Por: Dante Bobadilla Ramírez
El matrimonio es una institución social, de origen natural, creada en torno a la unión de un hombre y una mujer con la intención de hacer familia, es decir, de procrear. Debido a este inmenso potencial y su tremenda gravitación para la sociedad, fue revestido de caracteres mágicos desde la más remota antigüedad, hasta que la religión la convirtió en ritual invocando la bendición de Dios. Muy posteriormente el Estado se animó a regular esta unión con la misma intención de proteger a la familia. En esencia este es todo el sentido del matrimonio. Es, repito, una institución social natural en torno a la unión del hombre y la mujer para formar familia. Eso y ninguna otra cosa es el matrimonio.
Sin embargo, hoy esta institución real que ha dirigido y protegido nuestra evolución como especie está siendo puesta en duda y, peor aun, está siendo atacada. La cháchara recargada de activismo militante en torno a los homosexuales ha terminado siendo dirigida en contra del matrimonio con el único propósito de favorecer las uniones homosexuales. Esto quiere decir que para favorecer la "causa gay" algunos no han tenido mejor idea que desvirtuar el matrimonio. Tal parece pues que hoy nos han colocado ante la disyuntiva aberrante de estar a favor del matrimonio, tal y cual es y ha sido siempre, o estar favor de los homosexuales y su causa, para lo cual debemos prostituir el concepto de matrimonio y hacer de él una unión bárbara.
Yo ya estoy viejo para caer presa de la histeria modernista de ciertos intelectuales que prefieren coger las banderas de moda en busca de reconocimiento, en lugar de defender la racionalidad y la sensatez. Por el contrario, hay intelectuales a los que simplemente he quitado de mi lista por preferir el activismo callejero antes que el debate serio y responsable en torno a cuestiones que son de por si complejos. Y uno de ellos es Mario Vargas Llosa, quien acaba de publicar el siguiente mamarracho:
"El matrimonio entre personas del mismo sexo, ya autorizado en varios países del mundo, tiende a combatir un prejuicio estúpido y a reparar una injusticia por la que millones de personas han padecido (y siguen padeciendo en la actualidad) arbitrariedades y discriminación sistemática, desde la hoguera inquisitorial hasta la cárcel, el acoso, marginación social y atropellos de todo orden. Inspirada en la absurda creencia de que hay solo una identidad sexual “normal” —la heterosexual— y que quien se aparta de ella es un enfermo o un delincuente, homosexuales y lesbianas se enfrentan todavía a prohibiciones, abusos e intolerancias que les impiden tener una vida libre y abierta, aunque, felizmente, en este campo, por lo menos en Occidente, se han ido desmoronando los prejuicios y tabúes homofóbicos y reemplazándolos la convicción racional de que la opción sexual debe ser tan libre y diversa como la religiosa o la política, y que las parejas homosexuales son tan “normales” como las heterosexuales. (En un acto de pura barbarie, el Parlamento de Uganda acaba de aprobar una ley estableciendo la cadena perpetua para todos los homosexuales)".
Tal vez Mario Vargas Llosa sea un buen novelista, pero como científico social no acierta en ninguna frase. Lo que trata de hacer Mario es apenas politiquería barata. Esa politiquería que consiste en simplemente declamar discursos delirantes y estridentes a favor de los pobres, los enfermos, los marginados y otros sectores, lo cual está muy bien en una plaza pública en busca de votos y aplausos pero no en un artículo firmado por un intelectual. Analicemos este párrafo de Mario Vargas Llosa para señalar sus falsificaciones intelectuales, es decir, sus engaños retóricos y su falta de rigor en la verdad.
Mario empieza diciendo que el matrimonio entre homosexuales tiende a combatir un prejuicio estúpido y a reparar una injusticia que padecen millones de personas. Resulta pues que para Mario Vargas Llosa el concepto de matrimonio que he dado al inicio de estas lineas es nada más que un prejuicio estúpido. Es decir que la investigación antropológica y social que nos lleva a tales conclusiones acerca de lo que ha sido siempre el matrimonio en todas las culturas acaba siendo "prejuicio estúpido". La humanidad ha venido progresado y evolucionando culturalmente en torno a una institución que para el Nobel solo es "prejuicio estúpido". No dudo que habrán mentes débiles que prefieran acatar las palabras del Nobel antes que todas las evidencias científicas. Y es que Mario está haciendo política. Solo eso.
También quiere decir Mario que el hecho de que por decenas de miles de años la humanidad no haya considerado que la unión de dos homosexuales sea un matrimonio, y que no le haya dado valor ni la haya revestido con los rituales y normas que dedicó a la unión del hombre con la mujer, ha sido una terrible y humillante injusticia para estos seres homosexuales. Es realmente para reír.
Lo que en seguida hace Mario es un truco de mago: confunde arbitrariamente los atropellos que sufren los gays en algunos países (no en el Perú, ciertamente) con ese supuesto veto al matrimonio. Es decir, que el hecho de no admitir que las uniones de homosexuales puedan constituir un matrimonio, es parte de esa intolerancia y discriminación que en algunos países sufren los homosexuales, lo cual es mentira. Nada tiene que ver una cosa con la otra. Desde luego que defendemos todos los derechos que tienen los homosexuales como personas y estamos igualmente en contra de la homofobia en todas sus formas. No debemos confundir ni mezclar, como hace mañosamente o ignorantemente Mario Vargas Llosa, la homofobia con la defensa del concepto histórico, antropológico y social del matrimonio y de la institución social que es. Ya resulta francamente estúpido que nos achaquen homofobia por defender los fueros del matrimonio real.
Cabe además resaltar que en el Perú no existe, afortunadamente, homofobia como un mal social. El hecho de que eventualmente aparezca algún desadaptado haciendo gala de homofobia no nos convierte en una sociedad homofóbica. Todo lo contrario, en el Perú muchos homosexuales gozan de aprecio y prestigio social. Hay homosexuales en los medios y en la TV, conducen programas y escriben columnas sin que sean discriminados o estigmatizados. Hay homosexuales muy queridos por la sociedad, como Ernesto Pimentel (la Chola Chabuca), Carlos Cacho, Beto Ortiz y una larguísima lista de homosexuales que colman el ambiente farandulero, artístico y hasta intelectual y político en nuestro país. Así que cualquiera que venga acá con las banderas de la lucha contra la homofobia se ha equivocado de cancha.
Los problemas patrimoniales que se invocan como pretexto para aprobar el matrimonio gay son en realidad problemas emanados de la mala y excesiva regulación del Estado. Ya es tiempo de cambiar -y quizá eliminar- la obsoleta figura de la "sociedad de gananciales" creada en una época en que la mujer no trabajaba. El problema patrimonial debe ser resuelto de otras formas y no solo para las uniones gay sino también para el matrimonio. Es necesario tener los problemas claramente identificados y separarlos, en lugar de hacer lo que hace Mario Vargas Llosa, mezclando todas las cosas en un solo paquete absurdo y en un discurso que tiene mucho de demagogia y confusión dirigido a una plaza de ignorantes.
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