sábado, 18 de mayo de 2019

Todos contra Yeni


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Si alguien todavía dudaba de que vivimos en una dictadura, lo ocurrido esta semana con Yeni Vilcatoma debería servir para quitarse todo rastro de duda. Solo en una dictadura ocurre que toda la jauría de la prensa al servicio del régimen, se lanza contra una persona por el delito de conducir un espacio televisivo donde ¡horror! se critica al presidente de la República. 

Esto es lo que ha ocurrido en el país. Ha sido un espectáculo triste y ridículo ver a tantos periodistas de prensa escrita, radial y televisiva, que gustan posar como defensores de la democracia, lanzándose contra Yeni Vilcatoma junto con unos cuantos congresistas antidemocráticos y serviles al régimen, pidiendo a gritos que el Congreso cierre ese programa. 

Estos periodistas, de la categoría mental de Juliana Oxenford y Jaime Chincha, no tienen el valor de ser honestos con su público y se escudan en pretextos bobos como el costo del programa. "Eso lo pagamos todos", gritan indignados, en una muestra no solo de cobardía sino de hipocresía total, además de ignorancia, pues el programa de Yeni Vilcatoma no cuesta nada, ya que usa el canal del Congreso que existe hace mucho tiempo. Que lo use durante media hora semanal para exponer las denuncias que recibe de la gente, no aumenta el costo y es un servicio social muy útil.

Pero obviamente no es el gasto público lo que les preocupa a estos chacales del gobierno, eso es lo que menos les interesa, viven felices recibiendo la mermelada del Estado y asegurando sus puestos defendiendo al régimen, todo lo que les ofusca la mente es que haya alguien criticando al gobierno que les da de comer. Lo más gracioso es que muy poca gente ve ese canal del Congreso y casi nadie conocía este programa, hasta que lo usó Yeni Vilcatoma para denunciar al régimen. También es cierto que Yeni Vilcatoma se ha convertido en un personaje muy incómodo para el gobierno y ha despertado los odios del vizcarrismo. 

La gota que derramó el vaso de la indignación de los ayayeros de Vizcarra, fue que Yeni Vilcatoma invitara a su espacio a uno de los personajes más vetados por el establishment que controla los medios, al economista Eugenio D'Medina, con quien analizó el escenario político cuestionando al gobierno por sus afán de vivir colgado del saco del Congreso en busca de popularidad. 

Eso fue demasiado para los perros guardianes de palacio que salieron corriendo a ladrar echando baba, tratando de acabar con Yeni Vilcatoma y su programa. Hipócritas y cobardes pusieron el grito en el cielo por lo que "nos cuesta ese programa". Bancadas de lacayos del gobierno junto a los comunistas del Frente Amplio, exigieron al Congreso que cierre ese programa. Felones de palacio como el divo traidor Franceso Petrozzi, se burlaron de Yeni Vilcatoma. En fin, todo muy penoso.

Luego de este bochornoso espectáculo de intolerancia y matonería contra Yeni Vilcatoma, por parte de la prensa servil y mermelera, ha quedado en evidencia el mecanismo con el que opera la dictadura montada por la caviarada oenegera, donde Martín Vizcarra no es más que un tonto útil. Ya tienen a la gran prensa sometida gracias al millonario soborno mensual de la publicidad estatal, ya tienen a sus perros guardianes bien amaestrados en cada medio de prensa, los que se ganan sus frejoles ladrándole a todo el que critique al gobierno, tienen a sus encuestadoras que hacen las preguntas debidas para montar la ficción del respaldo popular al gobierno, tienen a sus piquichones en el Congreso esperando ser llamados a algún ministerio. Todo este andamiaje se sustenta en el chantaje y el soborno, y es alimentado por el odio.

Nadie que pida la censura de un programa de TV puede llamarse periodista, nadie que lapide a una mujer por criticar al gobierno puede llamarse democrático, nadie que haya abierto la boca antes para protestar por los gastos inútiles del presupuesto público puede decir ahora que le preocupa el costo de un programa de media hora en el canal del Congreso. Hacer esto lo define como imbécil. No hay nada más que decir. Vivimos en una dictadura totalitaria que lo controla todo. O casi todo. Y con la misma metodología de toda dictadura: compra de conciencias y felones al servicio del régimen que son premiados de diversas maneras.

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