martes, 24 de diciembre de 2013

César San Martín y su crónica de una sentencia anunciada


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Bochornosa, por decir lo menos, es la situación del juez César San Martín, luego de que divulgaran los correos que intercambió con sus amigos españoles pidiéndoles ayuda para preparar la sentencia de Alberto Fujimori. De la lectura de estos correos queda claro que la sentencia estaba decidida de antemano, mucho antes de todo el proceso judicial, que finalmente acabó siendo pura pantomima jurídica. Lo segundo es que todo el interés de este juez era darle forma jurídica aceptable a su sentencia. Es decir, que parezca un fallo razonable y hasta digno de un tratado de legisprudencia, para lo cual recurrió a la engorrosa palabrería jurídica bajo la forma de "teoría del autor mediato", fórmula mágica que justifica la acusación a la máxima pena sin necesidad de prueba alguna.

Lo más vergonzante de este juez CSM es que ni siquiera fue capaz de elaborar por sí mismo el sustento jurídico de su propia sentencia sino que la mandó a preparar a sus amigos. Este mamarracho de juez solo tenía la sentencia que quería dar, pero no el fundamento jurídico, y esto es lo que el incapaz buscaba. Solo necesitaba los argumentos, cualquiera que sea. Como todo mal estudiante de esos que se van a Azángaro a falsear una tesis, este juez CSM se fue al correo electrónico a mandar hacer la base jurídica de su sentencia en España. Los correos dejan clara constancia de que el juez requería a sus amigotes que se ocuparan no solo de la teoría sino que la acomodaran a la acusación fiscal, que le dieran forma jurídica a la felonía que quería cometer.

El Perú está notificado, una vez más, de la forma vil en que se ejerce la justicia en este país. Ya está claro que el juicio a Alberto Fujimori no fue más que una pantomima, un circo. Acá no se trata de defender a Fujimori sino de defender la verdad y desenmascarar a los corruptos del sistema judicial, a los agentes de la red de ONGs de izquierda, expresión moderna del nefasto marxismo que nos llevó al baño de sangre de los 80. Los mismos viejos partidos de izquierda del ayer hoy continúan su lucha contra el pueblo peruano bajo la mascarada de ONGs. Su primera misión en el nuevo siglo es redimir a sus combatientes terroristas, para lo cual utilizan el sistema legal nacional e internacional, y cobrar venganza contra sus enemigos, empezando por Alberto Fujimori.

Personalmente jamás fui fujimorista y no lo soy. Pero no puedo dejar de indignarme por la forma en que la izquierda, el rojerío, la progresia y la caviarada tratan de cambiar la historia del Perú reivindicando a los terroristas de izquierda y condenando al Estado peruano y sus instituciones tutelares, es decir, las FFAA. El primer gran intento fue el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que debería ser colgado en los baños de todas las instituciones educativas como papel higiénico. Lo segundo fue la vergonzosa condena de Alberto Fujimori a 25 años cargándole gratuitamente la responsabilidad de las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta. 

Una vez logrados estos propósitos, a continuación vino la andanada de medios de izquierda y el activismo de la CNDDHH repitiendo todos los días el sambenito de "Fujimori asesino" y organizando movimientos como "Fujimori nunca más", "No a Keiko" y esa porquería mayor llamada "Víctimas de La Cantuta", liderada nada menos que por la senderista Gisela Ortiz. La cantaleta diaria acabó engañando a los jóvenes que hoy repiten idioteces sobre Fujimori sin saber nada sobre la verdad y la realidad. 

Es nuestro deber combatir esta campaña de mentiras y enfrentar esta organización mafiosa de las izquierdas vinculadas al terrorismo y a los grupos de izquierda que desarrollaron la guerra popular en el Perú. Hay que desenmascarar a sus infiltrados en el Poder Judicial y sus campañas de mentiras en los medios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario