Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
El Congreso finalmente aprobó el último paquete de reformas al sistema privado de pensiones, cuya principal modificación es permitir a los aportantes la libre disposición de sus fondos al momento de cumplir los 65 años, es decir, al momento de jubilarse. Todo lo que se ha hecho es añadir una nueva opción que es la de permitirle al ciudadano llevarse su plata, si así lo desea, lo cual ha provocado algunas airadas reacciones, incluso en sectores de derecha y personajes que se consideran liberales.
Desde nuestro punto de vista el cambio es positivo. Para un liberal no hay nada mejor que permitir que el ciudadano sea quien tome las decisiones, y no una casta de iluminados en el Estado. Los burócratas no deben arrogarse el derecho de decidir por todos qué es lo que le conviene a cada ciudadano. Eso es simplemente inaceptable. Los ciudadanos son perfectamente hábiles para tomar sus decisiones en función de su propio bienestar. Ya bastante se ha hecho con obligarlos a ahorrar a la mala durante 40 años, que es algo que tampoco debería ocurrir. Lo que resulta curioso es que hay "liberales" que se preocupan más por el "sistema" que por los ciudadanos. Han puesto el grito en el cielo porque se "pone en peligro el sistema". Esto es tan exagerado que hasta las AFPs están diciendo que no tienen ningún problema en entregar esos fondos.
Un punto de vista tradicional afirma que las personas no somos suficientemente racionales para tomar decisiones a futuro. Muy bien. Si esto es verdad será problema de cada uno o, en todo caso, problema de sus familiares. ¿Por qué el Estado debe intervenir en los problemas privados? Es algo que no entendemos ya que esta decisión intervencionista es también bastante irracional, porque parte del falso supuesto de que el Estado sabe lo que le conviene a cada ciudadano y le impone su solución a la mala. Pero lo segundo es que se asume falazmente que el Estado (o alguna otra entidad especial) es capaz de administrar fondos para el futuro, garantizando "pensiones dignas". Esto siempre ha sido falso. Nunca el Estado ha podido manejar fondos a futuro. Siempre los ha dilapidado. El cuento de la "pensión digna" siempre ha sido eso: un cuento. Todas las cajas de pensiones han quebrado. Todas, sin excepción, involucradas siempre en grandes escándalos de corrupción. No hay una sola caja de pensiones que haya sido un éxito. Y mucho menos la ONP.
Las AFP fueron inicialmente la respuesta más inmediata y eficaz al caos de las pensiones generada por el ineficiente y corrupto manejo del Estado de los fondos de pensiones. No hay ninguna duda de que se trató de una gran solución al problema existente de las pensiones a cargo del Estado. Pero esto no es lo mismo que decir que las AFP son una gran solución para las pensiones de la gente. Todavía queda mucho por corregir en distintas direcciones. Y aquí es donde vienen las diferencias.
Para los delirantes de la izquierda, las AFP tienen que desaparecer simplemente por ser empresas privadas que ganan dinero a costa de los trabajadores. En esa visión primitiva de la izquierda se debe volver a las pensiones manejadas por el Estado ineficiente y corrupto, con el cuento de asegurar una "pensión digna" que jamás existirá. En buena cuenta, de la izquierda no se espera ninguna solución.
Una visión intermedia es reformar las AFP. ¿Pero en qué sentido? Para los progres las reformas deben ir dirigidas a impedir que ganen tanto dinero. A eso han orientado las últimas reformas como una nueva forma de cobrar comisiones por saldo. Otra forma de lograr la reducción de las comisiones fue hacerlos competir alentando el ingreso de nuevas AFP al sistema, para lo cual crearon una subasta de trabajadores logrando reducir en algo las tasas de comisión.
Sin embargo, la principal reforma no debería estar dirigida a impedir que ganen dinero las AFP sino a incrementar la rentabilidad de los fondos de pensiones, ya que eso es lo único que garantizará una "pensión digna" a los jubilados. Pero curiosamente esta es la reforma que no se hace. Una de las primeras reformas destinadas en ese sentido debería ser liberalizar los fondos para que las AFP puedan invertirlas en el extranjero y conseguir mejor rentabilidad para sus ahorristas. Pero esta es la reforma que no quieren los progres, porque creen que pueden decidir por los trabajadores y obligarlos a mantener su dinero en el país perdiendo plata.
El progresismo, incluso el que va por allí como "liberal", pretende obligar a los trabajadores a ahorrar compulsivamente durante 40 años, obligarle a mantener su dinero en el país aun perdiendo intereses, y encima quiere obligarlo a que no pueda retirar su dinero a la hora de jubilarse a los 65 años, sino que se lo quiere entregar a cuentagotas. Es el colmo. Desde un punto de vista liberal, en primer lugar, el Estado no debería siquiera intervenir en los problemas de las personas. No debería andar creando programas sociales de pensiones ni mucho menos ocuparse de cercenar el sueldo de los trabajadores para un ahorro forzoso para un futuro que siempre será incierto. El Estado solo debe crear un marco regulatorio para que el mercado financiero proporcione diversas herramientas a los ciudadanos y que estos sean libres de elegir y de hacer con su dinero y sus vidas lo que les plazca. En tal sentido, liberalizar los ahorros de los trabajadores para que puedan disponer de ellos al momento de jubilarse es una noticia que saludamos. Nadie más que el propio ciudadano debe decidir sobre su dinero y sobre su futuro.
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