domingo, 25 de agosto de 2019

Hablándole a la pared


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

La elección de Pedro Olaechea en la presidencia del Congreso le ha dado un giro a la política nacional. Para empezar, no se trata de un improvisado del montón, salido de la nada, como suelen ser la mayoría de los que hoy actúan en el escenario político, empezando por el propio presidente de la República, Martín Vizcarra, cuyo único antecedente político es la de agitador antiminero y, como consecuencia de eso, gobernador de una pequeña región del país. 

Pedro Olaechea es un economista de la PUCP con maestría en el Reino Unido. Posee una amplia trayectoria en el sector público y privado. Fue presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (2009-2012) y director gerente de la Compañía Minera El Futuro de Ica S.A.C. (2003-2015), entre otros muchos cargos, además de ser un destacado empresario. En el sector público fue miembro del Consejo Nacional del Trabajo por 15 años y vicecónsul honorario de Dinamarca desde el 2004. Además es una persona culta e intachable que proviene de una familia de rancio abolengo. No es pues cualquier hijo de vecino. 

Está claro, sin embrago, que la plaga de limitados mentales del progresismo y de la izquierda infecto contagiosa en su conjunto, no pueden ver ni en pintura a Pedro Olaechea, por el solo hecho de no ser parte de su cofradía de zombies antifujimoristas. Así es como tienen de atrofiado el cerebro esos indigentes mentales que vomitan odio sectario al mejor estilo comunista. Sin embargo, idolatran al incapaz de Martín Vizcarra, justamente porque les ha dado el gusto de pechar al Congreso, fastidiar al fujimorismo y apoyar a la mafia caviar defendiendo a los fiscales de IDL y atacando a Pedro Chávarry. De manera que tenemos a dos personajes sumamente diferentes frente a frente.

Como persona culta y demócrata, Pedro Olaechea se sustenta en la Constitución y la ley, para guiar sus actos políticos. Por su parte, Martín Vizcarra ignora la Constitución, la cual pretende cambiar a su antojo y pasar por encima del Congreso cuando le viene en gana. Como buen populista, Vizcarra pretende guiar sus actos por las encuestas y el griterío de la gente. Mientras que Olaechea piensa en lo mejor para el país, Vizcarra piensa en lo mejor para él y sus aliados. ¿Qué es lo mejor para Vizcarra? Pues soltar la papa caliente del gobierno, en donde ya vio que no ata ni desata. El país se le está yendo de las manos. ¿Qué es lo mejor para la izquierda delirante y rabiosa? Traerse abajo el Congreso, sacar al fujimorismo de la política, generar el caos y pedir Asamblea Constituyente. 

El caos es el negocio de la izquierda. Vizcarra es el mejor aliado que han encontrado para provocarlo, pues se trata de un hombre mentalmente limitado, de escaso discernimiento y pobre criterio y sin mayor ambición en la política. Vizcarra es tan estúpido que escucha los concejos de la izquierda. Y eso lo puede llevar tarde o temprano a la cárcel, si se le ocurre cerrar el Congreso, como le pide la chusma y los deteriorados mentales del rojerío. 

Por todo esto, la invitación que Pedro Olaechea le ha extendido a Martín Vizcarra caerá en saco roto. Está claro que Vizcarra es un pobre diablo incapaz de dialogar y buscar consensos. De lo contrario ya lo hubiera hecho. Solo las personas inteligentes buscan resolver los conflictos mediante el diálogo. En cambio, los brutos creen que haciéndose más agresivos van a ganar. Son pues dos personas con estilos, inteligencia y modales muy diferentes. Vizcarra es un patán, mientras que Olaechea es un caballero. ¿Qué puede salir de ese encuentro? Nada.

Cómo será de idiota y patán Martín Vizcarra que ya anticipó que ningún diálogo lo hará desistir de su berrinche de 28 de julio y de su extravagante e inconstitucional pedido de adelanto de elecciones. En vista de lo cual, Pedro Olaechea debería ahorrarse la molestia de ir a palacio a dialogar con ese rufián. No vale la pena. No llegará a nada. Vizcarra no está interesado en solucionar problemas, no le interesa el país, no le importa la Constitución. Cree que puede hacer lo que le da la gana. Lo único que quiere es es tumbare a este Congreso como sea, incluso perdiendo el cargo. Ese ha sido su único objetivo desde que asumió como presidente: fregar al Congreso para complacer a la chusma, a sus aliados de izquierda y a la prensa mermelera dominada por la caviarada antifujimorista.

