sábado, 16 de diciembre de 2017

PPK y las claves de un fracaso político


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

A estas alturas ya es impensable la continuidad de Pedro Pablo Kuczynski en el cargo de presidente de la República. Su situación política es insostenible. Al margen de los alcances legales de sus operaciones financieras en detalle, lo que ha colmado la paciencia es su renuencia permanente a responder ante la comisión Lava Jato del Congreso y sus reiteradas declaraciones de inocencia, cuando al final se ha sabido que sus empresas tenían tratos con Odebrecht.

Tal vez si el presidente hubiese sido claro y explícito mostrando sus vínculos empresariales desde un principio, recibiendo a la comisión Lava Jato y respondiendo a sus preguntas, habría tenido algún margen para defenderse o manejar la situación con inteligencia, más aun si hubiese tenido buenos operadores políticos negociando en el Congreso. Por lo menos no habría quedado como un reverendo mentiroso y sin ninguna posibilidad de controlar el desconcierto general, como ha quedado ahora.

Pero las torpezas políticas de PPK no son de ahora. La verdad es que la torpeza es su marca. Fue bastante torpe hacer una segunda vuelta tan agresiva frente a Keiko Fujimori, sabiendo que el fujimorismo ya tenía mayoría absoluta en el Congreso. No había necesidad de caer en injurias tan bajas para ganar, ni mezclarse con toda esa escoria de zombies delirantes del antifujimorismo progresista. PPK se dejó captar por los sectores más radicales de la izquierda antifujimorista esquizofrénica, y se prestó a ser su muñeco de campaña. Estaba dispuesto a pagar cualquier precio por ganar, aun arriesgando la futura estabilidad en el poder. Al final fueron los medios caviares los que le dieron ayuda para ganar por un puñado de votos gracias al juego sucio.

Pasada la contienda PPK fue incapaz de voltear la página y convocar a las fuerzas políticas para armar un gobierno de ancha base, que era lo que correspondía con un presidente sin partido, sin cuadros, sin bancada de peso y sin masas. ¿Qué creyó PPK? ¿Que podía gobernar teniendo a los nakos de aliados? Desde el principio PPK se refugió en el autismo, con una actitud de desprecio hacia la mayoría del Congreso, confrontacional, arrogante y desubicado en su realidad. Nunca mostró la menor intención dialogante. 

Las únicas veces que PPK conversó con Keiko Fujimori, la lideresa del mayor partido político del país, y con mayoría absoluta en el Congreso, fue -primero- por iniciativa del cardenal Cipriani, que solo sirvió para la foto, y luego por iniciativa de la propia Keiko, a lo que aceptó solo por protocolo. ¿Qué era lo que le aconsejaban sus asesores? Evidentemente la confrontación con el fujimorismo. Esa fue la voz que tenía PPK detrás de bastidores, donde se notaba la silueta de Rosa María Palacios. 

Por último, la estrategia de eludir a la comisión Lava Jato del Congreso también fue una tremenda metida de pata. Y en esto jugaron su papel otros asesores de talla "constitucional". PPK se ocultó detrás de una falsa y ridícula defensa de la investidura presidencial para no darle cara a la comisión que solo quería oír su testimonio. Se limitaba a negar sus vínculos con Odebrecht detrás un grupete de ayayeros que mostraba indignación por la insolencia de la comisión Lava Jato. 

La verdad es que al final el Congreso solo ha necesitado mostrar una mano con dos patos para ganarle la partida al presidente. Lo que hace más grave la situación de PPK es toda su actitud previa de negación y evitamiento de cualquier interrogatorio. Y como si eso fuera poco, la falta lo ha pillado sin un solo aliado político que lo acompañe. Ni uno solo. Todos los grupos políticos han votado a favor de la  vacancia. Eso deja en claro la orfandad política en la que ha estado gobernando el presidente. Un presidente autista, aislado, sin aliados, sin partido ni perro que le ladre.

Ahora solo le queda a PPK apechugar, esperar la comunicación del Congreso notificándole su vacancia, y despedirse de todos, no sin antes darles las gracias por los valiosos servicios prestados a todos sus brillantes asesores que lo llevaron por el camino de la soledad y la confrontación. 

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