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domingo, 3 de marzo de 2019

Los pecados de San Lescano


La política peruana se ha visto remecida una vez más por un escándalo sexual. Lo novedoso de esta ocasión es que el sucio acosador resultó ser uno de los más esforzados predicadores de la moral, uno de los más conspicuos charlatanes contra la corrupción, un personaje que sin tener luces ni mérito alguno, supo encandilar a los medios y a las masas con su floro de plazuela, siempre trepado en el corso de los indignados con poses de moralista, vociferando a voz en cuello contra los corruptos, mientras los señalaba con el dedo. Obviamente, para variar, se trata de uno de los más furibundos y rabiosos integrantes de la jauría antifujimorista y antiaprista del Congreso.

Yonhy Lescano es un personaje de fábula. Un indigente intelectual y político cuyo único mérito es ser el que más grita y el que más acusa al fujimorismo y al Apra. Solo por eso resulta siendo uno de los engreídos de la prensa, pues siempre tiene algo que decir en los pasillos del Congreso. Lo más gracioso de este sujeto es que se siente presidenciable y pretende quitarle a Alfredo Barrenechea la candidatura presidencial del 2021. Eso ya sería el colmo en un país que ha sido gobernado por sujetos de la misma calaña, como Toledo, Humala y Vizcarra, bufones baratos que apelaron al disfraz de luchador anti corrupción para engatusar a las masas estúpidas y erigirse como líderes.

Las evidencias contra Lescano son contundentes. Extractos de un chat asqueroso donde el congresista se dirige a una periodista de manera vulgar. Está probado que salieron de su celular. Pero el cobarde ha apelado a todas las tretas de una rata asustada para eludir su culpa. Primero pretendió culpar a su personal de seguridad, con el cuento de que ellos habían manipulado su celular. Obviamente estos efectivos negaron toda responsabilidad y se retiraron de sus funciones indignados. El cobarde llegó al extremo de decir una estupidez como "¿para qué necesito acosar si tengo esposa?". 

Por último, al verse acorralado por las evidencias, el bufón ha salido con su disfraz de luchador anticorrupción a culpar a la "mafia" de querer sacarlo del Congreso, según dice, porque él es uno de los más duros acusadores de los mafiosos. Bueno, en realidad, es todo lo que hace este payaso. Vive del show y de la pose anti corrupción, siempre señalando al fujimorismo y al Apra. Se sumó a la sucia campaña contra Chávarry porque eso le da réditos políticos. En realidad Lescano es un luchador por su propia imagen. No le interesa más. No tiene bandera política. Se pasó de las filas de Toledo a las de Acción Popular para poder postular por Puno.

Lo sorprendente es que Lescano se haya hecho una imagen política sin tener ideas políticas. En un país donde la política se ha convertido en circo anti corrupción, personajes como Lescano empiezan a abundar. No en vano hemos tenido los presidentes mencionados, pues todos ellos surgieron de campañas anti corrupción, financiados por la corrupción, como fueron los casos de Toledo y Humala, a los que podemos añadir a Susana Villarán. Todos ellos farsantes de la moral.

De modo que no podemos menos que festejar que este farsante de Yonhy Lescano haya sido pillado en falta y esté con un paso al desafuero. Sería lo que corresponde, si es que hay una verdadera intención de limpiar la política de corruptos, pero también de farsantes. Y claro que deberían echar ya a Mamani, quien en un video alardeó de su mano "zas" haciendo alusión a la metida de mano que le dio a una aeromoza. Si hay gente que duda de la palabra de la víctima, no deberían dudar ya de la palabra del mismo Mamani. Hay que limpiar la política de toda clase de impresentables. Esperemos que más rápido que pronto expulsen a ese impresentable bufón de Lescano.

martes, 3 de abril de 2018

La solidaridad. Una lección para Lescano.


Por: Erick Yonatan Flores Serrano
       Coordinador General - Instituto Amagi

La solidaridad con el prójimo siempre ha sido considerada una de las virtudes más elevadas que el ser humano puede llegar a desarrollar en su vida social. Al menos a priori y sin ánimos de polémica en términos de filosofía moral, creo que nadie podría estar en contra de la solidaridad. ¿O podemos pensar en alguna circunstancia en la que la solidaridad deje de ser una virtud y se convierta en un vicio? Pues como no podría ser de otro modo, nuestra “muy ilustre” clase dirigente se ha encargado de demostrarnos que las virtudes de la humanidad siempre se pervierten en la política.

El parlamentario de Acción Popular, Yonhy Lescano, ha presentado un proyecto de ley que -de aprobarse en el Congreso- significaría que el trabajo que realizan las amas de casa sería remunerado con el 70% del salario mínimo, siendo S/. 651.00, el monto que cobraría cada ama de casa que no tenga vínculo laboral con alguna entidad pública y/o privada. Además de esto, dicha medida también contempla una “compensación solidaria de jubilación”, que equivale al 50% de la pensión mínima establecida según el sistema nacional de pensiones. Detalles más, detalles menos, esta iniciativa legislativa se ha ganado el respaldo de una gran cantidad de personas por considerarlo una muestra de “solidaridad” con las amas de casa.

