Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
El asunto del lote 192, un viejo pozo petrolero que está a punto de secarse, ha reavivado el eterno fetichismo de la izquierda por las empresas estatales, y por Petroperú en particular. Es evidente que los sentimientos patrioteros, chauvinistas y xenófobos afloran al mismo tiempo cuando las turbas se excitan alrededor de consignas baratas y estúpidas, como las que predican los fanáticos de la izquierda estatista. Al final uno ya no sabe de qué trata la discusión. ¿Qué quieren finalmente? ¿Por qué luchan? ¿Por el medio ambiente? ¿Por la plata? ¿Por la empresa estatal? O como suelen decir los insufribles charlatanes de izquierda: por la dignidad, por el pueblo, por la justicia o alguna otra tontería retórica de esa clase.
Nuevamente vemos a los representantes de la izquierda patológica y retrógrada empeñados en reflotar Petroperú. ¿Por qué? Por pura ideología. Aunque se escuden detrás de pretextos "técnicos" maquillados, es pura ideología y capricho. Lo que al final de cuentas importa realmente es que el lote se explote y le saquemos provecho a ese petroleo. ¿A quién le importa si lo hace una empresa estatal, privada, japonesa o canadiense? La decisión debe tomarse al rededor de los balances y las ofertas. Quién ofrece un mejor margen. Es todo. Por supuesto, quienquiera que sea tiene que adecuarse a las leyes peruanas y cumplir las exigencias medioambientales y todo lo demás en lo que el Estado peruano ha demostrado ser pésimo. Fuera de estas consideraciones lo demás es basura retórica, capricho y estupidez.
Carece de sentido realmente todo este alboroto alrededor de un caprichito permanente de los rojos. Petroperú se ha convertido en un fetiche ideológico, en un tótem que rememora los nefastos tiempos del velascato, cuando el Perú entero sucumbía ante la ineficiencia de docenas de empresas estatales que nos legaron pérdidas cuantiosas que sumaban lo mismo que toda la deuda externa. Solo un ignorante puede criticar la privatización, remate y/o cierre de todas esas inútiles empresas estatales. Fue una de las mejores decisiones tomadas por Alberto Fujimori y que nos liberó de todo ese lastre que hundía año a año el presupuesto del país.
Pero en el mejor estilo izquierdista, resulta que la lógica no es aplicable, los balances económicos no importan, los estados y proyecciones financieras no interesan, la experiencia no cuenta, todo lo que hay que considerar es el mito patológico de izquierda y apostar caprichosamente por una empresa estatal, solo porque es estatal. Y precisamente estamos viendo un excelente ejemplo de cómo es que se manejan las empresas estatales: al grito de la chusma y del impulso del gobernante. Ese es el fin último de la empresa estatal: servir de instrumento político al líder para complacer a las masas exultantes que destilan patrioterismo barato. Solo falta gritar "¡hay patria!" en el mejor estilo chavista. ¡Exprópiese!
A estos delirantes de izquierda no les entran balas. No hay razones ni evidencias que los hagan recapacitar. La historia no les sirve para aprender. Como buenos chiflados, siempre tienen una excusa para justificar el desastre del pasado: fue una guerra económica de la derecha, una obra de la CIA, la quebraron intencionalmente, mintieron en los balances, querían hacer un negociado, etc. Además tienen sus clichés ideológicos para argumentar sus tonterías, como el de "es una empresa estratégica" y la más idiota de todas: "en otros países también hay". De hecho, idiotas hay en todas partes. Pero eso no justifica que los sigamos. Ya vemos en qué han terminado PEMEX, PDVSA y Petrobrás, por mencionar a las más grandes empresas estatales de petroleo, sumidas en la ineficiencia, el desfalco y la corrupción. Pero al contrario de lo que suelen repetir los de izquierda acerca de no repetir la historia, a la izquierda le encanta repetir la historia.
Nada más insensato que querer una empresa petrolera cuando no tenemos riquezas petroleras que lo justifiquen, y justo cuando el precio del petroleo se va de cara en el mundo. Sale muy caro mantener el dinosaurio. Peor aun Petroperú ya está comprometida en una absurda aventura empresarial con la refinería de Talara, y empeñado hasta el cuello. De poco le va a servir un pozo a punto de secarse y cuyo petroleo es pesado y cada vez mas costoso extraer. En fin. Solo el delirio ideológico de la izquierda cavernaria puede dar cabida a tanta insensatez y convertirla en propuesta. Pero lo peor de todo no es que la izquierda se comporte como izquierda, después de todo son lo que son. Lo peor de todo este asunto es que los líderes de derecha acaben plegándose a la estupidez estatista solo por complacer a la chusma. Es evidente que no son líderes sino meros candidatos poseros en busca de votos. Un líder verdadero es el que sale al frente del pueblo para explicar y convencerlos de lo que conviene. Eso es lo que no tenemos. Solo hay caudillos de chusma.