Por: Erick Yonatan Flores Serrano
Coordinador General
Desde hace mucho tiempo, los que estudiamos filosofía política hemos tenido que soportar juicios absurdos y críticas muy elementales sobre lo que es y lo que no es el liberalismo. Muy a menudo, la gran mayoría de personas -bajo la influencia de intelectuales y académicos que poco o nada saben sobre estas cosas- acusan al liberalismo de ser el responsable de la existencia de instituciones como el Fondo Monetario Internacional y/o el Banco Mundial, instituciones que nada tienen que ver con el ideario que John Locke, a través de su Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, ofreciera al mundo en los últimos años del Siglo XVII. Locke es el padre del liberalismo clásico y, si bien es cierto que existen diversas corrientes de pensamiento dentro del liberalismo, ninguna de estas puede identificarse con las instituciones antes mencionadas.
Cuando uno habla liberalismo, al tratarse de una ideología que alberga muchas corrientes de pensamiento, es imposible hablar del liberalismo como algo uniforme e invariable en el tiempo. El liberalismo clásico de Locke tiene matices bastante marcados frente al liberalismo de Mises. Hayek no defiende necesariamente las mismas ideas que defiende Bastiat. Friedman representa un liberalismo bastante peculiar si lo comparamos al de Ayn Rand. Y así podría seguir mencionando autores que, producto de sus ideas y el contexto histórico donde se desarrollan, varían mucho en varios aspectos. Sin embargo, pese a la enorme diversidad que existe dentro del liberalismo, es posible encontrar -como denominador común y muy en términos generales- que la defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada, es el elemento central y característico de todas la corrientes de pensamiento que se precien de ser liberales. Los grados pueden variar pero la defensa de estos tres aspectos son la clave para ir entendiendo lo que es y lo que no es el liberalismo.
Dicho esto -que no tendría que ser ninguna novedad porque con estudiar algún manual sobre historia de las ideas, bastaría para tener claro este asunto-, resulta muy curioso que existan personas que todavía crean que los liberales, por ejemplo, defendemos la existencia del Fondo Monetario Internacional, que en uno de sus últimos informes, menciona que la reserva fiscal del Perú es bastante limitada y -como no podría ser de otra forma- recomienda que el gobierno peruano incremente la recaudación a través del aumento de los impuestos, todo con la única intención de mantener la calidad del gasto social y de infraestructura. El FMI a favor de incrementar el impuesto a la renta, que no es otra cosa que una adaptación de los impuestos progresivos que Marx y Engels recomendaban para hacer estallar el sistema capitalista en el Manifiesto del Partido Comunista.
El FMI puede ser una institución que podemos encasillar en cualquier ideario pero no en el liberalismo. Pero como la gran mayoría de personas siempre encuentra más fácil creen en mitos que informarse y estudiar las cosas, hoy tenemos un grueso número gente que, a la par de indignarse -con justa razón- por las consecuencias que estas instituciones causan en las economías de los países, muestran una profunda ignorancia al tratar de vincularlas con el liberalismo.
Parafraseando a Rothbard, el padre del anarcocapitalismo, no es un crimen ser un ignorante en filosofía política que -después de todo- es una disciplina compleja, lo que sí es bastante irresponsable, es tener una opinión radical y vociferante estando en estado de ignorancia. Este es el gran drama que padecemos a día de hoy pero también representa el gran reto de nuestro tiempo. Es imperativo que nosotros, los luchadores por la libertad, comencemos a derribar todos los mitos que hoy anidan en la mente del buen salvaje para así evitar el surgimiento del buen revolucionario, ese personaje nefasto que -siendo sinceros- nada bueno le ha traído al mundo en toda la historia.