Antes de analizar el caso, vale preguntarse: ¿Dónde están ahora todos esos borregos que salieron con el cuento de "luchar contra los corruptos" y a "defender la democracia"? ¿Dónde están ahora los ñaños que marchaban burlándose de Merino por ser provinciano y no saber hablar? ¿Dónde están los indignados por el gabinete Flores Araoz, al que acusaron de todo? Ahora callan ante los gabinetes basura de Pedro Castillo, llenos de prontuariados e incapaces. ¿Dónde están ahora todos esos que salieron a poner el pecho porque vacaron a un sinvergüenza y corrupto como Vizcarra? ¿Por qué no salen ahora a luchar contra los verdaderos corruptos que hoy nos gobiernan? ¿Por qué no se indignan contra el ignorante y analfabeto que nos gobierna sin darle cara a la prensa? ¿Por qué no se ponen las zapatillas ahora?
Por una simple razón: porque todos esos jóvenes bobos no saben dónde están parados en política. Son solo masa idiota manipulada por la izquierda, son los que siempre salen a marchar al servicio de la mafia caviar, los típicos tontos útiles de la izquierda, arriados como borregos desde las universidades por los centros federados eternamente rojos, las oenegés pro terrucas, los medios progresistas y los periodistas que se vistieron como guaripoleras de Vizcarra. Son los mismos jóvenes incautos que en los 60 eran llevados a la sierra a pelear como guerrilleros, que en los 80 eran adoctrinados y reclutados por Sendero Luminoso en las universidades públicas y que hoy siguen tragándose los cuentos de la izquierda, porque la juventud siempre fue y siempre será el contingente de idiotas que la izquierda necesita para sus aventuras radicales, acá y en todo el mundo. Así fue siempre y así será. Las marchas contra Merino no fueron diferentes. Solo fue otra ocasión en que la izquierda arrió a los jóvenes bobos del bicentenario a exponer su vida por los intereses políticos de la izquierda y sus ansias de poder.
Pero vayamos al caso del informe Cavero. Como ya dije: acá no se trata de justicia. Para nada. El único interés que tienen alrededor de los dos delincuentes muertos en las marchas es utilizarlos como símbolos y pretextos en sus luchas políticas. Los han convertido en héroes y en santos. Pero eran delincuentes. Fueron parte de las barras bravas, el lumpen y los delincuentes convocados para convertir la marcha en una guerra a fuego abierto contra la policía, a la que atacaron con bombardas y bengalas, tratando de llegar a palacio de gobierno. Obviamente la policía tenía que resistir y enfrentar a esos revoltosos. Para eso están. ¿Qué hubiera pasado si la policía no resistía y los vándalos llegaban a palacio de gobierno? ¿De qué estaríamos hablando ahora? Resulta pues ridículo culpar a la policía por cumplir con su deber. Y más ridículo aun culpar a quienes ejercían los cargos de presidente y primer ministro, por las muertes que ocurrieron en las trifulcas callejeras organizadas por la izquierda para recuperar el poder. Quienes deberían ser denunciados son los que alentaron a esas marchas.
La denuncia hecha por la nefasta fiscal Zoraida Avalos en contra de Manuel Merino y sus ministros, es una farsa política, un acto de venganza y un intento de escarmiento. Sabemos bien que la fiscal Zoraída Ávalos era un títere de la mafia caviar, puesta allí por la caviarada luego de una asquerosa campaña de demolición contra Pedro Chávarry. ua de las campañas más sucias de la historia, organizada por IDL, con la complicidad de la prensa prostituida por Vizcarra y hasta de fiscales corruptos que se prestaron para sacar a Chávarry a toda costa. Fue durante la época más negra de nuestra reciente historia, cuando bajo el apoyo del sinvergüenza Martín Vizcarra, la caviarada llegó a copar todas las instituciones, apelando a sucias campañas de difamación, a un referendum amañado y hasta un golpe de estado. Así fue como la mafia caviar llegó a controlar todas las instituciones. La repentina vacancia de Vizcarra fue un golpe muy fuerte para ellos. Por eso arriaron a los jóvenes a las calles. Tenían que recuperar el poder a toda costa, incluso con muertos de por medio. Como ya vimos, la mafia nunca ha tenido límites en sus maniobras políticas para controlar el poder. Lo han hecho todo y con impunidad.
La rápida e insólita denuncia de la fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos, contra Merino y sus ministros, era una prueba más que evidente de que el Ministerio Público estaba al servicio de la mafia caviar. Paralelamente se montó el operativo psicosocial convirtiendo a los dos delincuentes muertos, Inti y Bryan, en santos y héroes, con altares y murales en la vía pública, pancartas con sus rostros en las marchas, y llamando a los jóvenes marchantes "generación bicentenario". La ridiculez y huachafería de la izquierda progresista tampoco tiene límites. La manipulación es su mejor arma.
La intención de acusar, juzgar y -eventualmente- condenar, al presidente ocasional Manuel Merino, su premier Antero Flores Araoz y al ministro del Interior Gastón Rodríguez, por los muertos y heridos en las marchas de protesta, buscaba sentar un precedente nefasto para intimidar a cualquiera que ejerza esos cargos en contra de la voluntad de la izquierda mafiosa caviar. De haber prosperado esta maniobra, nadie en el futuro hubiera podido sentirse capaz de ejercer el control ante las marchas de protesta organizadas por la izquierda. La intención es obvia: amedrentar a las autoridades para tener las calles a su disposición, sin riesgos de represión policial. Con la segura condena de Merino y sus ministros en el Poder Judicial manejado por la izquierda, ya nadie hubiera podido contener las marchas de protesta. El siguiente paso era organizar una asonada vandálica en las ciudades, como la ocurrida en Chile, para obligarnos a convocar una Asamblea Constituyente.
No seamos ingenuos ante los planes de la izquierda. Ellos controlan las principales instituciones. Lo que no pueden controlar es el Congreso, por lo que siempre tratan de cerrarlo o desprestigiarlo con sus campañas mediáticas y encuestas amañadas. Ahora pretenden que el Congreso no haga reformas "porque tiene alta desaprobación". Y han llegado al ridículo de asegurar que el congresista Alejandro Cavero ha tirado por la borda todo su futuro político por negarse a los requerimientos de la mafia. Lo dudo mucho. Por el contrario, la valentía de Alejandro Cavero será recompensada. Hay que tener mucho valor en este país para enfrentarse a toda esa mafia de izquierdas que van desde los partiduchos rojos y las oenegés pro terrucas, hasta la prensa caviar y sus opinólogos que se creen guías morales de la nación. Felicitaciones a Alejandro Cavero y gracias por sus servicios a la nación.