Por: Víctor Robles Sosa
Casi 18 años después de la matanza de Barrios Altos, acaecida en la calle Huanta de Lima el 3 de noviembre de 1991, los entretelones ocultos de aquel episodio trágico salen a la luz pública por primera vez, en este informe especial, para que el mundo entero sepa la verdad. Durante ese tiempo, se afirmó que las 15 personas ejecutadas extrajudicialmente aquella vez eran inocentes, y que se les ejecutó como parte de una represión indiscriminada con la que el estado quiso aterrar a la población. Según este testimonio clave, todos los ejecutados, excepto el niño fallecido accidentalmente, eran terroristas o cómplices de estos.
En otro caso parecido (La Cantuta, diez muertos), los periodistas Álvaro Vargas Llosa, Efraín Rua y Ricardo Uceda descubrieron años después que las víctimas eran activistas de Sendero Luminoso, pero en lo que respecta a Barrios Altos nadie indagó a fondo lo ocurrido. En el año 2005 se supo que un agente del servicio secreto arrestado había sido testigo directo de lo sucedido en el famoso solar del jirón Huanta, pero nadie se atrevió a buscarlo y entrevistarlo por razones que no vienen al caso abordar ahora.
Aquel testigo es el ex agente de inteligencia del ejército Douglas Arteaga Pascual, quien lo contó todo ante el tribunal que lo juzga injustamente, acusado de presunto violador de derechos humanos. La Fiscalía ha reconocido que Arteaga jamás integró el Grupo Colina, pero igual lo acusa absurdamente de “complicidad”, por razones políticas.
Este periodista logró acceder a las actas judiciales que registran el testimonio que brindó Arteaga a la 1ª Sala Penal Especial de Lima que preside la vocal Inés Villa Bonilla, y a partir de ella hemos conocido los hechos ocultos que hoy salen a la luz en este informe.
Como consta en las actas respectivas, el agente Arteaga declaró al tribunal que vivió tres años (1989-1991) en el solar del jirón Huanta donde se produjeron los hechos, como infiltrado en una célula de Sendero Luminoso que tenía su base en esa quinta.
Arteaga rindió su testimonial en tres audiencias consecutivas de la sala Villa Bonilla realizadas los días 15, 22 y 29 de marzo del 2006. Su declaración había sido mantenida en secreto total, hasta ahora.
Infiltrado
En la primera acta, consta que Arteaga se infiltró en Sendero Luminoso en 1989 cumpliendo un plan del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) llamado “Telaraña”, que tenía por objetivo original recoger información sobre la penetración terrorista en las ONG y en los partidos políticos de izquierda marxista. El agente fue “sembrado” primero en un asentamiento humano de Villa El Salvador, simulando ser un vendedor ambulante que trabajaba de noche y de día era un activista de la organización vecinal de su sector, en la que después logró hacerse elegir dirigente. Dicho cargo le permitió asistir a las asambleas de la Comunidad Autogestionaria de Villa El Salvador (Cuaves), donde fue contactado por una ONG izquierdista que le sirvió para infiltrarse en los partidos Patria Roja y Partido Unificado Mariateguista (PUM), marxistas.
Después de un trabajo paciente, y con ayuda de un supuesto militante del PUM, fue contactado por Sendero Luminoso. Un senderista, según el testimonio de Arteaga, lo buscó en su puesto ambulante y le pidió que lo acompañara a recoger latas vacías (usadas para hacer granadas artesanales) en los basurales de Pampas San Juan. Poco tiempo después lo invitó a un “bingo” que resultó ser una reunión clandestina en la que le obsequiaron ejemplares del vocero terrorista El Diario.
“Empiezo en La Rinconada, me llevan a un local en la noche, era de esteras y allí estaban reunidos jóvenes, y dicen hay un nuevo compañero, bienvenido seas… recibí clases de entrenamiento político, ideológico, como 15 días… los instructores nos hablaban de Marx, Lenin, pensamiento Gonzalo, había documentos…Lo primero que aprendí fue la regla de oro (nunca admitas que eres del partido)…”.
El SIE le ordenó entonces que trabajara exclusivamente dentro de Sendero, para lo cual le dio una identidad falsa junto con el nombre clave de “Abadía”, y le prohibió visitar las instalaciones militares. Un tiempo después, el agente llegó a ser “mando político” de la célula de Sendero Luminoso que actuaba en Barrios Altos.
