Por: Renato Beraun Herrera
Alan García era un hombre con un alto concepto del honor. Tenia clarísimo su lugar en la historia, una idea que fue alimentada por sus enemigos. Entendía la esencia y significado de un partido político, representarlo y encarnarlo; y finalmente tenía muy claro lo que era tener el alto honor de personificar a la Nación, algo que puede comprender desde un soldado hasta un Presidente. Desafortunadamente, no todos los ciudadanos de a pie asimilamos estos valores y condiciones, pues vivimos tiempos en los que el respeto es cada vez más escaso.
Como resultado de un proceso de ataque axiológico y moral a través de muchos años, está claro que no se respeta el valor institucional, ni a la iglesia, ni a las fuerzas armadas. Hemos relajado nuestra moral como sociedad, y en un contexto social de este tipo, es deducible que la gran mayoría de personas no visualicen claramente la posición de Alan Garcia y qué fue lo que lo llevó a este trágico desenlace.
Alan García tenía claro que ya era parte de la historia del país, fue un Presidente que cometió errores garrafales en su primer gobierno, pero pasó con nota aprobatoria en su segundo gobierno, la pobreza bajó a niveles nunca conocidos. Le devolvió territorio al país, cuando ganamos en la Haya, algo sin precedentes en la historia del Perú. El crecimiento llegó a casi 10% por año, algo jamás visto en la historia contemporánea. Recibió condecoraciones y las concedió, por ejemplo, a un Nobel. ¿Ustedes creen que luego de todo esto, iba a permitir que un fiscal sin historia, con dudoso proceder, pudiera enmarrocarlo y ponerle un rótulo de DETENIDO? En vez de esto, escogió el suicidio, para llevarse los honores de su pueblo, de aquellos que están en la Casa del Pueblo, y para rechazar los honores de Jefe de Estado, precisamente de quienes no conocen el honor, al nivel del expresidente.
Es en este contexto que entiendo la decisión de García, porque creo que no debemos quedarnos en el ejercicio simplón y tonto de adjetivar como una cobardía todo lo que no se nos asome grandioso ante la percepción sesgada que como humanos tenemos. Si ese es el razonamiento de sus enemigos, prefiero ir más alto y lograr comprender, aunque no lo justifique.
¡Que en Paz descanse Presidente!