Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Susana merece ser el nombre de un huracán que ha pasado por la ciudad de Lima dejándola sumida en el caos. Sin embargo es el nombre de la alcaldesa que ha producido exactamente los mismos efectos catastróficos que puede generar un desastre natural cualquiera. Su pésima gestión ha significado tres años de congelamiento de obras en una ciudad como Lima que sufre un gravísimo déficit de infraestructura. Estamos atrasados medio siglo con respecto a otras ciudades. Recién estamos inaugurando tramos del tren eléctrico (por parte del gobierno) y el Metropolitano apenas ha empezado a transitar y ya tiene problemas. De hecho, el tránsito y el transporte son los principales problemas de la ciudad. No son la cultura, ni el arte ni el teatro ni la discriminación. O sea, nada de lo que a la alcaldesa le preocupa.
La mentalidad progresista de la alcaldesa Villarán trastocó todas las prioridades. Se dedicó a hacer lo que le gusta en lugar de ocuparse de lo urgente. Así por ejemplo, por pura pose demagógica se fue al sur para anunciar con bombos y platillos la construcción de su gran obra Costa Verde Sur, "porque los pobres de Villa el Salvador también merecen tener una playa digna". Su obrita yace en el más espantoso abandono y todo lo que ha hecho es malograr la arena que allí había. Esto pasa cuando se hacen obras demagógicas. Se trata de una obra que nadie pidió y que nadie necesita. Hoy es una muestra viva de la ineptitud de esta alcaldesa y de su mentalidad izquierdista.
Su amor por las zonas marginales la llevó a descuidar los principales problemas de la ciudad de Lima. Se dedicó a las escaleritas en los cerros, muchas de ellas solo fueron repintadas de verde, a llevar festivales culturales a los niños pobres, talleres de teatro para alentar las vocaciones artísticas de los niños pobres, etc. Todo eso está muy bonito, pero no cuando se deja de lado las soluciones que una ciudad como Lima requiere con urgencia. De hecho la agenda social y cultural de la Municipalidad de Lima es la más amplia y nutrida en la gestión de Susana Villarán. A eso se ha dedicado. Obras de concreto ninguna.
Todo lo que Susana puede mostrar como obra es lo que heredó de Castañeda como proyecto: La linea amarilla, cambiada caprichosa y mezquinamente de nombre y el Metropolitano, que se ahoga en sus problemas. El túnel Santa Rosa quedó tal cual lo encontró. Por su parte no ha hecho ni un solo intercambio vial, ni siquiera un simple paso a desnivel. Nada. En el transporte solo palabrería y papel. Su tan anunciado nuevo reglamento de transporte urbano fue solo bulla. Después de discutir si debían multar a los conductores por cambiar de emisora su radio y otras estpudeces por el estilo, este reglamento se publicó y solo sirvió para limpiar las lunas de las combis. La reinscripción de taxis ha sido una constante estafa municipal que no da ninguna solución efectiva ni a los taxistas ni mucho menos a la ciudad.
Así las cosas, solo queda esperar que acabe su gestión y desaparezca del mapa político para siempre. Y mientras tanto, sálvese quien pueda en esta ciudad.
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