Escribe: Fritz Du Bois
Dado que el recientemente creado frente amplio de izquierda está conformado por una serie de pequeños grupos, por lo que electoralmente hablando no es muy amplio que digamos, parece más adecuado llamarlo Frente Único de Izquierda (FUI), que describe mejor tanto la unificación que han logrado como su estancamiento en el pasado.
En realidad, es evidente que la izquierda en nuestro país se ha estancado. Cuando dicen que ‘ahora reconocen’ al mercado, no es más que una frase dicha sin convicción y, a la primera de bastos, el viejo estatismo les brota por todos lados. Ni siquiera han superado la tendencia a la intriga permanente entre ellos, que siempre los termina paralizando. No se han modernizado en lo absoluto y se han quedado atrapados. La agitación y la confrontación es lo único para lo que parecen capacitados.
Así tenemos que tanto durante los primeros meses del mandato de Humala –quien luego de la mala experiencia que tuvo la ha llamado encasillada, soberbia y acartonada– como en los últimos dos años y medio en la administración de Lima Metropolitana, al intentar gobernar la izquierda, sin duda, ha fracasado.
Más aún, han demostrado incapacidad para trasladar sus propuestas hacia acciones o actos efectivos de gobierno, simple y llanamente no saben cómo hacerlo. Por lo que, pese a haber estado a cargo tanto del Ejecutivo como de la más grande municipalidad, no han logrado concretar ninguna de sus ideas en políticas que beneficien al ciudadano.
Por otro lado, considerando los largos años que estuvieron esperando para llegar al poder, es increíble lo poco preparados que estaban y la rapidez con la que lo han desperdiciado. Han tenido dos oportunidades, que esperamos que no se repitan por el bien de los peruanos, y ambas se les escaparon con facilidad de las manos.
Tampoco les ha ido bien en el ámbito regional. Pese a que desde el 2002 lograron capturar diversas regiones en las tres elecciones que se han efectuado, nunca han repetido el plato y, salvo uno, todos los presidentes que colocaron ya han sido olvidados. Solo en Cajamarca será recordado pero por el motivo equivocado.
Ello debido a que el sesgo antiempresarial de Santos (excepto cuando se trata de otorgar contratos a sus allegados) ha llevado a que su región esté en recesión. Incluso ahora que el precio del oro se ha desplomado, lo que hace aún menos probable que Conga se inicie en el corto plazo, los cajamarquinos se deben de estar jalando los pelos por la forma como se equivocaron. Porque, de no haber estado Santos, el proyecto ya se estaría ejecutando hace dos años y se habrían asegurado una inversión de 5 mil millones de dólares al margen del actual deterioro del oro en el mercado. Hoy no tienen ni fecha probable para iniciarlo.
Al final, Santos está estancando en la pobreza y desesperación a sus paisanos, que es la única manera que le queda a la actual izquierda para tratar de mantener algo de su declinante electorado.
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