Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Como si no tuviésemos cosas más importantes que discutir en este país que se hunde cada vez más rápido, los políticos se dedican a pelearse entre ellos. El mismo presidente solo abre la boca para interferir en los asuntos del Congreso o del Ministerio Público sin ninguna prudencia ni respeto por la autonomía de esas instituciones. Los modales hace tiempo que se han perdido en la política peruana.
El tema del momento es el lío que se ha armado en el Congreso por la decisión unilateral y sorpresiva de Daniel Salaverry, para dar paso a la conformación de bancadas con todos los tránsfugas que están en el aire. Se ampara en una resolución del Tribunal Constitucional que declaró inconstitucional la famosa "Ley Antitránsfugas" pero sin haber alcanzado los 5 votos que se requieren para declarar la inconstitucionalidad de una norma.
El caso no fue tan sencillo de resolver en el TC y produjo mucha polémica. Solo votaron a favor de la inconstitucionalidad los magistrados Manuel Miranda, Carlos Ramos, Marianela Ledesma y Eloy Espinosa-Saldaña. En cambio el presidente del TC, Ernesto Blume Fortini, y Augusto Ferrero Costa, emitieron un voto singular indicando que “debe declararse infundada (la demanda de inconstitucionalidad) en todos sus extremos, sin que sea admisible una decisión interpretativa”. El magistrado José Luis Sardón también emitió un voto singular, declarando que “mi opinión es por declarar esta demanda infundada y, por consiguiente, declarar constitucional la norma impugnada, sin condicionarla a interpretación alguna".
El constitucionalista Anibal Quiroga quien fue el abogado de los denunciantes, la resolución del TC "una sacada de vuelta de la Constitución porque no tienen los cinco votos. Para que una demanda de inconstitucionalidad tenga validez requiere de cinco votos, sino se desestima". Lo único claro es que no está claro cuál es el camino jurídico a tomar en este caso. Adicionalmente hubo otros vicios como la filtración del fallo que fue publicado por el congresista Gilbert Violeta antes de que sea oficial. De otro lado se cuestionó que el magistrado saliente Oscar Urviola emitiera un fallo cuando su periodo ya había culminado. En síntesis, fue uno de los fallos más controvertidos del TC.
En primer lugar hay que decir que los tránsfugas han sido un dolor de cabeza para el Congreso y para la política peruana desde hace mucho tiempo. Ya en el Congreso anterior (2011-2016) se discutió la necesidad de una ley antitránsfugas, y uno de sus más esforzados propulsores era Yonhy Lescano, que fue un ácido crítico de los tránsfugas. Sin embargo, una vez aprobada la Ley Antitránsfugas, Yonhy Lescano fue el primero en cuestionarla y corrió al TC a presentar la demanda de inconstitucionalidad.
En realidad existía en el Congreso un marcado sentimiento antifujimorista, que llevaba a ponerse en contra de todo lo que salía de la bancada naranja. No importa si era bueno o malo. Si salía de la bancada fujimorista, la propuesta era rechazada de plano porque siempre se la miraba con sospechas. Así pasó con la ley Antitránsfugas que fue atacada y rechazada desde el principio, solo porque pensaban que el interés oculto del fujimorismo era proteger su mayoría, por lo tanto, y pese a que se trataba de una buena ley y una larga aspiración parlamentaria, fue impugnada.
Ahora lo que se pretende es consolidar el transfuguismo. Es decir, en vez de solucionar el problema se le va a fortalecer y a premiar, dándole categoría de legitimidad constitucional y de derecho de conciencia. Estas cosas pasan solo en el Perú. Por eso es que la política peruana es la basura que es.
Un tránsfuga es un miserable de la política y debe ser tratado como tal. En especial si ya está en el Congreso llevado allí por un partido político. Como han dicho varios constitucionalistas (incluyendo tres de los siete magistrados del TC, y como dice la legislación comparada de otros países) la curul le pertenece al partido y no al congresista. Si un congresista se quiere ir debe dejar la curul y devolvérsela al partido para que ingrese su accesitario. Así es como debería ser.
Es una leguleyada estúpida argumentar que se debe respetar la "libertad de conciencia" para bendecir el transfuguismo. La libertad de conciencia se aplica a la votación sobre temas específicos sensibles donde no se puede exigir acatamiento de consignas. No hay "libertad de conciencia" para la traición a un partido cuando ya se está bien cómodo en una curul parlamentaria. Desde un principio saben las personas que se adhieren a un partido político adónde se meten.
El problema principal de muchos saltimbanquis e improvisados de la política peruana es que carecen de formación ideológica, de ética y modales políticos. Por ejemplo, no soportan que su agrupación política piense distinto y no le den la razón. Entonces hace su pataleta y se va. Por eso vemos a tantos payasos que se hacen los "indignados" cuando su partido toma una posición política. Hemos visto congresistas que han renunciado porque no pusieron su proyecto de ley a debatir cuando ellos querían que se debata, y en primer lugar. Otra que renunció porque se peleó con una colega de bancada. cada quien tiene una excusa más ridícula que la otra. Por supuesto que en el caso de Fuerza Popular muchos se han ido para no terminar chamuscados con el partido.
Superada la calentura del momento y buscándole salida al entrampamiento legal y burocrático, sin duda se van a consolidar las bancadas de tránsfugas, volviendo a la balcanización del Congreso. Así vamos a pasar del callejón de las peleas que es hoy el Congreso, a la olla de grillos. Lo que nos espera es un Congreso peor. Tal parece que todos están ansiosos de que la democracia fracase en el Perú, porque esta contrareforma de las bancadas de tránsfugas se suma a las reformas basura que el presidente Vizcarra promovió contra el Congreso. Hay un sentimiento de perversión en el ánimo de los políticos de pacotilla que tenemos en estos tiempos, que lamentablemente se extiende hacia la sociedad, donde parece prevalecer un deseo suicida por quemar la democracia y adorar a un dictador.
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