Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
A estas alturas hasta el más tonto de los peruanos debería tener claro que la mafia caviar es la que está detrás de todas las movidas políticas y mediáticas contra el Congreso. Su objetivo es y ha sido siempre desmantelar el fujimorismo. Esa es su misión desde hace 18 años, cuando emergieron bajo el gobierno de Toledo, su socio principal. Allí desataron su implacable persecución con prisiones sin juicio a militares y ex funcionarios. Desde entonces, la guerra de la mafia caviar contra el fujimorismo no se ha detenido. Al contrario, desde la aparición de Keiko como la nueva figura que encarna al fujimorismo, la guerra de la mafia cobró nuevos bríos.
Las alarmas de la mafia caviar se encendieron apenas se supo el resultado electoral del 2016, cuando el fujimorismo obtuvo mayoría absoluta en el Congreso. Para entonces, la mafia ya se había ocupado de desbaratar el triunfo de Keiko mediante falsos psicosociales en la prensa, en la última semana de las elecciones, cuando la acusaron de estar siendo investigada por la DEA. Eso bastó para que PPK pudiera ganar por apenas 38 mil votos. Fue un alivio para la mafia, pero igual se quedaron con la sangre en el ojo al ver el resultado de los escaños en el Congreso. De inmediato convocaron a junta de emergencia para trazar el plan de desestabilización del Congreso con miras a romper esa mayoría fujimorista o, en última instancia, cerrar el Congreso a punta de cuestiones de confianza.
El primer paso de la guerra contra el Congreso fue la utilización de la prensa mermelera para iniciar una larga y sucia campaña de desprestigio del Congreso en general, y del fujimorismo en particular. El gobierno cuadruplicó la publicidad estatal en los medios hasta el punto de provocar reacciones, como la Ley Mulder, que prohibió la publicidad estatal en medios privados. Esta ley fue rápidamente archivada por el Tribunal Constitucional con argumentos baladíes, como el supuesto derecho del Estado a informar. Cosa que la ley no le impedía. Pero la fiesta de la publicidad estatal en la prensa no solo siguió sino que aumentó. De este modo, la gran prensa se puso al servicio de la mafia caviar.
A punta de crear escándalos, portadas y titulares, la prensa se ocupó de mellar el prestigio del Congreso y etiquetarlo como un "Congreso obstruccionista", sin ningún tipo de fundamento real. Pero la etiqueta se quedó grabada en el ideario popular. Luego vino el escandalete de Chávarry, a quien la mafia caviar quería sacar como sea de la Fiscalía. Le inventaron una andanada de acusaciones absurdas que el Congreso se vio forzado a archivar por falta de fundamentos legales, pero eso bastó para que la prensa pudiera armar el escándalo del "blindaje". A cada rato salían denuncias contra Chávarry, en especial por parte de congresistas de izquierda, como Marco Arana. Eran simples acusaciones disparatadas formuladas con el único propósito de crear el efecto del "blindaje".
Lo mismo pasó con Hinostroza, a quien acusaron de ser parte de una organización criminal. El Congreso desestimó el cargo por falta de argumentos y se volvió a armar el escándalo del "blindaje". En este caso lo curioso fue que la Corte Suprema de España también desestimó el cargo. O sea que tanto el Congreso peruano como la Corte de España no vieron argumentos suficientes. Pero igual se creó el espejismo de un "congreso que blinda a los corruptos". Un cuento que de tanto cacarear en la prensa se convirtió en verdad. Así es como se fabrican las falsas verdades en la prensa prostituta y les meten cuentos a los borregos.
Hoy, tanto la prensa mermelera como los agentes de la mafia caviar, ya dan como un hecho cierto que el Congreso está desprestigiado y deslegitimado por su blindaje a la mafia. Lo repiten pikichones de Palacio como Jaime Chincha, sin ningún decoro. Acusan abiertamente al Congreso de haber blindado a los corruptos, cuando jamás se tomaron la molestia de analizar los fundamentos de cada acusación y cada acto de archivamiento. Eso no les interesa. Solo les sirve la pantalla del blindaje. Es lo que al final buscan. Es un plan bien coordinado entre los que inventan las acusaciones y los que publicitan el "blindaje". De otro lado, endiosan al fiscal demente José Domingo Pérez, un monigote de la mafia que les cumplió el sueño de encarcelar a Keiko.
Ahora la campaña de la mafia va por el cierre del Congreso, por un lado, y la oposición a que este Congreso designe a los miembros del Tribunal Constitucional. Están desesperados por apurar el desenlace del cierre del Congreso bajo cualquier recurso. Por ahora toda la mafia y su prensa prostituta sigue en campaña a favor del adelanto de elecciones, contando el cuento de una supuesta "crisis política" que nadie ve. De otro lado, harán lo que sea necesario para impedir la libertad de Keiko Fujimori, mediante sus artimañas y psicosociales en la prensa basura. Tienen por ahora tres frentes de batalla: cerrar el Congreso, impedir que se nombre a los nuevos miembros del TC y mantener presa a Keiko. Veremos si la mafia lo consigue.
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