Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Lentamente empieza a correr el telón para dejar al descubierto la opereta de Palacio de Gobierno, en donde un clan de amigos íntimos del presidente Martín Vizcarra Cornejo se dedicaba a las fechorías más vulgares aprovechándose del poder. Desde luego que la responsabilidad y participación del mismo presidente Vizcarra en todo ese entuerto de favoritismos y contrataciones ilícitas están descontadas. Más aún, él es el cabecilla de la banda que opera al amparo del poder y al margen de la ley. En estos momentos los personajes menores de la tragicomedia palaciega están procesados por la Fiscalía y con detención preliminar que, si se sigue el libreto fiscal ya conocido, debe proseguir con una prisión preventiva. ¿Adónde conducirá todo esto?
Por ahora debemos poner algunas cosas en claro. En primer lugar, a Vizcarra ya se le cayó el disfraz de luchador anticorrupción que vino usando para encandilar a las masas y atacar al Congreso "fujiaprista" en busca de pretextos para cerrarlo. Al igual que sus predecesores Ollanta Humala y Alejandro Toledo, que usaron el mismo disfraz de luchador anticorrupción para llegar al poder y gobernar atacando a sus enemigos, Vizcarra ha resultado ser un fraude y un corrupto más en la larga lista de presidentes sin moral ni talla de estadistas. Y seguramente, tarde o temprano, Vizcarra seguirá la misma suerte que ellos y acabará con su chaleco de detenido antes de acabar en prisión.
Pero Vizcarra está muy por encima de todos sus antecesores en varios aspectos. Por ejemplo, ninguno de los anteriores se atrevió a erigirse como un dictador y gobernar pisoteando la Constitución, invadiendo los fueros de la Fiscalía y el TC dirigiéndoles mensajes aleccionadores, o interfiriendo en las facultades del Legislativo para emprender cambios constitucionales. Y todo esto mientras daba discursos de respeto a la Constitución, a la institucionalidad y a la separación de poderes, con el más descarado acto de cinismo que jamás se haya visto. Nunca antes habíamos estado frente aun completo caradura carente del más mínimo sentido de vergüenza al momento de proferir sus mentiras y embustes en sendos mensajes a la nación, tanto para decir que era respetuosos de la Constitución como para asegurar que en su gobierno no funcionaba el tarjetazo.
La obra cumbre de este caradura fue sin duda el golpe de Estado que perpetró cerrando el Congreso para evitar que se cambie a los miembros del Tribunal Constitucional, porque ese y nada más que ese fue el detonante del golpe. ¿Tan importante era mantener en sus cargos a los miembros del TC? ¿Quiénes estaban detrás de esta conjura? Vizcarra es un hombre solitario, sin partido ni bancada ni cuadros. ¿Qué interés podía tener en defender la permanencia de estos miembros en el TC hasta el punto de dar un golpe de Estado y cerrar el Congreso? Todavía quedan muchas preguntas por responder y esperemos que algún día, con mejores tiempos democráticos, se abra una investigación profunda de lo que hubo detrás de ese extraño y desesperado golpe de Estado de Vizcarra. Y por supuesto, esperemos que todos los implicados en ese golpe paguen con cárcel su osadía.
Acá no se trata de si el Congreso era bueno o malo o si blindaba a los supuestos "corruptos" señalados por una prensa mafiosa al servicio del poder de turno. Todos los congresos son malos. Y acá son de lo peor siempre. Pero nada de eso justifica un golpe de Estado. Así que quienes defienden el golpe de Vizcarra con el ridículo argumento de que ese Congreso era muy malo, deberían aprender un poco de lo que significa la democracia y el Estado de derecho. Es una lástima que por sus odios, algunos acaben aplaudiendo a un dictador corrupto y sinvergüenza que ha llevado al Perú al desastre. Y lo peor es que estos mismo adoradores de Vizcarra son los más críticos de Fujimori, lo cual demuestra su falta de criterio republicano y su doble moral.
Ahora que Vizcarra ha quedado sin su mascarada de luchador anticorrupción y está convertido en el cabecilla de una banda de trepadores y aprovechados de poca monta y baja estofa, ahora que Vizcarra nos ha conducido a la hecatombe de la crisis económica, el déficit, el desempleo y la muerte, ¿quedarán todavía peruanos que apoyen a este incapaz?
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