Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
¿Por qué los izquierdistas tienen una obsesión apasionada por el Estado? Es difícil de entender. Lo confirmo una vez más leyendo el último artículo de Humberto Campodónico, dizque una de las mentes más brillantes del rojerío nacional, según el progresismo, claro está. Se trata de una nueva defensa ardorosa del rol del Estado a la que ya nos tiene acostumbrado, igual que otros célebres columnistas de la izquierda criolla. El artículo que debería titularse más bien "El Estado angelizado" es todo lo contrario a lo que tan ilustre progre piensa. De hecho nuestro infatigable estatista se mete una patinada olímpica.
En primer lugar resulta jocoso que un cerebral miembro del rojerío ponga como ejemplo nada menos que al odiado "imperio" de los EEUU. En segundo lugar sus ejemplos no hacen más que demostrar el valor de la empresa privada, pues en los EEUU el Estado solo cumple un rol promotor y financiero de la actividad de empresas privadas, las que son contratadas básicamente para proyectos de defensa. La NASA es un buen ejemplo de cómo una muy pequeña administración estatal define los proyectos y convoca a las empresas privadas a ejecutarlas. Pero el Estado nunca se ha erigido en empresario y menos en un monopolio, como pretenden nuestros progres, apelando a ridículos conceptos como "sector estratégico". Ahora la NASA que fue creada para competir con la URSS por el "sector estratégico" del espacio, podría tranquilamente desaparecer ya que existen varias empresas privadas que colocan satélites en el espacio y pueden hacer mucho más, y la URSS ha dejado de existir.
Sin duda que el Estado norteamericano ha sido un gran impulsor de la ciencia y la tecnología pero fundamentalmente en el sector privado gracias a sus enormes proyectos de defensa, como el famoso proyecto Manhatan, el Apolo y hasta el inconcluso Guerra de Galaxias, de Ronald Reagan, entre muchos otros. Todos ellos convocaron la estrecha colaboración del sector privado y académico. Han sido finalmente las universidades y empresas privadas de los EEUU las que hicieron posible los tremendos avances tecnológicos de nuestra era como la computadora, el Internet y el GPS. No es posible atribuir esos logros al Estado.
Pero sin duda lo más patético de nuestros estatistas criollos es que en su afán de defender el rol del Estado a como dé lugar, no les importa colocar de ejemplo al odiado "imperio". Aunque sea con malos ejemplos, ya que todo lo que ha citado Campodónico es el rol de promoción y financiación del Estado, al que no nos oponemos, y no así a su rol de empresario. En vez de andar mirando siempre ejemplos foráneos, lo que deberían hacer nuestros progresistas es estudiar el rol del Estado peruano en los 70, cuando la demencia socialista de Velasco nos llenó de empresas públicas. Ese debe ser todo su campo de estudio y reflexión, sin mirar a EEUU o Suecia, porque nosotros no somos arios ni tenemos una población mayoritaria de inmigrantes. Somos lo que somos, y tenemos ya la experiencia de un Estado empresario. Eso debería bastar para el análisis de los progres.
No existe lógica alguna que sirva para defender el rol empresarial del Estado. Especialmente en países latinoamericanos infectados de corrupción. El actual ejemplo venezolano es patético. Tampoco es viable en el Perú, donde la falta total de institucionalidad hace que el Estado sea un botín de corruptos y un paraíso de ineptos. Los izquierdistas ilusos (valga la redundancia) ven solo en abstracto supuestos beneficios del papel empresarial del Estado, olvidándose como siempre de nuestra realidad y nuestra historia. Les falta pisar tierra y ver a su rededor a esa plaga de aprovechados que se frota las manos cada vez que capturan el poder. Acabamos de ver un reportaje indignante de funacionarios de INABIF cobrando unos sueldos de escándalo por hacer nada, literalmente. Ya no hace falta citar el paupérrimo nivel de los servicios públicos como educación, salud y seguridad. Tampoco hace falta comparar la eficacia actual del puerto del Callao en manos privadas, con el desastre que había en manos de ENAPU.
Solo la ceguera, el fanatismo y la estupidez pueden llevar a defender el rol empresarial del Estado, más aún a la edad de Campodónico, quien seguro hizo en los 70 y 80 las innumerables y enormes colas para comprar leche, azúcar, arroz, gasolina, etc., de las empresas del Estado. Tendrá que recordar el pésimo servicio de la CPT que tardaba 5 años para colocar una linea telefónica, a menos que soltaras coimas de miles de dólares a la corrupción interna de la empresa estatal. O quizá Campodónico es uno de esos progres afortunados que se pasaron los peores años de nuestra historia disfrutando en Europa, sin haber hecho nunca una cola ni escuchado un coche bomba, y que hoy, luego de su regreso triunfal, vienen a predicarnos las virtudes del Estado. ¡Que no jodan!
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