Por: Richard Campos Villalobos
Resulta penoso comprobar que nuestro Congreso está rebosante de estatistas de medio pelo, de esos del montón que todavía creen que el Estado debe ser nuestro padre protector, único proveedor y gran benefactor de la sociedad, el que debe velar por la justicia social, la moral y los derechos, cualquier cosa que sea todo eso. Provoca risa que Yonhy Lescano use su escaño parlamentario para proponer sus mamarrachos legislativos sin un sentido mínimo de la vergüenza. Ahora resulta que a este genio de la ley se le dio por ser el guardian de la moral en Internet, al mejor estilo de Kim Jong-Un. Acaba de presentar un proyecto de ley para prohibir la pornografía en Internet, porque “representa una afectación a la salud mental, la educación sexual y un factor que incentiva los delitos sexuales”. ¿Se apoya en algún estudio que sustente su fundamentación? No. Una vez más su charlatanería solo es producto de su ignorancia y afiebrada imaginación, resultando una total grosería y un insulto a la inteligencia. ¿Cree que está en el parlamento iraní, donde los ayatolas deciden hasta el tipo de ropa interior que las mujeres deben usar?
Esa es una consecuencia del estúpido afán de regular la vida ajena mediante la ley y el Estado como guardián de la moral. Una tendencia que es propia del socialismo, donde los dementes iluminados pretenden configurar el cerebro del ser humano desde la infancia para forjar al “hombre nuevo” de la “sociedad perfecta”. No ha faltado la piara de idiotas saliendo a aplaudir el atorrante proyecto, parapetados detrás de posiciones moralistas y cucufatas. Ninguna ley va disminuir los males sociales ni a corregirlos con prohibiciones. Un razonamiento así frisa la estupidez. Las leyes no deben limitar las libertades en aras de un bien ulterior si es que no hay un peligro manifiesto para los demás en una conducta. No pueden darse para prohibir acciones que se dan en el ámbito de lo privado e íntimo. ¿Qué falta después? ¿Una ley que nos diga cuáles son las poses aprobadas por la moral? Eso es más propio de los delirios religiosos de otros ámbitos muy alejados de una sociedad laica como la nuestra. No hace mucho una ordenanza municipal en Chiclayo, reglamentaba el tiempo límite para la venta de licores y el número de horas que debería funcionar una discoteca, una bufonada que no se ha cumplido por el rechazo masivo y porque generó la clandestinidad, que es siempre lo que generan este tipo de medidas absurdas.
En resumen, la ley no debe usarse para regular la vida ajena y mucho menos la vida privada. Esperamos que el dichoso proyecto del limítrofe Yonhy Lescano sea arrojada al tacho, que es adonde pertenecen esas estúpidas ideas. Las leyes no sirven para generar buenas intenciones o formar santos o ángeles. Lescano ya debería saberlo. Leyes de ese tipo, no disminuirán los desórdenes mentales o emocionales de nadie. Lo primero que deberíamos hacer es una ley para limitar las iniciativas legislativas de fronterizos del nivel de Yonhy Lescano. Eso sí que sería muy provechoso para el país. Ninguna ley debe ser presentada sin contar con los debidos estudios científicos y técnicos que la sustenten. Ningún congresista debería tener la temeraria libertad de proponer cualquier mamarracho solo porque se le ocurre. Nos cuesta mucho dinero y hasta podría ser nefasto para el país si es que prosperan este tipo de disparates legales. Antes que preocuparnos por la pornografía en la web, debemos preocuparnos por la calidad de los proyectos legislativos. Es tiempo de que se especifiquen una serie de requisitos técnicos que hagan sustentable y viable un proyecto legislativo. De paso, no sería mala idea suspender unos meses al legislador que presenta estupideces.