jueves, 10 de julio de 2014

Que pena me da mirarte


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

Los predicadores de la ética terminan siempre en el desprestigio por su propia conducta, pues son muy buenos para juzgar a los demás -en especial a sus enemigos- pero muy malos para juzgarse a si mismos y a los suyos. Es lo que se llama una doble moral, cuestión en la que son especialistas nuestros izquierdistas. Por eso nada es más famosa que la doble moral de izquierda, aquí y en casi todo el mundo.

La alcaldesa de Lima Susana Villarán de la Puente es el ejemplo vivo de la doble moral caviar. Su campaña estuvo sahumada con el incienso de la ética y regada con las flores de la moral, mientras sus seguidores la llevaban en hombros cantando himnos a su pureza virginal. Según su campaña, ella purificaría la política nacional desde el Municipio de Lima, empezando por exorcisarla de los demonios de Comunicore y enviar al infierno a Satanás Castañeda y su clan del mal. 

Su primer año de gestión se lo pasó rebuscando cuanto papelito encontró en el Municipio para hallar las huellas del pecador Castañeda. Armó un tremendo expediente que entregó al Fiscal con espectacular show anunciando la captura inminente del corrupto, mientras Castañeda se hallaba en plena campaña presidencial. El resultado fue que su show solo fue eso: show, en busca de dañar la campaña del mudo y favorecer a Ollanta.

En el último año de su gestión la señora Villarán más parece una equilibrista a punto de caer de la cuerda. Se ha quedado sin partido y sus amiguetes de izquierda la han abandonado. Aunque parece que fue ella la que les dio la espalda primero, tratando de mostrar una imagen más decorosa y menos comprometida con las lacras de la izquierda paleolítica de Patria Roja, y con las reliquias históricas de Trastornados por el Cambio. Al final hasta los lunáticos ambientalistas de Tierra y Dignidad le cerraron la puerta de su corral. Y tal parece que hasta los vagabundos indignados de #TomaLaCalle se han guardado sus pancartas y sus pulgas.

Hoy, la tía regia que postuló con las banderas de la honestidad y el compromiso de la lucha anticorrupción, no ha tenido mejor idea que aliarse con el adicto profesor de Stanford, mitómano compulsivo y dipsómano profesional Alejandro Toledo, investigado por la Fiscalía por lavado de activos y próximo a ser procesado judicialmente por sus fabulosas adquisiciones inmobiliarias. O sea, Luis Castañeda queda como un querubín al lado del borracho de Cabana, pero la tía regia cree más en el mitómano que en el mudo. 

A semejante hazaña política hay que sumarle el hecho insólito de que la tía regia acabó robándose un partiducho para poder postular. Es decir, las firmas falsas de Toledo son un chancay de a 20 céntimos junto al robo de un partido en las narices del JNE. EL pobre partido Diálogo Vecinal ha acabado en Bronca Vecinal y tal parece que el asunto terminará como lío de callejón. Hasta es posible que el JNE desestime la inscripción de la tía regia, y allí si que somos varios los que nos vamos a morir de risa.

Frente a tanto espectáculo ya para qué hablar del desastre que ha sido para Lima la gestión de la señora Villarán, tempranamente conocida por la ciudad como la Vaga. Su corte de ineptos fue masacrada en la revocatoria pero la señora se zurró en los ciudadanos contratando a algunos de los revocados. Ahora nos dice que ella no le mintió a la ciudad al jurar que no buscaría la reelección, solo ha cambiado de opinión. Su lista de concejales refleja el nivel de su descomposición moral luciendo personajes de muy dudosa reputación. En buena cuenta, su candidatura apesta. Y lo más triste es que más allá de los ya pestilentes chakanos y el tibio respaldo del gobierno, no parece que pueda siquiera hacer una campaña. Lo que ha terminado armando la tía bacán es una auténtica pandilla basura. 

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