Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
El Ministerio Público es hoy un estropajo con el que todos quieren trapear el piso. El objetivo que se planteó la izquierda, desde que vio asomarse la sombra de Pedro Chávarry al cargo de Fiscal de la Nación, se está cumpliendo. Ha sido una intensa campaña de demolición de varios meses, en los que han participado congresistas, periodistas activistas, representantes de la izquierda variopinta y, por último, el contingente callejero que siempre está a las órdenes para salir a marchar.
Sin duda Pedro Chávarry no es un hábil operador político. Acaba de demostrarlo haciendo una movida de fichas en el momento más inoportuno y sin la debida sustentación. Su mensaje fue un embrollo y las razones se perdieron entre tanta palabrería. Fue muy temerario tocar a dos personas que ahora son más bien personajes, endiosados por la prensa y las redes sociales. No solo fue un mal cálculo sino, evidentemente, mal coordinado, pues nadie lo secundó, ni siquiera los nuevos fiscales nombrados por él, y al final se quedó solo.
Lo que plantea este escenario es la profunda crisis institucional del Ministerio Público, que hace tiempo viene siendo socavada desde sus cimientos por fiscales que trabajan en coordinación directa con la mafiosa ONG roja IDL, al mando de Gustavo Gorritti, funesto personaje de la izquierda caviar que no tiene ningún reparo en lucirse públicamente como el manipulador de estos fiscales, y en exponer en su web las filtraciones que consigue desde la Fiscalía, presentados jocosamente en su medio digital como "periodismo de investigación", cuando solo son notas de filtración.
Lo grave de todo esto es que a nadie parece importarle que varios fiscales (nadie sabe cuántos ni cuáles) respondan a los intereses de IDL y no a los del Ministerio Público y la nación. De hecho, el ex Fiscal de la Nación, Pablo Sánchez es uno de esos infiltrados que responde a IDL. De allí la desesperación de la izquierda caviar de mantenerlo en el cargo, lo que no pudo conseguir y dio paso a la despiadada campaña de demolición de Pedro Chávarry, invéntándole toda clase de embustes.
La presencia de Gustavo Gorritti en la conferencia de prensa de sus dos famosos fiscales, Vela y Pérez, fue más que una evidente muestra de cercana complicidad. Ha trascendido que fue en IDL donde se diseñó la estrategia legal para la defensa de estos fiscales, cuyo primer paso fue la apelación a al Junta de Fiscales Supremos, donde cuentan al menos con el apoyo de Pablo Sánchez, y quién sabe quiénes mas. De hecho la respuesta positiva fue inmediata.
La consecuencia final de todo esto es que Pedro Chávarry se quedó solo y lo más probable es que lo hagan renunciar. No hay cargos contra él, pues no ha cometido nada ilícito; solo ha hecho uso de sus prerrogativas legales, pero su pecado es haber enojado a los caviares, y sobre todo, haber osado enfrentar el poder de IDL y de toda la mafia caviar que controla los hilos del poder.
De otro lado, tenemos ahora al desequilibrado fiscal José Domingo Pérez gritando con megáfono en mano que se vaya Chávarry. Ahora no solo quiere que renuncie al cargo sino que se vaya del Ministerio Público. Esto es lo que pasa cuando no te ocupas de tus enemigos en el momento oportuno. Pedro Chávarry debió echarlo de la Fiscalía apenas este fiscal demente salió envalentonado de la audiencia en que apresó a Keiko y se puso a gritarle a la prensa que Chávarry debía renunciar. Eso era suficiente para proceder con total legalidad y separarlo del cargo mientras se le abre un proceso disciplinario. Pero Chávarry no hizo nada y el demente fiscal es hoy su verdugo.
Y por supuesto, todo este show contra Chávarry fue vendido a las masas, una vez más, como una "lucha contra la corrupción" y, para variar, estimulando el sentimiento antifujimorista de las últimas generaciones que han vivido adoctrinadas en el odio al fujimorismo y los noventas. De allí que haya tanto socialconfuso tratando de vincular a Chávrry con Keiko Fujinmori y el Apra, por el solo hecho de que ninguno de estos grupos se prestó a la farsa de acusar constitucionalmente a Pedro Chávarry en el Congreso. Así les devolvieron el pago cuando los grupos izquierdistas y oficialistas blindaron a Pablo Sánchez un año antes, cuando fue acusado de negligencia por no haber hecho nada en el caso Lavajato. Ese sucio blindaje de Sánchez fue vendido como "defensa de la institucionalidad", y ahora la expulsión de Chávarry es camuflada como "lucha contra la corrupción". Ese es el juego de palabras con que la izquierda confunde a los incautos y esconde sus verdaderas intenciones.
Al final ha quedado claro que ni Keiko ni el Apra estuvieron blindando a Chávarry por un interés particular, y que Chávarry nunca movió un dedo para favorecer ni a Alan ni a Keiko. Así que todo ese circo montado por los farsantes de izquierda, poniendo una vez más al cuco del fujimorismo para volver a engañar a los mismos incautos de siempre, y aprovechar los ímpetus rabiosos de los amaestrados en el antifujimorismo, ha quedado en evidencia. La izquierda cuenta con un contingente de perros rabiosos amaestrados para ladrar apenas ven la foto de Keiko, y tratan de usarlo siempre.
Por último, Keiko Fujimori claudicó ante la adversidad y se allanó a los dictados de Vizcarra, en sus intentos de declarar en emergencia el Ministerio Público, y pidió a sus huestes que lo apoyen, con lo cual, Keiko dejó de ser la lideresa de la oposición y tendrá que también ser removida de su pedestal. El Apra le quitó su apoyo a Chávarry y le sugiere que renuncie por torpe. Lo que está por verse es qué pasará finalmente con el Ministerio Público, que por ahora es la chacra de la izquierda oenegera y de sus lacayos infiltrados. Ya veremos hasta dónde podemos seguir cayendo como país.
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