómo meten presa a Keiko superó todos los records de audiencia. Ni la telenovela más exitosa había tenido tanto rating como la audiencia donde el fiscal Perez pedía prisión para Keiko.

Quince años de adoctrinamiento en el odio gratuito a Keiko rindieron sus frutos. En una escena digna de la peor película de ciencia ficción, masas exaltadas celebraban la prisión de Keiko como si se tratara del enemigo público número uno. En el colmo de la ignorancia mucha gente confundía la abusiva prisión preventiva con "justicia". Delirantes exclamaciones se leían en las redes: "al fin se ha hecho justicia", "por fin están castigando a los corruptos", decían algunos periodistas en sus cuentas de Twitter. 

En el 2018 descubrimos que los partidos políticos podían ser "organizaciones criminales" por tener una estructura jerárquica, que las donaciones de campaña pueden ser "lavado de activo", que se pueden encarcelar a las personas por 36 meses solo para que el fiscal investigue cómodamente, a ver si le encuentra algo para denunciar. Todo lo que se ha visto a cargo del fiscal José Domingo Pérez no pasa de ser más que un show montado para las masas incultas. A ojos de todos los especialistas en materia jurídica y penal, su recurso es un sinsentido, un abuso y una exageración. 

Pero para las masas incultas José Domingo Pérez es el héroe nacional. Incluso ha opacado al presidente Vizcarra, quien después de su farsa de referendum, tuvo que salir todos los días a repetirle a las masas que era el hombre de la "lucha contra la corrupción". Por ahora no parece haber más show pero algo se les ocurrirá porque la gente quiere más circo romano.

Entre tanto circo y show el Perú sigue empeorando su situación. Vizcarra ha demostrado ser un cero a la izquierda en la conducción del país. Tiene un gabinete de improvisados sin oficio, que incluso se quedó sin cuatro ministros por varias semanas. Si no es por la presión de ciertos sectores críticos, parecía que Vizcarra no tenía apuro de nombrar a los reemplazos en esos ministerios. Reformas, que se diga reformas, no hay ninguna a la vista. La tan mentada reforma laboral fue solo un discurso en el CADE, pero de regreso a Lima los caviares pusieron a Vizcarra contra la pared y lo hicieron desistir. 


Como vemos, el 2018 ha sido el años del show, el circo y el psicosocial a cargo de dos payasos recién llegados al escenario político. El país sigue detenido mientras entretienen a las masas con la telenovela "luchando contra los corruptos", una vieja saga que ya lleva 18 años en cartelera, pero que sigue deleitando a los incautos. Este año han aparecido dos nuevos actores, aunque repiten el mismo libreto. Sin embargo, la historia le encanta al pueblo. Lo más seguro es que seguirán votando por los nuevos corruptos que van llegando, mientras les hace seguir odiando a Alan y Keiko.

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