Por: Felipe Cortijo Medina
Hay algo insano en la enervada campaña contra la facultad presidencial de otorgarle el indulto humanitario al ex presidente Alberto Fujimori, víctima de un cáncer a la lengua. Hay algo ruin, de bajo fondo, de mala entraña en esas encendidas opiniones contra el indulto, en contraste con la mayoría de la gente que lo tiene muy claro: Fujimori se merece el indulto. Equivocado o no, Fujimori cumplió con el encargo recibido de manos del pueblo peruano: rescató al país de su peor crisis histórica y además nos dejó abierta la senda del desarrollo.
No tienen sustento legal las posiciones contrarias a la tradición, la doctrina y espíritu de la gracia presidencial consagrada en nuestra Constitución. Tampoco tienen sustento moral alguno. Básicamente es la izquierda nacional la que se opone al indulto dejando de lado sus poses a favor de los derechos humanos. Los promotores de la sensibilidad humana han hecho cargamontón para oponerse a un simple gesto político y humanitario que el ex presidente Fujimori merece recibir, por su condición de ex mandatario, su avanzada edad y su situación delicada de salud.
La izquierda peruana muestra una vez más sus verdaderas entrañas en este caso. Apelando a una necia incongruencia moral, a una miserable mezquindad política y a un cinismo histórico, intenta impedir a toda costa el indulto, aun sabiendo que para Alberto Fujimori ya no existe ningún futuro político personal. La justicia ya hizo lo suyo. Bien o mal ha obrado y condenado. Ya no cabe seguir discutiendo lo que ya es cosa juzgada. Ahora solo cabe el indulto para que Alberto Fujimori pase los últimos días de su vejez en casa.
La izquierda es un sector que juega mucho con los simbolismos. Bastaría que Fujimori retorne al amparo de su familia para que se destroce aquel hermoso origami socialista, ese tigre de papel maíz que es la izquierda y su proyecto. Fujimori es algo más que un simple mortal para la izquierda. Es el símbolo de la derrota del comunismo en nuestra patria. Estuvo destinado a ser el cirujano social que extirpó el tumor terrorista de la izquierda. Por ello el socialismo nunca perdonará a Fujimori el haberlos exterminado. No quieren que sobreviva a la cárcel, no lo soportarían.
Y entonces aflora el rencor de la izquierda, ese conocido “odio de clase” que ahora se dirige contra una sola persona. La izquierda peruana ha incubado por años una miseria de ideas. Sus valores perturbados han larvado sus cerebros por seguir una doctrina nefasta. Y viven hoy una tremenda frustración política al ver fracasados sus proyectos a nivel mundial. Eso tiene un nombre, ellos mismos lo intuyen, es sencillo de entender, se llama estupidez política. Y es algo en lo que aún persisten.
No hay comentarios:
Publicar un comentario