lunes, 19 de agosto de 2013

Esbozos de una geoestrategia (1)


Por Felipe Cortijo

Me contaban algunos amigos -cercanos al antiguo circulo de los halcones chilenos- que si bien es cierto que en ese país las élites políticas disentían en cuanto a las formas de gobierno, la derecha y la izquierda una vez que dirimían quién conducía el destino de esa nación, tenían la clara conciencia de sus responsabilidades, y no se prestaba a duda, sobre lo que siempre tuvieron que hacer. Prueba de esto era que en el gobierno chileno, la remuneración por un cargo público diferia enormemente con Perú. Un congresista peruano recibe sueldo, dietas, comisiones y una serie de prebendas con dádivas que ruborizarían a un chileno, pues un congresista de ese país del sur, recibia una sola remuneración que no pasaba de los tres mil dólares. Esta diferencia es algo francamente inmoral, y no se diga de las presidencias regionales en el Perú, no hay control en ese escandaloso dispendio de las arcas públicas en las “regiones”. Modelo político administrativo heredado de Alejandro Toledo.

Esto no es más que una prueba palpable de nuestra pobre preparación -si es que hubiese alguna- para asumir con seriedad las responsabilidades de un cargo público. Pareciera que el pragmatismo es confundido con el oportunismo, lo relevante con lo improvisado y lo meritorio con el simple arribismo. Finalmente nos contentamos con una serie de requisitos minimos para poder acceder a la función pública, por increíble que parezca, en el caso de las funciones más altas y dependientes de una votación popular, ni siquiera es necesario saber escribir bien el idioma castellano.

En Chile existe una clara conciencia de lo que se quiere hacer, hay mística como país, no necesitan de un logo que diga “nacionalista” para sentirse patriotas. Ellos saben que heredaron un territorio en la peores condiciones, y en algunas partes lo han convertido casi en un paraíso natural. Cuentan con acceso por hermosas carreteras, aeropuertos o puertos, diferencia que cualquiera puede constatar visitando esa parte del mundo.

Aquí en Perú aun no cobramos conciencia de nuestros deberes, envueltos ellos en una serie de compromisos adquiridos, de una u otra forma, con negocios privados etc. Piñera renunció a la dirección de sus negocios una vez que fue elegido presidente. Aquí mezclamos los compromisos publicos con las pozas de maceración de coca, con cocaleros, y con testaferros de algún cartel que hacen las veces de “asesores” de congresistas para integrar la Comisión que maneja toda la información clasificada del país. Hasta aquí llegamos. Es necesario y urgente, redefinir nuestra actitud en el servicio del sector público, y lo primero que se debería hacer es cortar la parte podrida. Empezemos por el factor económico-laboral. La Ley de Servicio Civil debería alcanzar a las altas esferas del gobierno, empezando por el Congreso, reasignando una escala remunerativa fija de alto nivel.

Que la postulación a un puesto político no signifique nunca más un negocio particular. Sólo así nos daremos cuenta que servimos al país por amor a la patria, y empezaremos a ser concientes de lo que nos debe significar el nombre de ella, el Perú.

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