jueves, 6 de septiembre de 2012

La eterna huelga del SUTEP


Desde los años 70 no recuerdo un solo año que no haya transcurrido sin una huelga del SUTEP. Esto quiere decir que tenemos más de 40 años de huelgas del SUTEP, que han significado varias semanas y meses sin clases cada año para los alumnos, quienes al final terminan su vida escolar con grandes vacíos educativos. Que no nos extrañe pues si el Perú está en los últimos lugares del mundo en educación y si la ignorancia se ha incrementado a niveles escandalosos.

Las huelgas del SUTEP ya son como parte de la naturaleza peruana, similar al fenómeno del Niño. Lo único que debemos preguntarnos es en qué mes se presentará y cuánto tiempo durará. La actitud general de los políticos ha sido de contemplación resignada, como si nada pudiese hacerse para cambiar esta realidad. Un fatalismo abrumador que condena a los peruanos a la decadencia y a la mediocridad educativa. ¿Es cierto que nada se puede hacer? ¿O es que no pueden ver más allá de sus narices? Yo creo que nos hemos acostumbrado a este sistema nefasto fundado en el servicio del Estado.

Quien pretenda una Gran Transformación en el Perú tiene que exponer sus planes concretos para cambiar la situación educativa, para empezar. No se trata solo de echarle más dinero al presupuesto, ni de cambiar la ley del profesorado, ni cambiarle de nombre a las estructuras administrativas, que es todo lo que se ha venido haciendo en los últimos 40 años sin ningún resultado positivo. Y hoy no vemos nada nuevo.

Desde luego, parece imposible que la solución sea satisfacer la utopía educativa del SUTEP: educación pública universal gratuita y de calidad, escuelas con mobiliario e implementos pedagógicos, bibliotecas y redes informáticas, textos escolares y uniformes gratuitos, con desayuno y almuerzo gratuito y profesores bien pagados y capacitados por cuenta del Estado, y con una larga serie de beneficios diversos adicionales, incluyendo, por supuesto, la consabida "estabilidad laboral", origen de toda la ineptitud y mediocridad general que ha carcomido al Estado peruano.

Mientras que esa utopía educativa no sea satisfecha nos espera una huelga nacional del SUTEP cada año.  Lo curioso es que semejante utopía educativa no existe en ningún lugar del mundo. No ha existido por lo menos por mucho tiempo, sin que el país colapse en una crisis espantosa como la que hoy atraviesan algunos países europeos. No se le puede ofrecer con seriedad y responsabilidad a un pueblo que todas las cosas serán gratuitas, pues es el mismo pueblo el que las paga, indefectiblemente, aunque sea de manera indirecta. No hay otra forma de solventar el costo, pues todo tiene un costo y alguien lo tiene que pagar. 

El dinero del Estado proviene de los impuestos que le cobra al pueblo, y la mayor parte se destina a pagar la enorme e ineficiente burocracia del Estado. Hay tontos de izquierda que sostienen que el Estado le debe cobrar más a las empresas. Pero estos tontos no se dan cuenta que las empresas se lo cobran a los ciudadanos. Al final somos los ciudadanos de a pie quienes sostenemos al Estado. Y un enorme Estado que necesita grandes presupuestos para existir, es un peso muy oneroso para el pueblo. Y no vale la pena porque los servicios que presta el Estado son siempre deficientes, especialmente cuando la burocracia tiene el puesto asegurado por ese estúpido concepto de "estabilidad laboral".

Al pueblo le cuesta muy caro recibir un pésimo servicio, una mala educación y peor salud. Así que ya es tiempo de ir dejando las utopías a un lado. ¿No creen? ¿Hasta cuándo vamos a seguir en este juego macabro de los paros del SUTEP mientras que la educación se deteriora y la juventud se hunde en la ignorancia? ¿No es momento de cambiar de estrategia radicalmente? ¿No es más conveniente resolver el asunto de manera frontal y hacer verdaderamente una Gran Transformación? ¿Cuántos años más debemos soportar esta situación inicua? ¿Tan incapaces somos para ver una real solución? ¿Tan hundidos en la miseria estamos que ya no podemos escapar? ¿Podemos ser estúpidos eternamente?

En primer lugar está claro que la conducta del Estado peruano en los últimos 40 años no ha dado resultado. O sea, es un fracaso todo lo que se ha intentado. Sin embargo seguimos en lo mismo. No hay mejor definición de la estupidez que la conducta de los políticos peruanos frente al problema educativo. Cada año una huelga y una negociación. Nunca se descuentan los días no laborados y nadie es despedido por atentar contra la educación y promover marchas violentas con destrucción de bienes. ¿No es hora de cambiar?

El cambio tiene que ser radical. Y esto merece un gran debate que tenga como objetivo principal trasladar la educación al sector privado. La gente más humilde del Perú, apenas puede prefiere enviar sus hijos a una escuela privada. Y las hay incluso en los sectores más deprimidos. Basta ya de engañar al pueblo con el cuento de la "educación universal gratuita y de calidad". Eso no va a suceder. Hay que pisar suelo firme y ser realistas. Pero sobre todo hay que decirle la verdad al pueblo: no existen las cosas gratis. Todo cuesta. Basta de palabrería inmunda, de mentiras y falsas promesas. Las cosas no son gratis. Nunca hay nada gratis.

Una vez aclarado el entuerto, lo mejor sería trasladar la gestión de la educación al sector privado empleando diversas modalidades. Por ejemplo, se podrían licitar algunas escuelas públicas para que sean gestionadas por privados, pero con las garantías de independencia en la gestión, incluyendo libertad para despedir a los docentes. Por supuesto, la gestión tendría que estar sujeta a la evaluación anual de resultados mediante una prueba general de los educandos. Inicialmente el Estado podría brindar sus docentes, pero sería decisión del centro educativo mantenerlos o no, y pagarles un plus.

Hay muchas fórmulas que se pueden intentar. Podrían también crearse convenios con instituciones de prestigio como Fe y Alegría y otras comunidades educativas de larga trayectoria y reconocido prestigio, dándoles la gestión de algunos centros educativos nacionales. También podrían trasladarse las escuelas a la gestión de las asociaciones de padres de familia organizados en cooperativas. En fin, hay una larga lista de posibilidades que se pueden encontrar si lo que se quiere es cambiar la situación paupérrima de la educación peruana. Pero lo que se necesita en primer lugar es cambiar de chip y dejar de pensar en que el Estado lo tiene que dar todo de manera "universal, gratuita y de calidad". Eso no existe.


DB

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