jueves, 13 de septiembre de 2018

El nudo mental de la izquierda


Por: Erick Flores Serrano 
        Director del Instituto Amagi - Huánuco

Augusto Rey, en su columna del lunes 10 de setiembre publicada en Perú 21, nos habla -indignado- de “los estereotipos raciales” todavía anclados en nuestra sociedad. Cita al sociólogo de izquierda Gonzalo Portocarrero, para acusar a la tienda Saga Falabella por el contenido de un spot publicitario de colchones, donde -según Rey- hay un mensaje que “segrega y arrincona” al peruano promedio. Menciona también la enorme cruz que él, pasando los veranos en el Boulevard Asia por su condición de “hombre blanco” y “privilegiado”, carga todos los días de su vida. Una telenovela dramática donde se pinta de héroe en un mundo lleno de fobias y prejuicios. Detalles más, detalles menos, lo que hace el columnista de Perú 21 solo es seguir el guion de la corrección política y posar ante un público que, lastimosamente, termina creyendo en las paranoias progresistas que están de moda.

Cualquier persona con dos dedos de frente que haya podido ver los cuarenta y ocho segundos del comercial, antes de que la empresa retirara la publicidad, puede dar fe de que ninguna crítica que le han hecho a la tienda, tiene fundamento. En el anuncio no se manifiesta ningún tipo segregación, no se refuerza ningún estereotipo racial, mucho menos está presente el racismo que Rey y la comparsa de izquierda ven en un anuncio sencillamente irrelevante.

El racismo es una ideología, una forma muy equivocada de concebir el mundo, un mundo donde unos son superiores a otros por su raza. En este sentido, hay mucho más racismo en la columna de Rey y en la histeria colectiva que se ha generado por su culpa, que en el comercial de Saga Falabella. No es racista quien llama negro a un negro, racista es quien cree que llamarlo negro es una ofensa. Como personas sensatas, es nuestra responsabilidad poner las cosas en su lugar y dejar de darle importancia a las cosas que no son importantes. El “racismo” de Saga Falabella quizá sea un bonito cuento, es claro que el tema vende mucho pero no es más que eso, un cuento, una fábula, una ficción, una lucha que solo existe en la mente de personas de rara y atrevida imaginación.

Dicho esto, sería interesante reflexionar sobre lo que hubiera pasado si en el comercial los roles hubieran sido distintos, ¿qué pasaba si Valeria, la bella chica de piel morena que hace el papel de roommate de la chica “blanca y privilegiada”, hubiera sido la protagonista del anuncio en lugar de la otra?, ¿acaso la columna de Rey, junto con la opinión de aquellos que comulgan con él, hubiera sido un mar de halagos hacia la empresa por su enorme contribución al respeto y a la integración de la población afrodescendiente?, ¿la izquierda hubiera celebrado que una enorme empresa capitalista le haya dado voz a una mujer de piel morena? Es evidente que no y esto es lo que en verdad debería de motivar nuestra preocupación.

Antes del nudo colonial al que hace referencia Rey, de lo que hay que preocuparnos en este país es del nudo mental que la izquierda, con esa moral tan selectiva y convenida, viene atando en la cabeza de los más jóvenes e incautos. Si algo debe quedar claro con todo esto, es que el racismo es una forma de pensar muy primitiva, en nuestro país lastimosamente existen personas que piensan así y es lamentable; pero mucho más triste y lamentable es la insania mental de quienes ven racismo en todos lados, desde un comercial de colchones hasta un catálogo de ropa.

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