Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
La cada vez más dislocada democracia peruana tuvo otro momento electoral del cual se pueden extraer algunos análisis muy puntuales, donde hay, como siempre, ganadores y perdedores.
En primer lugar debemos destacar el fin de los partidos políticos. No nos engañemos. No es Acción Popular el que ha ganado, por más que viejos acciopopulistas quieran vender esa imagen. Lo que hoy tenemos son solo vientres de alquiler. Y Acción Popular no es más que otro vientre de alquiler. Lo fue ya en las elecciones generales cuando cobijó en sus entrañas al ex velasquista y aprista de corazón Alfredo Barrenechea. No importa si cumplen con la farsa de darle su carnet meses antes.
Todos los partidos que han participado en esta contienda electoral han actuado como meros vientres de alquiler o, en su defecto, combis electorales, como lo fue el partido PPK, cuyo nombre incluso es absurdo y permanece igual pese al descalabro de su figura principal. Ya es una vergüenza que una democracia consienta la farsa de "partidos" como UPP, fundado como combi electoral para lanzar a la presidencia a Javier Pérez de Cuéllar en 1995, y que sobrevive gracias a alquilar su inscripción a los aventureros que aspiran a un cargo político. Le sirvió de plataforma electoral a Ollanta Humala y ahora se puso a disposición de Esther Capuñay.
¿Hasta cuándo vamos a consentir vientres de alquiler? La famosa reforma de Vizcarra no ha tocado ni con una pluma esta farsa de la democracia peruana. Al contrario, siguen apareciendo y con todos los vicios de la mafia, como el partido de José Luna, acreditado con sobornos y firmas falsas para lanzar la candidatura de Daniel Urresti, quien llegó segundo. Se trata pues de combis electorales y vientres de alquiler al servicio de trepadores sin escrúpulos. En eso se ha convertido la democracia peruana.
Precisamente porque no tenemos partidos políticos, es decir, organizaciones políticas que operan al rededor de grandes ideales y propuestas programáticas, es que la campaña se ha dispersado entre meros personajes salidos de todos lados y trepados a la combi de su preferencia o metidos en el vientre que pudieron pagar. UPP no es un partido sino una franquicia política. Y a eso aspira AP.
A medida en que los partidos fenecen, lo que quedan son solo personajes independientes que se ven obligados a meterse a un vientre de alquiler para cumplir el requisito de la campaña. De allí la tremenda dispersión de candidatos. Para cada aspirante hay un vientre de alquiler que carece de principios políticos y cuya única función es servir de combi electoral. ¿Hay alguna reforma que esté tratando de remediar esta perversa situación? No. Ninguna. Todas las reformas planteadas por Vizcarra son puras payasadas para distraer a las masas incautas.
En segundo lugar, cabe destacar que la primera fuerza política que todos creíamos que existía, desapareció del mapa. Nos referimos a Fuerza Popular, a quien terminamos llamando Fuerza Populista por la gran cantidad de proyectos disparatados que aprobaba en el Congreso. De hecho, FP también pasó a ser un vientre de alquiler y cobijó a un técnico sin carisma como Diethel Columbus para ser su candidato a alcalde. Keiko Fujimori no conoce ni siquiera el principio elemental de que un buen técnico es un pésimo candidato. Excelentes técnicos han fracasado como candidatos a la alcaldía de Lima y han sido humillados por políticos duchos, como le pasó a Jorge Grieve a manos de Luis Bedoya Reyes, Ricardo Amiel a manos de Alfonso Barrantes o Juan Incháustegui a manos de Ricardo Belmont. En fin, la lista de técnicos fracasados en contiendas electorales es muy larga como para cometer un error tan infantil.
En resumen, Lima ha preferido la mesura de Jorge Muñoz antes que las payasadas de Daniel Urresti, las simplonerías de Belmont o las poses de Renzo Reggiardo. Hay que saludar al nuevo alcalde y esperar que haga obras. Lima necesita obras y no floro.
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