Las “polladas”
Sobre su paso por la “escuela popular” de terroristas, Arteaga declaró a los jueces que aquella estaba a cargo de personas jóvenes de carácter endurecido por el fanatismo, algunas de los cuales venían de provincias. “Eran duros, me estudiaban psicológicamente para ver si estaba mintiendo. Tuve varias citas con ellos, me hicieron preguntas muy duras… pero aprobé esos exámenes, lo supe hacer porque yo sabía de interrogatorios…después me dijeron te vas compañero a tal sitio, me destacaban a varios destacamentos de células, acá en Lima”, relató.
El agente también les contó a los jueces como enviaba sus informes al Puesto de Inteligencia de Lima (PIL): “Normalmente mandaba mis informes cada 15 días, 20 días, de acuerdo a como se presentaba la oportunidad… informes, directivas, nombres, relaciones, croquis, locales donde se estaban realizando actividades… todo con lujo de detalles… me cuidaba después que los aniquilamientos fallaban… yo daba cuenta a mi comando advirtiendo que iba a haber un atentado a esa autoridad, contra ese puesto, etc…”.
En ese mismo testimonio, confirmó que en 1991 Sendero Luminoso realizaba polladas libremente en varios distintos puntos de Lima, sin que nadie molestara a su gente.
“En el año 91 todo estaba normal… las polladas que se realizaban eran normal… no solo en la zona de Barrios Altos, en diferentes lugares: en San Fernando (facultad de Medicina de San Marcos), también en el mercado de Lince, en Villa El Salvador, etc.”
“Cuando había ceremonias por el cumpleaños del camarada Gonzalo siempre se realizaban eventos… y en nuestros cumpleaños hacíamos velas con la forma de la hoz y el martillo… no había por qué temer entonces”.
Arteaga reveló luego que después de haber pasado por la “escuela popular” de formación de terroristas fue enviado a integrarse en un destacamento integrado por siete personas, encargado de realizar atentados en diferentes zonas de Lima.
Barrios Altos
Al testificar sobre lo sucedido en Barrios Altos, declaró a la sala que el solar del jirón Huanta donde se produjeron las ejecuciones judiciales del 1 de noviembre de 1991 era una base de operaciones de Sendero Luminoso. Precisó que cada vez que Sendero ordenaba que su destacamento ejecutara un ataque, él y los demás terroristas del grupo eran encerrados tres días antes en un cuarto de dicho solar, y de allí salían directamente a cumplir su misión criminal, a las 7 u 8 de la noche. Con respecto a la pollada cruenta del 1 de noviembre, Arteaga contó de manera detallada como fue organizada aquella reunión fatídica: “La actividad, la pollada que estaba prevista, la hemos hecho nosotros, el partido (Sendero Luminoso)…”
“…Los vecinos sabían y no decían nada, sabían que éramos compañeros…Yo trabajé dos años en esa casa, me conocen todos los vecinos, me conocen como de ahí, pero no sabían que me llamaba Arteaga…”
El agente precisó que durante los dos años vivió en una habitación del primer piso, que compartió con la familia del “compañero” Filomeno León León, uno de los ejecutados extrajudicialmente.
“El compañero León era mi amigo, no lo niego… vivía con él en ese cuartito que él alquilaba. León arreglaba cocinas, había un televisor grande y sobre el televisor había siempre un gato grande, le decíamos Pirincho, era nuestra mascota…”, afirmó. En otro momento, declaró al tribunal que Sendero Luminoso tenía dos locales en la quinta del jirón Huanta, y los ocupó en principio con el objeto de asesinar al entonces primer vicepresidente de la república y presidente del Congreso Máximo San Román.
“¿Por qué creen que (los senderistas) tomaron ese local de Barrios Altos?. Les voy a decir la verdad, para que sepa todo el mundo, es sorpresa quizá para ustedes: Cuando en ese tiempo estaba el ingeniero (Máximo) San Román de vicepresidente, por ese lado pasaba todos los días con su carro negro, por el jirón Huanta; entonces ¿Cuál era el objetivo? Era accionar, a través de un control remoto (una bomba), para volarlo con su carro. No se llevó a cabo eso porque peleó, hubo problemas, pero ese era el objetivo…”, narró Arteaga Pascual.
También reveló que el grupo terrorista del solar del jirón Huanta utilizaba triciclos y carros de heladeros para transportar dinamita, anfo y armas. “En esos triciclos, que vendían aparentemente macetas y abono para plantas, en Miraflores y San Isidro, llevábamos el anfo, en los maceteros vacíos llevábamos los medios…, también en las carretillas de Donofrio, de heladero…”, declaró.
