domingo, 9 de diciembre de 2018

La democracia en crisis


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Hoy los peruanos tendrán que salir obligados a votar, una vez más, para ratificar o no los cambios a la Constitución propuestos por el gobierno, y que ya el Congreso ratificó bajo amenaza. No sé si son capaces de percibir con facilidad el absurdo de toda esta farsa. Lo voy a explicar.

En primer lugar, quien tiene la potestad para cambiar la Constitución es el Congreso. No el gobierno. Pero como acá todo el mundo hace lo que le viene en gana, el gobierno de Vizcarra perpetró unos cambios a la Constitución, animado por la exaltación popular contra el Congreso y los jueces corruptos. Esto fue apenas la cereza del pastel preparado por los medios durante los últimos dos años de guerra sin cuartel contra el Congreso, particularmente contra el fujimorismo. 

Vizcarra aprovechó el descontento popular para capitalizarlo a su favor con una pose populista. Los cambios a la Constitución que propone Vizcarra son reformas baratas. Ni siquiera ha concedido el tiempo necesario para un debate sensato. Peor aun, no ha permitido que se cambien sus reformas. Al más puro estilo de un dictador caribeño Vizcarra conminó al Congreso a aprobar sus reformas tal como estaban, y en un plazo perentorio. Y para dorar la píldora, exigió que dichos cambios sean sometidos a referendum. Es decir, pasó por encima del Congreso.

Si alguien niega que estamos en una dictadura, después de ver el espectáculo patético de Vizcarra sometiendo al Congreso a sus caprichos, entonces no sabe lo que es una democracia. Por desgracia el Congreso se sometió mansa y vergonzosamente. Bailaron al ritmo del dictador. Apenas se atrevieron a cambiar levemente una de las reformas, lo que motivó las iras del dictador quien luego salió a gruñir exigiendo a la población rechazar esa modificación insolente. De este modo el dictador plasmó la fórmula que el populacho borreguil tendría que marcar para complacerlo: "si, si, si, no".

Desde luego que la farsa electoral de hoy no nos convierte en democracia. Estamos sometidos a los dictados de un patán en el gobierno, que ha pasado por encima del Congreso y mellado sus facultades constitucionales. Que los congresistas se hayan sometido a esa humillación no cambia nada. Esto es una dictadura y punto. Una dictadura populachera amparada en las masas idiotas.

El primer requisito de una dictadura es controlar la prensa. Y la prensa en el Perú está controlada por el gobierno. Los más importantes medios de prensa, radio y TV se han prostituido al gobierno gracias a la publicidad estatal que les da de comer. Con los medios a su disposición, montar un psicosocial es muy simple: solo tienen que repetirle todos los días a la gente quiénes son los malos. Portadas y titulares diarios atacando a los mismos de siempre. Reportajes dominicales dirigidos a los mismos. 

Si además, el gobierno puede manejar instituciones como la Fiscalía de la Nación, o parte de ella, directa o indirectamente, a través de aliados con los que comparte intereses políticos, la cosa es aun más fácil. Se arma el circo de las cacerías fiscales contra tus enemigos políticos, todo transmitido en vivo por la prensa mermelera. Los cargos no son relevantes. Cualquier cosa sirve porque no es un juicio sino solo un pedido de prisión preventiva, pero basta y sobra para encandilar a las masas hambrientas que se deleitan en el circo romano y aúllan cada vez que ven a alguien en la cárcel. 

El ambiente está preparado para que el dictador aparezca en escena con su espada desenvainada y jure solemnemente defender al pueblo de los malos y corruptos. Es coronado por las masas idiotas como el nuevo mesías, mientras el dictador se coloca el disfraz de súper héroe luchador contra los corruptos. Al día siguiente hace su mamarracho de reforma constitucional, arrasa con el Congreso y después obliga a las masas a marcar como él quiere. Y las masas idiotas acatarán.

No hay ninguna duda de que la fórmula de Vizcarra no solo ganará en este referendum, sino que arrasará. Con lo cual, el dictador tendrá su plebiscito ganado y sentirá que ya es un presidente electo. ¿Qué viene después? Lo veremos. Por lo pronto, las masas idiotas tendrán que darse cuenta poco a poco que el referendum no ha cambiado nada el escenario político ni va a eliminar la corrupción. Tarde o temprano tendrán que darse cuenta que les han vendido una ilusión. Pero no importa. Lo más seguro es que seguirán vitoreando a su dictador y le pedirán más. Y el dictador les dará más.

Lo que viene después sin duda es más show, más espectáculo político, más cacerías de brujas. Todo eso mientras la realidad del país se deteriora. Estamos caminando como el cangrejo hacia atrás. Lentamente vamos creando las condiciones del caos que reinaba en los 80: el Estado crece sin control, el gasto público aumenta sin criterio, el déficit es mayor a pesar del aumento de impuestos. Las condiciones laborales no mejoran, la economía se deteriora y afecta los fondos de las AFP. Pero mientras haya circo político alimentado por la prensa prostituta, las masas idiotas seguirán felices y pidiendo más. 

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