Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
La situación que vive en estos días el Perú es apocalíptica. La furia desatada de la naturaleza está golpeando con mayor fiereza toda la costa norte y Lima, pero hay estragos en la mayor parte del territorio, donde las carreteras han colapsado por la crecida de los ríos, ocasionando numerosos accidentes que comprometen principalmente buses y camiones. Hasta la fecha hay más de 60 muertos y 100 mil damnificados, ciudades enteras inundadas como Chiclayo, Piura, Trujillo y Huarmey. Lo peor es que el temporal no ha pasado. Aun se anuncian mayores crecidas. No queda más que aguantar y ayudar hasta donde se pueda.
Definitivamente no es el momento para seguir con las tradicionales campañas de odio político, pero por desgracia esto es lo que vemos a diario en las redes y medios. Por un lado están quienes se ensañan con el gobierno acusándolo de incompetencia y, por el otro, los típicos enfermos mentales de la izquierda patológica con sus mismas fanáticas obsesiones en contra del fujimorismo y el alcalde Castañeda. Ni siquiera en esta hora de dolor y tragedia cesan su miseria cotidiana. Al contrario, han aprovechado la tragedia nacional para usarla como argumento en contra del fujimorismo y del alcalde Castañeda, llevando su histeria al límite de la miseria humana en memes y caricaturas. De esta gente que se hace llamar "progresista" no cabe esperar nada edificante ni conciliador. Son lo que son.
Toca agradecer y felicitar a la Policía Nacional y las FFAA que han salido con todo a apoyar a la población, entregando incluso más de lo que exige su labor. Ya tenemos el lamentable saldo de un policía muerto en las acciones de salvataje. Pero también se han sumado empresas privadas a esta labor. Es destacable la reacción de la empresa minera Antamina que no tardó nada en enviar toda su maquinaria pesada para rehabilitar la interrumpida carretera Pativilca-Huaraz. También se ha sumado la Iglesia a la ardua tarea de recolectar donaciones. El gobierno ha adoptado el HT #UnaSolaFuerza y desde acá apoyamos todo esfuerzo que se haga para salvar esta crisis.
Más allá de esto, parece poco sensato insistir en el despilfarro monumental de los juegos Panamericanos. Hay un país que reconstruir. Aun no sabemos cuánto daño nos causará este episodio pero es obvio que los daños serán cuantiosos. La arrogancia inicial mostrada por este gobierno indicando que hay dinero de sobra para cumplir con todo, le pasará una factura muy grande si no desiste. Lo que deberíamos hacer ahora mismo es diseñar un plan nacional de reconstrucción y prevención, que permita no solo rehacer lo que está dañado, sino hacerlo bien sabiendo a lo que estamos expuestos. Se requieren mejores vías, más y mejores puentes, canalizar y encausar los ríos, hacer sistemas de drenaje en las ciudades, etc. Hay, hermanos, mucho por hacer.
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