Nadie duda que la calidad de la política peruana está por los suelos, no solo por la ausencia de partidos políticos sino por el nivel de quienes llegan al Congreso de la República. La gran mayoría de nuestros legisladores carece de una formación adecuada y, para colmo, hay una gran cantidad de personajes de muy dudosa reputación. Sería difícil determinar cuál ha sido el peor de los congresos en los últimos tiempos. En el anterior tuvimos la presencia de cocaleras de turbia trayectoria que protagonizaron una gresca en pleno hemiciclo como acto de presentación. Luego fuimos conociendo las hazañas de congresistas que contrataban a sus empleadas y amantes como "asesores", pero además se quedaban con su sueldo o parte de él. Algo que ya es tradicional en el Congreso gracias a que se les permite tener a cada uno su propia nube de asesores, pagados por el pueblo peruano, ya que ingresan a la función pública sin saber nada de nada. Por desgracia, tales asesores tampoco hacen gran diferencia.
Debido a la escoria humana depositada en el Congreso, los peruanos tenemos que soportar una interminable fila de leyes estúpidas. Cada genio tiene una ley que pretende prohibir algo. Bastaría echar una mirada a las últimas perlas legislativas propuestas o aprobadas. Nuestros patéticos congresistas, como el común de los peruanos, creen que una ley basta para resolver complejos y muy arraigados problemas sociales y culturales. Por eso tenemos una colección de leyes "anti", como la famosa e inoperante "Ley Antibullying" que ordenó a todos los colegios tener un psicólogo, sin siquiera saber si hay suficientes psicólogos para cumplir semejante encargo, sin calcular los costos aumentados ni, por último, saber si los psicólogos son la solución del problema. Todo se maneja al nivel de creencias populares, de imágenes mentales, discurso delirante y nombrecito rimbombante. A veces la ley viene con su propio organismo o comisión, como es el caso de la recientemente creada "Comisión de Alto Nivel de Lucha Contra la Corrupción".
Esperpentos burocráticos de este tipo no hacen más que obligar a perder el tiempo a las pobres personas implicadas en el desaguisado. En este caso la ley precisa que esta fantástica comisión estará conformada por los presidentes de los poderes Legislativo y Judicial, el titular de la PCM, el ministro de Justicia, y los titulares del Ministerio Público, Tribunal Constitucional, Consejo Nacional de la Magistratura, Asamblea Nacional de Gobierno Regionales y la Asociación de Municipalidades del Perú, más un coordinador general. Una especie de Legión de Superhéroes. Un proyecto similar circula pretendiendo crear una Comisión Nacional de Salud Mental que juntaría a varios ministros con directores de hospital y ciertos organismos públicos. El mismo Ollanta Humala formó su propia legión de superhéroes para luchar contra la delincuencia y no hizo más que el ridículo en vivo y en directo. La idea que prevalece en nuestros patéticos políticos es que cada problema se combate con una ley y/o organismo público.
Al margen de la clásica legión de superhéroes tenemos la plaga de Comisiones Nacionales que solo son oficinas de aburridos burócratas mediocres dedicados a escribir malos informes sobre pésimos estudios para proponer más leyes idiotas. Con esta nefasta mentalidad subdesarrollada el Estado crece y crece sin control, tenemos más leyes y comisión nacionales que mantener y finalmente no resuelven nada. La política es hoy un puro psicosocial, un juego de apariencias y espejismos de solución, retórica y palabrería convertida en ley, gesto demagógico hecho Comisión Nacional. Un estilo mediocre que se consolidó gracias a la caviarada enquistada en el poder durante el toledismo, dejando a su paso un legado de docenas de leyes y comisiones nacionales y hasta nuevos ministerios que son solo jarrones chinos que adornan al Estado y carecen de utilidad real.
Al margen de la clásica legión de superhéroes tenemos la plaga de Comisiones Nacionales que solo son oficinas de aburridos burócratas mediocres dedicados a escribir malos informes sobre pésimos estudios para proponer más leyes idiotas. Con esta nefasta mentalidad subdesarrollada el Estado crece y crece sin control, tenemos más leyes y comisión nacionales que mantener y finalmente no resuelven nada. La política es hoy un puro psicosocial, un juego de apariencias y espejismos de solución, retórica y palabrería convertida en ley, gesto demagógico hecho Comisión Nacional. Un estilo mediocre que se consolidó gracias a la caviarada enquistada en el poder durante el toledismo, dejando a su paso un legado de docenas de leyes y comisiones nacionales y hasta nuevos ministerios que son solo jarrones chinos que adornan al Estado y carecen de utilidad real.