El gran problema del país es que no tiene futuro. La nave del Perú está siendo conducida por un irresponsable chofer sin licencia, a quien no le importa si nos estrella. ¿Qué viene después del adelanto de elecciones? ¿Acaso alguien cree que tendremos un mejor escenario? ¿Creen que el electarado votará mejor que en las últimas tres elecciones? ¿Que tendremos mejores candidato siquiera? No. Nada de eso va a ocurrir. Volverán a elegir a un idiota de presidente, y llenarán el Congreso con una plaga de improvisados gracias a su estúpida reforma que anuló la reelección. 

Lo que debería hacer el Congreso es hacer respetar la Constitución y tirar al tacho de basura el proyecto presentado por el gobierno. No hay manera de que el gobierno obligue al Congreso a no cumplir la Constitución ni a reformarlo. Y una reforma tampoco aplicaría a este régimen que ya fue elegido por cinco años. Así que el Congreso debe archivar la propuesta y seguir adelante. Si el incapaz de Vizcarra no puede o no quiere seguir de presidente que renuncie. No queda otra. 

domingo, 18 de agosto de 2019

Un presidente bananero


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

La última ocurrencia de Vizcarra es el adelanto de elecciones. Cada vez que habla en el Congreso saca un conejo de su sombrero para cambiarle la agenda al país con reformas que son pura basura. El año pasado fue su mamarracho de reforma constitucional que impuso con majadería invocando la cuestión de confianza y hasta referendum. Lo hizo haciendo alarde de su verborrea y demagogia barata, y apelando al sambenito de la lucha contra la corrupción, un refrito que ha resultado ser muy eficaz para toda clase de politiqueros en los últimos 20 años. 

En las pasadas Fiestas Patrias Vizcarra leyó un somnífero mensaje a la nación, donde no tuvo nada que mostrar en su año de gestión, pero lo maquilló prometiendo grandiosas políticas públicas, para terminar con su típica jugada de matón de barrio, pechando al Congreso, del cual dijo que ya no representa a los peruanos. Como si él representara a alguien. Las encuestas no son referentes democráticos ni legales. Un payaso puede ser muy popular pero eso no significa que represente a los peruanos. 

La última payasada de Vizcarra fue proponer el adelanto de elecciones, según dijo, porque no hay otra forma de superar la crisis. ¿Cuál crisis? La que él mismo había estado generando durante todo el tiempo en que tuvo el cargo de presidente, es decir, el conflicto con el Congreso. Su excusa puntual fue que no se había respetado la esencia de sus propuestas de reforma constitucional y que el Congreso había "saboteado" el sentir popular al defender la inmunidad parlamentaria. Aunque parezca mentira, esos fueron sus argumentos. Una vergüenza realmente.

La pataleta de Vizcarra se produce entonces porque no le dan gusto en las reformas que él quiere y como él las quiere. En consecuencia, hay una crisis de gobernabilidad, según él. ¿Necesita el gobierno reformar la inmunidad parlamentaria para seguir gobernando el país? ¿Desde cuándo eso es un asunto que afecta la gobernabilidad? Realmente hasta como excusa suena bastante estúpido. Todo lo que deja en claro esta actitud de Vizcarra es que se trata de un sujeto sumamente limitado, que no sabe lo que es la democracia ni el Estado de Derecho ni el respeto a las instituciones. Es un patán en todos sus aspectos.

El Congreso, le guste o no a Vizcarra, es el primer poder del Estado y surge del voto popular. Allí están representadas todas las tendencias políticas y regiones del país. Que haya una mayoría que no le agrada a él y a los comunistas, no le quita su valor democrático ni su legalidad institucional. Lo que debería aprender Vizcarra es a respetar al Congreso. En última instancia, puede desentenderse del Congreso y dedicarse a gobernar sin necesidad de estar armando un pleito cada cierto tiempo, cuando baja su popularidad en las encuestas.