Guarida terrorista
En la audiencia del 22 de marzo, preguntado por la presidente del tribunal para que haga algunas precisiones a su anterior declaración, Douglas Arteaga reveló que en el departamento que ocupaba junto con Filomeno León, había una base y una “escuela popular” que tenían como cubierta un supuesto taller de reparación de cocinas:
“En ese ambiente había una escalera de madera sobre el piso, pegada a la pared, (por la que) nosotros, de rato en rato, cada hora o media hora, subíamos al segundo piso (altillo), donde había siete u ocho camarotes, ahí dormíamos. Y no solo yo, venía gente de provincia y se alojaba allí… hacían un trabajo (atentado) en Lima y se regresaban”
“Tapábamos ese recuadro (entrada) del techo raso y quedaba como si no hubiese nada… cuando alguien llegaba, no se veía ninguna escalera y el techo raso estaba normal… se ponía un radio o un televisor encendido a volumen, y arriba, en la pizarra acrílica, se daba instrucciones… la escuela funcionaba normalmente”.
“En la puerta (del solar) había un letrero ‘se arreglan cocinas Surge’, y ahí estaban las herramientas, ahí estaba el señor arreglando, el compañero…”, pero todo era aparente, para encubrir las verdaderas actividades que realizaban los terroristas en el lugar.
Después de la matanza
En la audiencia del 15 de marzo, Arteaga contó otro hecho inédito: los terroristas que sobrevivieron a la incursión con ejecuciones extrajudiciales en el viejo solar de Barrios Altos se reunieron al día siguiente de esos hechos, para hacer un balance de lo sucedido:
“Después de este problema que hubo (la matanza) hemos hecho un arqueo, un balance, al día siguiente que pasó esto. Nos hemos reunido en Acho, donde un compañero de nosotros… hemos hecho como que hemos ganado… A mi me ha sorprendido que en el segundo piso (del solar) también se realizó una pollada… eso no estaba previsto”
Arteaga dio a conocer después que la dirigencia limeña de Sendero Luminoso había ordenado que se cancele la pollada fatídica del jirón Huanta, pero aquella orden se incumplió porque las invitaciones ya habían sido repartidas y confirmadas. Además, según reiteró, las polladas de terroristas eran frecuentes y nunca había ocurrido nada:
“El Comité (Sendero) nos dijo la actividad se va a suspender, ya no vayan compañeros, ya no vayan. Pero fue muy tarde, porque ya se habían repartido las tarjetas, 15, 20 tarjetas en cada una de las diferentes bases… para que vayan y colaboren con el partido…”.
Arteaga dijo que él mismo vendió tarjetas de la pollada a varios terroristas y miembros de base de Sendero Luminoso que asistieron a la reunión y murieron en ella. En la misma audiencia, el agente de inteligencia relató al tribunal que durante el tiempo que permaneció infiltrado en la banda armada maoísta se esforzó por demostrar que era un buen agente del servicio de inteligencia del ejército:
“Quería esmerarme, quería demostrar que podía combatir solo… las claves y señas que aprendí adentro las mandaba por escrito (al SIE). Aprendí un montón de claves dentro del partido… las daba (al SIE) y ellos las empleaban. Entonces yo desbaraté, rompí esa clave para poder capturarlos. Por eso me siendo orgulloso, siento que he cumplido mi misión…”.
“Lo he hecho porque tenía ese coraje, tenía esa valentía, digamos esa argucia, ese arte de uno que le gusta trabajar sin ser descubierto. No me han descubierto en tres años que he trabajado con ellos, ni siquiera he dejado que salga una sospecha… yo me siento como un héroe… he combatido al enemigo…”, agregó Douglas Arteaga.
Masacre de Húsares
En las actas judiciales consta además que Arteaga narró que la célula senderista de Barrios Altos perpetró el ataque terrorista contra el ómnibus de la escolta presidencial Húsares de Junín, acaecido el 3 de junio de 1989, en el que murieron seis soldados y un policía. Este hecho continúa aún en la impunidad, sin haberse esclarecido judicialmente.
Con lujo de detalles precisó que los terroristas que asesinaron a los Húsares de Junín se disfrazaron de basureros con ayuda de infiltrados en el sindicato de obreros de la municipalidad de Lima que les dieron los uniformes y carros recolectores. Aquel día los criminales colocaron una bomba debajo del bus militar y lo hicieron volar en pedazos.