Claro que esta mentalidad "progresista" de otorgarle al Estado el papel rector de la vida nacional en todos los segmentos sociales mediante leyes y organismos especiales no es privativa de los caviares. Es propia de la mediocridad de los modernos políticos peruanos. Esto incluye a nuestro actual presidente quien inició su gestión haciendo el ridículo al tratar de "enfrentar y solucionar" el problema de la seguridad ciudadana montando el grotesco espectáculo de una estrambótica "Comisión Nacional de Seguridad Ciudadana y Lucha contra la Delincuencia", sentando alrededor de una mesa a medio mundo para hablar y hablar sobre el problema del crimen. Apenas en la segunda reunión se dieron cuenta que estaban perdiendo el tiempo. Entonces fue cuando Ollanta Humala empezó a desconfiar de su entorno caviar.
El Congreso acaba de aprobar con bombos y platillos una de esas famosas leyes retóricas que "declara de interés nacional" la construcción de un túnel trasandino. ¿Se necesita una ley para hacer un túnel? Olvidan que los legisladores no tienen facultad para irrogarle gastos al erario. Si quieren hacer un túnel solo tienen que convocar a las empresas. También hay una ley que pretende montar toda una serie de programas para apoyar a los peruanos que están en el exterior y que quieran regresar. O sea, legislan para meterse en la vida privada de las personas. Además hay una larga lista de proyectos de ley que pretenden prohibir una serie de cosas, como la venta de licor cerca de colegios o que los niños ingresen a las corridas de toros, como si la policía estuviera a disposición de todas las estupideces que a estos legisladores se les ocurre prohibir.
Pero en el Congreso la fiesta de leyes absurdas no acaba nunca. Quisieron prohibir los avisos de prostitución en los diarios, como si estos dijeran "prostitución". Ahora pretenden impedir que requisitoriados ingresen a los Estadios. Muy loable todo. Pero no se han puesto a pensar en la logística que esta brillante idea requeriría en la puerta de cada estadio. Ya nos imaginamos las colas y las protestas mientras un policía consulta el DNI de cada hincha en una terminal conectada a un servidor saturado y con la penosa velocidad de nuestro Internet. Lo más probable es que el partido acabe antes de poder chequear a toda la fila de asistentes. Ya antes las autoridades policiales habían obligado a los clubes a empadronar a sus barristas, otra solución muy común en la mentalidad de nuestros burócratas.
Lo que verdaderamente debería ser de interés de los congresistas es impedir el ingreso de lacra social al Congreso, especialmente como congresistas, pues son estos los que se dedican a proponer idioteces legales que perturban la vida de la nación inútilmente. En lugar de involucrarse en la vida de la sociedad para regirla con normas prohibicionistas o asistencialistas, lo que deben hacer en el Congreso es ponerse a trabajar en la reestructuración y modernización del Estado. Su preocupación central debe ser el Estado. Su interés debe estar orientado a que el Estado sea eficiente y brinde sus servicios con calidad, empezando por detener esa profusión de leyes estúpidas.
Lo que verdaderamente debería ser de interés de los congresistas es impedir el ingreso de lacra social al Congreso, especialmente como congresistas, pues son estos los que se dedican a proponer idioteces legales que perturban la vida de la nación inútilmente. En lugar de involucrarse en la vida de la sociedad para regirla con normas prohibicionistas o asistencialistas, lo que deben hacer en el Congreso es ponerse a trabajar en la reestructuración y modernización del Estado. Su preocupación central debe ser el Estado. Su interés debe estar orientado a que el Estado sea eficiente y brinde sus servicios con calidad, empezando por detener esa profusión de leyes estúpidas.
Definitivamente que imbecil eres, espero pronto encuentres tu fin.
ResponderEliminarCONCHATUMADRE ! ! !
www.fujimori.com
El que demuestra más ineptitud sos vos, no puedes ni usar argumentos.
Eliminar¿Seguirá vivo ese pobre diablo Carlos León? que tal lacra el anencefálico.
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