En este momento, las únicas bases de Vizcarra son los comunistas del Frente Amplio y Nuevo Perú, las cloacas de la izquierda en las redes sociales y la prensa mermelera que depende de la publicidad mafiosa del Estado, que ha crecido a niveles extravagantes sin que a nadie le importe. Por supuesto, también lo apoyan los representantes de la mafia caviar, que están en  el poder desde los días de Ollanta Humala y que nunca se fueron. En resumen, este régimen de Vizcarra sigue teniendo como base todos los sectores que apoyaron a Humala. De hecho, uno de sus principales defensores es el ex Presidente de la PCM, Pedro Cateriano. 

Lo increíble es que todos estos sectores mafiosos de izquierda caviar están dándole soporte a la última propuesta de Vizcarra, como si eso fuera la solución a la crisis que Vizcarra genera con su inoperancia y estupidez permanente. Al parecer lo que la izquierda quiere es deshacerse de Vizcarra pero no quedarse con Meche Araoz ni con la mayoría fujimorista de este Congreso. El problema es que la propuesta de Vizcarra es inconstitucional, por la sencilla razón de que ellos fueron elegidos por cinco años. Eso manda la Constitución que juraron cumplir. 

Se puede cambiar la Constitución para recortar mandatos, pero eso aplicaría a futuro. No a este régimen, obviamente. Como tampoco se le aplicaría si decidieran ampliar el mandato a seis años, como era antes. Nunca hemos tenido períodos de cuatro años. No es la tradición constitucional del Perú. Además, no hay mayores argumentos para recortar el mandato. Que Vizcarra sea incapaz de solucionar sus conflictos con el Congreso no es motivo suficiente para cambiar la Constitución. 

Al parecer, el Congreso ya le perdió el miedo a Vizcarra. Primero porque el mismo Vizcarra se ha dado cuenta que no puede pedir voto de confianza para cambios constitucionales. Eso es ilegal, ya que el presidente no tiene facultad para cambiar la Constitución. Pero tan idiotas son los congresistas que el año pasado le aceptaron el pedido de voto de confianza y se lo dieron. Era una jugada extraña ya que no se sabía sobre qué era el voto de confianza, ya que la tarea de modificar la Constitución recae en el Congreso y no en el Gobierno. No tiene sentido que el Gobierno pida voto de confianza para una tarea que le compete al Congreso. Pero así de idiotas son nuestros políticos.

Una vez recibido el voto de confianza, parece que los idiotas del gobierno se percataron de que al final el Congreso podía hacer las reformas que quisiera. Entonces salieron con el cuento de que si no  hacían las reformas como estaban planteadas, es decir, al pie de la letra, ellos interpretarían que el voto de confianza les fue negado. Otra imbecilidad propia de estos políticos de pacotilla. El voto de confianza se da en votación y punto. Después no caben interpretaciones. Al final, los limitados del gobierno se dieron cuenta de que lo que habían hecho era una total estupidez, y que no podían usar ese tonto argumento de la confianza denegada a posteriori para cerrar el Congreso. 

Esto fue lo que los llevó a la pataleta desesperada de pedir adelanto de elecciones para que se vaya el Congreso. Y claro que tuvieron que incluirse ellos mismos en el pedido. Es decir, Vizcarra prefiere irse del poder con tal de tener el placer de cerrar este Congreso de cualquier manera. Ese es el nivel de pobreza mental y delirio psicótico que padece Vizcarra. Más allá de su tenaz odio por el Congreso no tiene otros objetivos de gobierno. Por eso es que el país está como está. Nada le importa a Vizcarra. Es una hoja llevada por el viento de la opinión popular. Y como la chusma siempre odia a los congresistas y adora al payaso que tiene el poder, Vizcarra cree que su misión bíblica es cerrar el Congreso como sea, aun perturbando la tranquilidad del país.

Esto es lo que pasa cuando se tiene un pelele de presidente. Un presidente digno de una republiqueta bananera, donde una tribu de salvajes lo carga en peso para pasearlo alrededor del fuego sagrado. 

lunes, 5 de agosto de 2019

Un idiota encantador


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

La característica principal de un idiota es que siempre crea problemas donde no los hay. Nunca será capaz de resolver un solo problema real, pero es un campeón tratando de resolver falsos problemas que solo existen en su imaginación. Todos nos hemos chocado alguna vez con un idiota. Es alguien que de la nada o de la cosa más nimia termina armando un escándalo mayúsculo. Y lo peor es que no resuelve nada. Al contrario, empeora algo que era simple y lo deja sin solución. Bueno pues, lo que antecede es una descripción cabal y precisa de lo que hoy tenemos como presidente de la República, el señor Martín Vizcarra. 

