Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Al fin ocurrió lo que legalmente tenía que ocurrir: excluyeron a Julio Guzmán del proceso electoral, aunque esta medida está aun por confirmarse, y, si es que no hemos retrocedido a la categoría de república bananera, el fallo debería confirmarse. No hay de otra legalmente hablando. Lo demás son tinterilladas y charlatanería seudojurídica acerca de valores supremos y derechos que no vienen al caso invocar. La ley es la ley y se aplica a todos igual, y si no las eliminamos y pasamos a ser un país de salvajes que arreglan sus diferencias a pedradas y balazos con marchas y bandas.
El problema del JEE y JNE es que, como toda burocracia, se toman demasiado tiempo. Por lo menos el fallo del JEE contra Julio Guzmán ha sido por unanimidad, rectificándose de la barbaridad que hicieron antes al concederles un plazo para "regularizar" una cosa que no tenía forma de arreglar. El único culpable de todo esto es el mismo Sr. Julio Guzmán y la tira de ineptos que lo asesora o lo rodea, pues no han sabido hacer las cosas debidamente.
Dirán que nadie se quejó de lo que hacían en la sala Guzmán y sus cuatro amigos, que no dañaron a nadie, etc. Si pues, pero las leyes se han dado también para detectar a estos clubes de Toby que no son partidos sino bandas organizadas a última hora para meterse a la política sin tener ideas ni cuadros. Ya es hora de ponerles freno a estos saltimbanquis. No queremos más Ollantas ni partidos nadinistas. ¿Ya ven en qué quedó el supuesto Partido Nacionalista de los Humala-Heredia? Esas asociaciones políticas para delinquir deberían tipificarse ya en el Código Penal.
Si lo que queremos es fortalecer los partidos políticos y la institucionalidad democrática, pues que nadie se queje de los resultados de aplicar las leyes que se han hecho con ese expreso propósito. Es ridículo que se pidan leyes y luego se pida que no se apliquen porque no nos gustan los resultados. Así no es. Dura lex sed lex. (la ley es dura, pero es la ley). Algo que le resulta muy difícil asimilar a las sociedades informales y subdesarrolladas acostumbradas a hacer las cosas a la criollada.
Para terminar, la reacción de Julio Guzmán ha sido la más infantil que cabía. Se despintó totalmente como líder político. Apeló a la burda tesis del complot y del fraude, achacándole responsabilidad a los demás partidos y, para variar, se fue contra el Apra y el fujimorismo, un lugar común de los sectores más cavernarios de la política peruana. Convocó a una concentración contra el fraude en la Plaza San Martín y solo hizo el ridículo al reunir unas trecientas personas, sin contar el numeroso séquito de seguridad pagada y uniformada con que se moviliza a todos lados oliendo a Yambal.
Fraude sería que al final de sus apelaciones el JNE le permita entrar en la campaña. No solo sería una clara evidencia de fraude, ya que estaría contraviniendo expresamente las leyes, sino que nos degradaría como país, ya que toda seguridad jurídica se vendría por los suelos. Habría que derogar en el mismo acto todas las leyes electorales, pues ya carecerían de sentido. Esperemos pues que la ley sea respetada sin tinterilladas.
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