En el atentado también fue asesinado un policía que repelió a los terroristas con su pistola, y quedaron heridas once personas entre militares y civiles. La onda expansiva de la potente bomba destruyó además 11 casas modestas.
La versión del agente indica igualmente que en aquel ataque resultaron heridos algunos terroristas. En el acta está registrado así:
“En (la plaza) 2 de Mayo nos juntamos en la noche (anterior) para repartir los cochecitos de hacer la limpieza en la madrugada… inclusive tengo ex camaradas que están heridos de ahí, se han quedado lisiados…”
¿Libias senderista?
En la audiencia judicial del 29 de marzo del 2006, el agente Arteaga hizo una revelación importante que tampoco mereció la atención de las autoridades judiciales, ni del representante del Ministerio Público, al testificar que el sobreviviente de la matanza de Barrios Altos Tomás Libias Ortega es al parecer miembro de Sendero Luminoso.
La abogada Milagritos Malpica Risco le preguntó así a Arteaga: “La sesión pasada usted nos mencionó de que había una persona sobreviviente que era miembro de su partido (Sendero), no recordaba el nombre, pero ¿si yo se lo digo puede usted reconocer a esta persona por el nombre de Tomás Libias Ortega?” El agente respondió lo siguiente: “Así es, doctora… exacto doctora, con él he ido varias veces a La Parada, a La Victoria, al comité (senderista) de La Victoria, doctora”
Libias ha sido presentado por algunas ONG de derechos humanos como víctima inocente, ajena al terrorismo, y en esta misma condición participó como testigo de cargo de la parte civil en el juicio a Alberto Fujimori por los casos Barrios Altos y La Cantuta. Es cierto que un solo testimonio es insuficiente para llegar a una conclusión, pero si se realizara una investigación independiente y objetiva sobre lo revelado por “Abadía”, se corroboraría su autenticidad o falsedad. No obstante, nadie ha querido investigar.
Proclamados inocentes
No obstante todo lo mencionado, la sala penal suprema que integran los vocales César San Martín, Víctor Prado y Hugo Príncipe, absolvió de toda sospecha de terrorismo a los de Barrios Altos. Esta decisión es sospechosa ya que dicha sala conoció el testimonio de Arteaga, según consta en la sentencia a Fujimori, en la que citan textualmente pasajes de dicha testimonial. Todo indica que el tribunal tomó solo la parte de la declaración que le convenía.
El 5 de mayo pasado fue presentada al Congreso de la República una denuncia constitucional contra los vocales San Martín, Prado y Príncipe, por haber exculpado indebidamente del delito de terrorismo a los de Barrios Altos y La Cantuta.
Los graves crímenes atribuidos por Arteaga a la célula terrorista que tenía su base en la vieja quinta del jirón Huanta han sido ignorados por las autoridades jurisdiccionales que tienen la obligación de hacer justicia a las personas que fueron asesinadas por ese grupo senderista.
“Abadía” ha identificado plenamente a los autores de la matanza de los Húsares de Junín, también a los que intentaron asesinar a Máximo San Román y cometieron otros atentados, pero ninguna autoridad fiscal o judicial ha hecho algo para esclarecer tales crímenes.
Según consta en las actas, el testimonio del agente fue escuchado por las vocales Inés Villa Bonilla, Inés Tello de Ñecco e Hilda Piedra, y ninguna de ellas le demandó al fiscal que cumpliera con su deber de denunciar a los presuntos terroristas. También lo escuchó el fiscal superior Jorge Cortez Pineda, quien estaba obligado a investigar de oficio los hechos denunciados por Arteaga, pero tampoco lo hizo.
La misma actitud asumió el entonces Procurador Público (abogado del gobierno) para el caso Barrios Altos, Pedro Gamarra Johnson, actual máximo procurador anticorrupción.
Estuvieron presentes igualmente los abogados Gloria Cano Legua, David Velasco Rondón y Gustavo Campos Peralta, de las ONG Aprodeh, Fedepaz y Comisedh, quienes tampoco han defendido los derechos humanos de las víctimas de los terroristas de Barrios Altos, más bien han ocultado este tema, cubriéndolo con un manto de silencio cómplice e injusto. Esta actitud asumida por las autoridades señaladas es al parecer delictiva. Y en el caso de las ONG, no sería ilegal, pero sí es politizada, inmoral y repugnante.