jueves, 12 de noviembre de 2020

La marcha de los borricos

 


Escribe: Dante Bobadilla Ramirez

No nos dejemos engañar. Todos estos marchantes callejeros han salido a defender al corrupto de Vizcarra, al que habían convertido en su héroe luego de que les diera el gusto de cerrar al odiado Congreso “fujiaprista” disfrazado de luchador anticorrupción. Y ahora estos infantes salen con el relamido cuento de que marchan contra la corrupción. Pero si son un chiste. 

En este país ya estamos cansados de tantos luchadores contra la corrupción. Tenemos veinte años soportando a esta plaga de luchadores contra la corrupción. Y ahora nos vienen con otra marchita contra la corrupción, justo después de que el Congreso vacara al ídolo de los rojos, progres y caviares, precisamente por corrupto, embustero y traidor. Pero ojo: los marchantes dicen que no es por Vizcarra sino contra Merino. ¿Cuál es el problema de Merino? Hasta donde se sabe, solo es el heredero de la banda presidencial. Quienes vacaron al felón de Vizcarra fueron 105 congresistas de todas las bancadas, incluyendo rojos, naranjas, azules, verdes y descoloridos. Solo faltaron los morados. ¿De qué acusan a Merino? 

Obviamente ni los chibolos que han sido arriados a las calles saben por qué marchan ni qué es lo que quieren. Solo han salido a desatar su frustración porque sacaron a su corrupto favorito. ¿Por qué no marcharon contra Vizcarra cuando ya eran evidentes las pruebas de sus coimas? Lo decente hubiera sido que los jóvenes indignados salieran a marchar exigiendo la salida de Vizcarra por corrupto y ladrón. Pero no. A este corrupto lo aguantaron sin asco. Y es que no hay nada más falso en el Perú que la pose anti corrupción. Todos los ladrones han usado el mismo disfraz de luchador anticorrupción. Es como un accesorio de la banda presidencial. Y todos los tontos útiles de la mafia han salido a las calles a protestar utilizando el pretexto de luchar contra los corruptos. Así fue como los hicieron marchar una y otra vez contra Keiko, mientras defendían a los corruptos fiscales que negociaban con Odebrecht la manera de salvar sus intereses y utilizar el caso para perseguir a los rivales políticos de la mafia.

Los que se pasaron los últimos veinte años posando como defensores de la moral y la democracia, llenándose la boca de condenas al fujimorismo y los noventa, y lloriqueando cada cinco de abril por el cierre del Congreso, por los diarios chicha, la persecución de políticos, la captura de la Fiscalía, la compra de la prensa, etc., terminaron finalmente apoyando al corrupto autoritario de Vizcarra que pisoteó todas las instituciones, aplaudieron su golpe de Estado para mantener al Tribunal Constitucional de la mafia, apoyaron la prostitución de la prensa que hoy es mil veces peor que la prensa chicha de Montesinos, alabaron la captura feroz del Ministerio Público luego de una guerra de gánsteres contra Chávarry, callaron ante la presencia de mediocres en el gabinete elegidos solo por sus cualidades serviles, cerraron los ojos ante las evidencias de la corrupción de Vizcarra en su gestión. Ya pues, no frieguen.

Ahora no hay nadie que pueda vendernos el cuento de la lucha contra la corrupción, y mucho menos los que le sirvieron de guaripoleras a Vizcarra. Toda esa mafia de oengés de izquierda que han vivido del Estado corrupto, los ilustres caviares que pasaron por algún ministerio o sirvieron de asesores ya están descalificados para dar lecciones de moral. Todos han sido concubinos de la corrupción. Al fin se les acabó el cuento del antifujimorismo con que les lavaron el cerebro a los chibolos de la generación milennial. Ya no hay fujimorismo a quién echarle la culpa de nada. En el escenario solo están Vizcarra y sus caviares. Y ahora mandan a sus chibolos imberbes a marchar contra la corrupción. No sean payasos.

Pero los chibolos marchantes no están solos. Ellos solo son los tontos útiles de la izquierda, prestos a salir al primer campanazo de las oenegés pro terrucas, de los centros federados de estudiantes terruquitos, de los sindicatos comunistas infiltrados por terrucos y de los partiduchos de izquierda violentista que siempre se apoyan en la juventud por su idealismo y estupidez natural. A ellos se suman los trepadores que quieren liderar a las masas. En el 2000 le funcionó muy bien a Toledo, quien se puso la vincha y apareció como el gran timonel guiando la marcha de los cuatro suyos. Ahora es Julio Guzmán disputándose ese rol con Verónika Mendoza, aunque parece que a estos chibolos no les caen en gracia. 

No podemos dejar de lado el rol de la prensa mermelera que no ha dejado de dar amplia cobertura a las marchas infantiles contra Merino. Conductoras sin decoro no tienen reparos en apoyar a los vándalos y convocar a los “ciudadanos” a plegarse al caos callejero. Juristas y políticos en busca de cámaras hablan de un supuesto “derecho a la protesta” que no existe en ningún lugar de la Constitución. Incluso el siempre desubicado Defensor del Pueblo ha mentido cobre este tópico, repitiendo el mito de que hay un “derecho a la protesta”. Mientras tanto, la marcha que no tiene ningún sentido práctico real ni objetivo político claro, empieza a ser capitalizada por la izquierda radical para pedir “nueva Constitución”. Parece que todos están dispuestos a dinamitar a la República. Unos por sus intereses políticos y otros por su estupidez.

Hay que estar atentos. No debemos permitir que la izquierda utilice a los jóvenes como carne de cañón, buscando generar un caos que lleve a una ruptura constitucional grave. Es todo lo que les queda por hacer ya que no tienen ninguna otra posibilidad. Seamos firmes en la defensa de la República. Cuidado con los jóvenes que son los tontos útiles, con las guaripoleras de la prensa prostituta y con los politiqueros y juristas de alquiler. Esos no tienen conciencia.


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