Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
La realidad fría y simple es que el gobierno de PPK ya es insostenible. Está tocado de muerte y solo queda esperar su agonía mientras lo vemos desangrarse. Tal vez lo mejor sería darle una estocada desde el Congreso. No solo lo mejor para el pobre PPK sino principalmente para el país, pues no podemos permanecer en ascuas durante tanto tiempo. El país necesita recuperar su normalidad.
Más allá de los hechos fríos y concretos están las interpretaciones que nos dan los opinólogos, que en su gran mayoría tienen el cerebro afectado de antifujimorismo. Para ellos la culpa de todo es obra del fujimorismo que anda con la sangre en el ojo por haber perdido las elecciones, porque aun no supera la derrota, porque busca la impunidad, porque quiere dar un golpe y tomar el poder, etc. El mundo de los fujinoicos es amplio y variado, como las alucinaciones de pacientes psiquiátricos.
El hecho concreto y real es que el Perú ha sido víctima de la peor mafia política de toda su historia en estos últimos 17 años. Eso es un hecho en el que nada tiene que ver el fujimorismo. Al contrario, es responsabilidad de toda esa escoria progre-caviar surgida a partir de la caída del fujimorato, disfrazada de defensora de la democracia, luchadores anticorrupción, profetas de la moral y dueños de la verdad histórica. Es toda esa gentita bien que apoyó y determinó los triunfos electorales de Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Susana Villarán y PPK los únicos culpables de la crisis.
Cómo serán de cínicos y desvergonzados estos progres y caviares, que después de haber marchado con sus banderas antifujimoristas y colocar a sus peleles en el poder, ahora que la crisis revienta tienen el cuajo de culpar al fujimorismo.
Lo peor de todo es que no solo es una crisis de gobiernos que nos dejaron deudas cuantiosas en obras inservibles como la refinería de Talara. La realidad es peor porque la corrupción y la mafia han infectado varias instituciones. Esos mismos adalides de la democracia y la transparencia, son los que han permitido que casi todas nuestras instituciones caigan en manos de la corrupción.
Se pasaron 17 años culpando al fujimorismo de los noventas de haber destruido las instituciones. Ahora nos toca pedirles cuentas sobre la podredumbre que hay en las instituciones actuales. ¿Quién confía hoy en el Poder Judicial y el Ministerio Público? Ya ni el Tribunal Constitucional es garantía de debido proceso. ¿Qué hicieron por las instituciones del Estado en todos estos años aparte de coparlos con su gente para cuidar sus intereses?
Es hora de pedirle al progresismo y la caviarada que tengan un poquito de vergüenza y de pudor. Dejen ya de culpar de todo al fujimorismo. Dejen de engañar a los bobos. Es de cobardes escudarse en otros. Pero eso es lo que son: cobardes.
Leer toda la mendacidad y paranoia de la izquierda en columnas y redes sociales es para terminar asqueado, pero sobre todo apenado por el triste nivel mental en que permanecen estos sectores aquejados por sus traumas y odios viscerales. Ya es hora de que apechuguen y se hagan cargo de sus corruptos. Toca ponernos atentos y exigir con indignación y rigor que la corrompida Fiscalía de la Nación se digne actuar contra la mafia, y que deje de armar sus circos contra Keiko.
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