Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
El Jurado Nacional de Elecciones ha decidido jugar al suspenso con todo el país. Sin mayor razón, ha pateado hasta quién sabe cuándo, el asunto de la inscripción de la candidatura de Julio Guzmán, quien no ha tenido mejor idea que apelar al ridículo atrincherándose con sus huestes moradas aparecidas de la nada como bichos raros y apostados a las afueras del JNE, en acto por demás cursi o de intimidación inaceptable. Un poco de circo no podía faltar en este proceso repleto de saltimbanquis y aventureros jugando a "yo quiero ser presidente" y el clásico "todos son malos yo soy el bueno".
Francamente no sabemos a qué se debe la demora del JNE. ¿Estarán cocinando alguna interpretación auténtica en busca de los cinco pies del gato para pasar por agua tibia a Julio Guzmán? El asunto es muy simple. Se han hecho leyes para que el pueblo peruano ya no sea sorprendido por los clásicos aventureros electoreros que aparecen de la nada queriendo ser presidentes. Antiguamente los aventureros aparecían a caballo, dirigiendo una banda de rufianes uniformados que usualmente entraban por Barrios Altos para asaltar palacio de gobierno a balazos y apropiarse del poder. Así de simple era la cosa, hasta que el pueblo colgó a los hermanos Gutiérrez en la plaza de armas. Desde entonces se hicieron leyes para protegernos de esa clase de mequetrefes.
Pero los tiempos han cambiado. Hoy los aventureros no salen a caballo ni asaltan palacio a balazos, sino que montan sus partiduchos políticos o contratan vientres de alquiler, que al final solo son etiquetas y carteles en un local vacío donde cuatro gatos se eligen entre ellos mismos y acaban sorprendiendo al Jurado Nacional de Elecciones. Así fue elegido Ollanta Humala candidato de UPP en el 2006, pero luego olió el dinero fácil y montó su propia pyme familiar en el rubro político, para forrarse de dinero y tentar el poder ya que lo vio fácil. En efecto, el electarado cayó en el engaño y la plaga de enfermos mentales del antifujimorismo hizo el resto. Parece que el ejemplo de Ollanta ha animado a mucha gente y esta vez tenemos 19 aventureros.
Pero ahora las leyes son algo más estrictas. Ya no queremos esta clase de trepadores y saltimbanquis. No queremos más aventureros tentando el poder con su banda de cuatro gatos y rodeado por una jauría de arrimados que salen de todos lados como zombies resucitados sedientos de mamadera estatal. El Perú no puede caer dos veces en el mismo error. Y menos dos veces seguidas. Las leyes ya existen y solo es cuestión de hacerlas cumplir. Para eso necesitamos que las instituciones funcionen. Las leyes sin instituciones no sirven. El JNE debe demostrar que está a la altura de las circunstancias históricas que vive el país y dar el ejemplo. Pero no se trata solo de Julio Guzmán. La telaraña legal parece que ha capturado a varios infractores infraganti. A todos ellos debe caerles el peso de la ley sin miramientos. Es hora de que este país cambie, y cambiará por el imperio de la ley, no por los aventureros que capturan el poder con demagogia barata y astucia digna de mejores causas.
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