Ya todos están conscientes de que en año y medio de gobierno Martín Vizcarra no ha resuelto ni un solo problema del país. Es más, ni siquiera los ha enfrentado. En su último mensaje a la nación por Fiestas Patrias no dijo una sola palabra sobre seguridad ciudadana, que es el problema más grave que señalan los ciudadanos en las encuestas. ¿No es eso raro en un gobernante que vive hablando de la "voz del pueblo"? La delincuencia se ha desatado en todo el país y no vemos respuesta alguna de este gobierno. La reconstrucción del norte sigue paralizada. Las reformas urgentes que se requieren para reactivar la economía no se encaran ni se desarrollan. 

¿En qué ha sido bueno Vizcarra en todo este tiempo de gobernante? En una sola cosa: en armar líos con el Congreso tratando de reformar algo que no tiene remedio, que es la clase política. ¿Es acaso su trabajo como presidente preocuparse de la calidad de la clase política y pretender reformas absurdas que no tienen ni pies ni cabeza? No lo es. Todo su afán es vivir criticando a la clase política, como lo han hecho todos los dictadores del siglo XX y más. No hay un tiranuelo que no haya usado el sambenito de condenar a la clase política para erigirse como el salvador de la patria. Desde Velasco hasta Chávez, todos han salido a maldecir a los partidos tradicionales. Y hoy Vizcarra hace más de lo mismo. Utiliza el libreto más gastado de todos los charlatanes baratos sin oficio. 

Desde luego que todo buen idiota en el poder, dedicado a armar show a base de peleas con la clase política o con el Congreso, se gana las simpatías de un público ignorante que disfruta del espectáculo, alentando al nuevo matón que zarandea a los odiados políticos. Lo lamentable es que mientras gozan del espectáculo y aplauden al patán, el país sigue agravando su crisis en todos los sectores. La salud está peor cada día, los médicos en huelga, los hospitales colapsados, los más pobres haciendo colas desde las 3 de la madrugada para alcanzar una cita. Los colegios siguen sin mantenimiento, acá mismo en la capital, donde las denuncias de los padres de familia no cesan por el mal estado de los colegios. Y la delincuencia ni qué se diga.

La ignorancia de la gente hace que un payaso como Vizcarra pueda hacer sus actos de payasería en contra del Congreso, y salir entre aplausos, pese a la pésima gestión que hace. En el Perú las cosas están al revés. Es el Congreso el que debe mirar y fiscalizar los actos del gobierno. Para eso está y esa es su principal misión. Pero acá ocurre todo lo contrario: es el inepto de Vizcarra el que vive mirando al Congreso y exigiéndole las reformas "políticas" que a él le vienen en gana, a pesar de que esa no es su función como gobernante. El Congreso es el único que tiene atribuciones para reformar la Constitución, pero acá es el presidente el que se arroga dicha función. Y todos aplauden. 

Lamentablemente la ignorancia de la gente hace que todo este ambiente descalabrado sea posible. Y a este caos contribuyen muchos otros ignorantes que fungen como periodistas conduciendo programas donde en lugar de educar al público en temas de democracia y Constitución, lo que hacen es seguir alentando la pelea de callejón entre el Gobierno y el Congreso. Todo es tan absurdo que realmente este país da pena. Aunque mañana se fueran todos y volvieran a votar, el pueblo seguiría eligiendo mal por sus altos niveles de ignorancia y porque ahora, gracias a las estúpidas reformas hechas a la volada, bajo amenaza y por joder, los candidatos van a ser peores que antes. Provecho.

domingo, 4 de agosto de 2019

Un pequeño tiranuelo perdido


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

El presidente Martín Vizcarra ha tenido la desfachatez de pedirnos "grandeza" para traernos abajo el Estado de Derecho y acceder, una vez más, a sus caprichos de reforma constitucional, tal como a él le parece que debe ser. Es decir, en los hechos, Vizcarra ya asumió todos los poderes, pues ahora es él quien reforma la Constitución poniendo bajo amenaza al Congreso, además de involucrarse en la marcha del Ministerio Público, donde logró hacer expulsar al Fiscal de la Nación Pedro Chávarry, a quien todavía no deja en paz, ya que sigue opinando sobre su suerte en el Congreso.