Dicho esto, son dos las razones por las que cualquier persona sensata tendría que oponerse a este proyecto de ley. En primer lugar debemos comprender que queremos ser solidarios y ayudar a los que menos tienen, sólo tenemos dos opciones: o ayudamos con nuestro dinero o -a través del Estado- con el dinero de los demás. En segundo lugar y siguiendo la idea anterior, de la misma forma en que no consideramos solidario y virtuoso al ladrón que asalta un banco y dona parte del dinero robado a la caridad, no podemos considerar solidario y virtuoso al congresista que, usando el monopolio de la violencia [Estado], le quita el dinero a unos para dárselo a otros.

La solidaridad no puede nacer de un acto violento, la solidaridad sólo puede ser una virtud si aflora en forma natural en el ser humano. Bastiat, uno de los pocos ilustrados que Francia le ha regalado al mundo, decía que la solidaridad es espontánea o no lo es, decretarla era aniquilarla; y lo que estamos presenciando con este proyecto de ley no sólo se trata de ignorancia en el sentido económico, porque se pasa por alto el costo que implica financiar todo esto; sino que estamos ante una manifestación de populismo y demagogia, la acción política en su más básica expresión.

Y por más que la clase política se esfuerce por vestir el traje de la justicia y trate de venderse como la encarnación de los ángeles en la tierra, la verdad es que existe una diferencia sustancial entre la solidaridad que nace en las personas de forma espontánea, y la “solidaridad” que recubre las intenciones de personajes como Lescano, que sabiendo bien que el costo de las locuras que se proponen en el congreso lo tiene que asumir el resto de la sociedad, se empeña en seguir en el camino más cómodo porque para estas personas, no hay nada más fácil y placentero que hacer “el bien” con billetera ajena. Lo que tenemos que comprender como sociedad, es que la acción política nada tiene que ver con la solidaridad, se trata de una contradicción en los términos porque una virtud jamás puede nacer en medio de la política, una virtud jamás puede nacer en medio de la inmoralidad.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Pornografía legislativa



Por: Richard Campos Villalobos

Resulta penoso comprobar que nuestro Congreso está rebosante de estatistas de medio pelo, de esos del montón que todavía creen que el Estado debe ser nuestro padre protector, único proveedor y gran benefactor de la sociedad, el que debe velar por la justicia social, la moral y los derechos, cualquier cosa que sea todo eso. Provoca risa que Yonhy Lescano use su escaño parlamentario para proponer sus mamarrachos legislativos sin un sentido mínimo de la vergüenza. Ahora resulta que a este genio de la ley se le dio por ser el guardian de la moral en Internet, al mejor estilo de Kim Jong-Un. Acaba de presentar un proyecto de ley para prohibir la pornografía en Internet, porque “representa una afectación a la salud mental, la educación sexual y un factor que incentiva los delitos sexuales”. ¿Se apoya en algún estudio que sustente su fundamentación? No. Una vez más su charlatanería solo es producto de su ignorancia y afiebrada imaginación, resultando una total grosería y un insulto a la inteligencia. ¿Cree que está en el parlamento iraní, donde los ayatolas deciden hasta el tipo de ropa interior que las mujeres deben usar? 

Esa es una consecuencia del estúpido afán de regular la vida ajena mediante la ley y el Estado como guardián de la moral. Una tendencia que es propia del socialismo, donde los dementes iluminados pretenden configurar el cerebro del ser humano desde la infancia para forjar al “hombre nuevo” de la “sociedad perfecta”. No ha faltado la piara de idiotas saliendo a aplaudir el atorrante proyecto, parapetados detrás de posiciones moralistas y cucufatas. Ninguna ley va disminuir los males sociales ni a corregirlos con prohibiciones. Un razonamiento así frisa la estupidez. Las leyes no deben limitar las libertades en aras de un bien ulterior si es que no hay un peligro manifiesto para los demás en una conducta. No pueden darse para prohibir acciones que se dan en el ámbito de lo privado e íntimo. ¿Qué falta después? ¿Una ley que nos diga cuáles son las poses aprobadas por la moral? Eso es más propio de los delirios religiosos de otros ámbitos muy alejados de una sociedad laica como la nuestra. No hace mucho una ordenanza municipal en Chiclayo, reglamentaba el tiempo límite para la venta de licores y el número de horas que debería funcionar una discoteca, una bufonada que no se ha cumplido por el rechazo masivo y porque generó la clandestinidad, que es siempre lo que generan este tipo de medidas absurdas. 

En resumen, la ley no debe usarse para regular la vida ajena y mucho menos la vida privada. Esperamos que el dichoso proyecto del limítrofe Yonhy Lescano sea arrojada al tacho, que es adonde pertenecen esas estúpidas ideas. Las leyes no sirven para generar buenas intenciones o formar santos o ángeles. Lescano ya debería saberlo. Leyes de ese tipo, no disminuirán los desórdenes mentales o emocionales de nadie. Lo primero que deberíamos hacer es una ley para limitar las iniciativas legislativas de fronterizos del nivel de Yonhy Lescano. Eso sí que sería muy provechoso para el país. Ninguna ley debe ser presentada sin contar con los debidos estudios científicos y técnicos que la sustenten. Ningún congresista debería tener la temeraria libertad de proponer cualquier mamarracho solo porque se le ocurre. Nos cuesta mucho dinero y hasta podría ser nefasto para el país si es que prosperan este tipo de disparates legales. Antes que preocuparnos por la pornografía en la web, debemos preocuparnos por la calidad de los proyectos legislativos. Es tiempo de que se especifiquen una serie de requisitos técnicos que hagan sustentable y viable un proyecto legislativo. De paso, no sería mala idea suspender unos meses al legislador que presenta estupideces.