sábado, 2 de noviembre de 2013

Una burla al país


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El cambio de gabinete finalmente resultó ser un fraude y una burla a todo el país, porque al final solo se trató de dos nuevos rostros en esa nube de burócratas que es el Consejo de Ministros. Todo indica que la movida se debió únicamente a la largada de Jiménez, con lo cual se confirma que este ya estaba quemado hasta la ropa interior. La salida adicional de Patricia Salas ha ventilado un poco el gabinete pero no lo suficiente. Lo cierto es que el quemado no era solo Jiménez, era prácticamente todo el gabinete. 

Para la gran mayoría este "nuevo" gabinete ha sido una decepción. Era la oportunidad de recomponer el equipo de gobierno con gente nueva, sacando a los que han mostrado franca incapacidad, como son los casos del ministro del Interior y la canciller Eda Rivas. Pero hay otros personajes que han mostrado también suficiente grado de mediocridad en la gestión, como el ministro de Justicia Daniel Figallo, gran figureti de la recuperación del velero Karisma con el que se ha dado un duro golpe a la corrupción, constituyendo un gran aporte a la Marina de Guerra, al orgullo nacional y a la cultura peruana, una vez que quede convertido en Museo de la Corrupción.

También era hora de quitar del escenario a la ministra Ana Jara, pero con todo y ministerio porque no tiene ninguna ocupación salvo como escudera de la Primera Dama y empleada doméstica de Palacio. Lo más triste de todo es comprobar que el tan mentado nuevo presidente de la PCM comienza su gestión sumamente debilitado en su capacidad de movimiento. Está claro que no tiene un equipo propio, le han impuesto el gabinete y, según se afirma, le habrían ofrecido libertad de movimiento a fin de año.

Esto quiere decir que en los próximos 2 meses, por lo menos, no tendremos gobierno. Es obvio que nadie va a querer hacer nada sabiendo que le quedan 2 meses para largarse. Así es como camina el Perú en estos días, desde que la familia Humala-Heredia se hizo cargo del país. Lástima realmente. El señor César Villanueva ha perdido la gran oportunidad de terminar su paso por este mundo y por la política de una forma brillante. Ha preferido agachar la cabeza y conformarse con el gesto de colocarse un fajín para la foto. No creo que eso sea suficiente para que sus nietos se sientan orgullosos de él.

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