El Perú está en manos de un pequeño tiranuelo que se cree dueño del poder absoluto, ignora todos los modales democráticos y hace lo que le viene en gana. Y todo lo hace con la torpeza propia de un campesino sentado en la mesa del rey. En cada gesto y palabra, Vizcarra demuestra ser un completo ignorante de la política, un déspota disfrazado de demócrata, que habla de unidad y diálogo mientras zarandea al Congreso y amenaza la estabilidad institucional y democrática del país. 

Y como suele suceder en la historia, el tirano goza de popularidad. Esto es fácil cuando se tiene el control casi absoluto de la prensa, como lo tiene Vizcarra. Los más grandes grupos de medios le deben su existencia al gobierno, pues viven de la fabulosa publicidad estatal. Allí tenemos pues a los principales diarios, canales de TV y emisoras radiales vomitando fuego contra el Congreso todos los días y alabando al tirano que "ha puesto en jaque al Congreso". La masa de borregos en las calles es arriada por estos conductores de medios y columnistas baratos que glorifican al dictador y braman contra el Congreso.

A esa masa de ignorantes y tontos útiles que aplaude al tirano desde las calles y las redes sociales, hay que sumarle la izquierda, siempre atenta a agitar más las aguas turbias de la política. La gusanera de la izquierda cobra vida cuando huele el cadáver de la democracia, se arremolina en torno a la putrefacción de las instituciones y aprovecha para darle el toque de muerte final al Estado burgués. La izquierda juega su propio partido en espera de que todo colapse y pueda exigir una nueva Asamblea Constituyente, para cambiar la odiada Constitución de 1993 que sacó al Estado del rol central de la economía. De este modo, Vizcarra juega en pared con la izquierda retrógrada y fracasada. 

Este es el triste panorama de la democracia peruana ad portas del bicentenario: una democracia amenazada por el propio presidente que ha resultado ser el sujeto más incapaz que haya ejercido ese cargo en toda la historia, un ignorante político devenido en tirano, como suele suceder con los ignorantes en el poder, y que a falta de planes de gobierno y de capacidad de gestión, ha terminado siendo una amenaza para la institucionalidad del país. Martín Vizcarra es un patán de la política, sin modales ni voluntad de lograr acuerdos. Todo lo que ha hecho Vizcarra hasta ahora es imponerle sus caprichos al Congreso bajo amenaza de disolución. Y como no le dieron el gusto en sus reformas, y no puede disolverlo, ha montado en cólera como un niño engreído y malcriado. Ahora golpea las estructuras del Estado exigiendo que se vayan todos porque no le hacen caso. ¿Se puede ser más infantil y estar de presidente?

Tenemos que aguantarle más caprichos a este felón que tenemos de presidente. Caprichos que ponen en riesgo la estabilidad del país. Exigencias histéricas y arrebatadas que son impropias de un gobernante serio y respetuoso de la Constitución, que es lo mínimo que se puede exigirle a quien detenta el cargo más alto de la nación: respeto a la Constitución y a las formas democráticas en la política. Pero el tiranuelo de Vizcarra es un matón de barrio que se cree por encima de la Constitución y del Congreso, convencido de que los aplausos de la chusma ignorante y de la prensa prostituta lo avalan para hacer lo que le viene en gana. Tampoco debe extrañarnos que salgan por allí la tradicional fila de ayayeros, opinólogos, constitucionalistas de carretilla y politiqueros del ayer, que aparecen con poses de patricio avalando las trapacerías de Vizcarra, no por amor al país sino por odio a la mayoría del Congreso.

Ahora le toca al Congreso la fundamental e histórica tarea de defender la institucionalidad del país, hacer prevalecer la Constitución, la democracia y el Estado de Derecho, por encima de los arrebatos de ese felón con aires de dictador caribeño que detenta la banda presidencial por azar. Esperemos que Pedro Olaechea esté a la altura de las circunstancias y del reto que el momento plantea. El Perú tiene muchos serios problemas que enfrentar antes que perder tiempo discutiendo las boberías que se le ocurren al inepto de Vizcarra. Lo que le corresponde a Martín Vizcarra es renunciar y dejar el cargo en el que ha demostrado ser un completo inútil. Eso sería lo mejor para el Perú si queremos llegar como nación al bicentenario.