Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Ahora resulta que toda la gentita buena, es decir, los progres y caviares, los dueños de la verdad histórica y la moral política, los defensores de los derechos humanos y guardianes de la democracia, los luchadores anticorrupción y salvadores del planeta, los buenos de la película están confabulando para que PPK cierre el Congreso y se convierta en dictador. Y esta es la misma gentita que lloriquea a moco tendido y se rasga las vestiduras cada 5 de abril por la democracia interrumpida por Fujimori.
Todo cambia y evoluciona. El golpismo del siglo pasado se caracterizaba por invocar a los cuarteles y pedir que salgan los tanques y tomen palacio. Hoy el golpismo es más sutil. Lo que hacen es campaña para que PPK le declare la guerra al Congreso, que siga pechando al fujimorismo, que presente ministros que causen la irritación de la mayoría parlamentaria para que acaben censurando al gabinete y así tener la excusa perfecta para cerrar el Congreso.
Están desesperados. Ni siquiera tienen reparos en mandar sus mensajes vía Twitter. Poco falta para que le rueguen a PPK a cerrar el Congreso. Lo chantajean emocionalmente diciéndole que ya es hora de que se ponga los pantalones y que no le tenga miedo al fujimorismo. Son los mismos sectores que llevaron de la mano a un senil PPK a confrontarse con el fujimorismo exigiendo el voto de confianza a un gabinete quemado como el de Zavala, quien ni siquiera pudo cultivar buenas relaciones con su propia bancada. En otras palabras, le pidieron a Zavala que se suicide en aras del cierre del Congreso. Y el tonto lo hizo.
En el interín esta misma gentita buena y honorable instaba a PPK a nombrar a los mismos ministros y volver a pedir la confianza del gabinete esperando que una segunda censura deje el camino abierto al cierre del Congreso. Están obsesionados con esa idea. Nada les encantaría más que ver a PPK convertido en dictador y verdugo del fujimorismo. Pero las cosas no son tan simples. Y parece que PPK al fin ha logrado entender que ir por ese camino es terminar perdido.
A ver. Supongamos que PPK termina cerrando el Congreso a inicios del 2018. La convocatoria a elecciones y todo el proceso electoral tomaría un año. Eso quiere decir que el nuevo Congreso estaría instalado para julio del 2019 con mucha suerte. Cabe preguntarse si a alguien le interesaría hacer campaña para rellenar el Congreso por un año y medio. Lo otro es pensar que el partido que mejor preparado está para arrasar en esas elecciones es justamente Fuerza Popular. Ningún otro partido tiene tantas bases ni respaldo popular. De modo que no sería descabellado especular que el nuevo Congreso estaría dominado por Fuerza Popular, incluso en mayor medida que hoy.
¿Podrá PPK remontar el desprestigio de cerrar el Congreso? Lo dudamos. La tendencia en las encuestas es hacía un menor respaldo popular. PPK no es Fujimori ni estamos en las condiciones de 1992 en que el Perú se desangraba y el Congreso se oponía a las soluciones radicales. Un cierre del Congreso en las condiciones actuales solo dejaría a PPK huérfano de apoyo y en caída libre. No es difícil imaginar una remontada electoral del fujimorismo. Así que los grandes genios que hoy incitan a que PPK cierre el Congreso pueden salir con el rabo entre las piernas.
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