Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Una vez más el nefasto Ministerio de Cultura, cuya única utilidad parece ser el de servir como agencia de empleos del régimen, acaba de financiar otra película “progresista” que rinde tributo a nada menos que Javier Diez Canseco, funesto personaje de la izquierda patológica de los turbulentos años 70 y 80, y que no tiene absolutamente ninguna relevancia positiva en la vida de la República. Una vez más nuestros impuestos son robados por la ideologizada burocracia del MINCUL, para financiar el festival de cine progresista que no se cansa de rendir tributo a toda clase de esperpento de izquierdas, desde el dictador Juan Velasco Alvarado hasta el criminal Hugo Blanco, pasando por el joven guerrillero Javier Heraud. Como que ya es demasiado ¿no? Esto ya es un robo profundo.
Javier Diez Canseco Cisneros es el máximo representante de la izquierda farisea y pituca miraflorina, que apareció en los 60 y 70 como una infección cultural provocada por la revolución cubana y la influencia del comunismo soviético. Formó parte de una casta de niños bien que, luego de pasar por los mejores colegios religiosos de Lima llegaron a la PUCP, donde acabaron en la militancia marxista soñando con ser el Che y jugar a la revolución proletaria. Esta izquierda no surgió de las fábricas ni del campo sino de los clubes sociales de sectores acomodados, donde sobresalían apellidos como Dammert, Lynch, Villarán, Letts, etc. Hijitos de papá que prefirieron jugar a la revolución mientras otros se hacían hippies. Era una izquierda aristocrática que pretendía tomar el poder por las armas, con el cuento de “liberar a los oprimidos”, pero que luego –como se vio en Cuba- se quedan en el poder para vivir como reyes mientras oprimen más a los supuestos “liberados”.
Javier Diez Canseco formó algunos de los tantos partiduchos de la izquierda delirante de los 70. Era un resentido social con sentimientos de culpa que detestaba a los de su propia clase. No debe sorprendernos que acabara apoyando al terrorismo en su versión castrista del MRTA. Nunca olvidemos que quienes protegían a Abimael Guzmán a la hora de su captura final no eran campesinos ni obreros sino un grupito de gentita bien, chicos lindos de la izquierda snob miraflorina con apellidos notables. Maritza Garrido Lecca, la custodia de Abimael Guzmán era una dulce, bella y noble señorita educada en el Sophianum y en la PUCP, dedicada a danzar valet. No nos confundamos por la alcurnia, clase social o currículum de estos candelejones izquierdistas. El mismo Abimael Guzmán estaba muy lejos de ser un pobre campesino. Tanto él como su esposa, fundadores de Sendero Luminoso, pertenecían a familias de clase social acomodada. No fueron pues obreros ni campesinos ni proletarios los que se levantaron en armas en el Perú. Fue la noble pituquería que hoy andan todavía en sus ONG, con su nuevo disfraz de defensores de DDHH.
Javier Diez Canseco formó el movimiento "Clase Obrera" sin haber pisado jamás una fábrica, ni saber lo que es un salario ni un horario de trabajo. Se dedicó por entero a la agitación política, aprovechando la comodidad de su posición económica. A los 30 años, en medio del vendaval izquierdista, ingresó a la Asamblea Constituyente de 1978 donde Hugo Blanco obtuvo la mayor votación de izquierda. Desde entonces, JDC se pasó el resto de su vida como un “infiltrado” en el Congreso, siempre obstaculizando la labor de las FFAA en la lucha contra el terrorismo. Tuvo el desparpajo de iniciar un proceso judicial para que el Estado le pague los años no cobrados (ni trabajados) de su período congresal tras el golpe de Fujimori. Y pese a acusar de “dictador” a Fujimori nunca dejó de participar en los procesos electorales. En el 2006 se presentó como candidato a la presidencia, pero solo obtuvo el 0.5% de los votos.
Para nadie es un secreto que JDC estuvo vinculado al grupo terrorista MRTA, al que llenaba de elogios y justificaba su accionar cada vez que era invitado a las reuniones del Foro de Sao Paulo. Existen documentos y reportes de inteligencia internacional que lo prueban. Fue fundador de Aprodeh, una ONG dedicada a defender terroristas capturados del MRTA, grupo por el que abogó ante el Parlamento Europeo pidiendo excluirlo de la lista de grupos terroristas. Así que no nos hagamos los ciegos. Javier Diez Canseco fue un funesto personaje cercano a los sectores más radicales y violentos de la izquierda. Todos fuimos testigos del trato preferencial que el terrorista Nestor Cerpa Cartolini le dispensaba a JDC en la residencia del embajador japonés, capturada por el MRTA, formando parte del primer contingente de liberados luego de sus intentos de servir como interlocutor para lograr una salida negociada entre el MRTA y el gobierno.
Si la izquierda quiere hacer una película sobre este nefasto personaje, que lo haga, pero con su plata. Los peruanos no tenemos por qué financiar con nuestros impuestos cintas de apología a esta clase de personajes que nunca le aportaron nada positivo al país. Ya es hora de ponerle un pare a esta actitud vergonzosa del Ministerio de Cultura. Que dejen de robarnos.
Excelente análisis Continúa así por favor
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