sábado, 21 de julio de 2018

Los caraduras de izquierda marchan otra vez


Escribe: Dante Bobadilla R.

Lo sorprendente de la izquierda es su capacidad para reinventarse, para resucitar de sus cenizas, emerger de su cloaca, sacudirse de polvo y paja y volver a engatusar con el mismo discurso. Como si nunca hubieran fracasado con sus ideas, como si no hubieran asesinado para imponer su paraíso social, como si no hubiesen llevado al hambre y la miseria a pueblos enteros y devastado varios países. De alguna misteriosa manera, la izquierda siempre regresa y vuelve a hacer exactamente lo mismo.

Los jóvenes caen siempre en la trampa de la izquierda porque carecen de memoria. Los que hoy frisan los 20 o 25 años no recuerdan a los promotores de la marcha de los Cuatro Suyos. Eran nenes cuando los mesías de aquellos días marchaban para salvarnos del Apocalipsis, rescatar la democracia y luchar contra la corrupción. Ignoran que son los mismos que hoy convocan marchitas similares, pese a que sus líderes están ahora fugados, con orden de captura o esperando su turno en los juzgados.

Tal como Alejandro Toledo en otros tiempos, hoy Verónika Mendoza promueve la marcha exigiendo una nueva Constitución. Es el remake peor montado de la izquierda. Siempre son personajes baratos que usan el discurso correcto y las palabras mágicas para embaucar a los ingenuos. El libreto es el mismo: la condena del pasado y la destrucción del presente para construir un nuevo futuro diferente, y bla, bla, bla.

Más allá de los corruptos, lo que me indigna a mí es el descaro de la izquierda para posar como indignados, como sorprendidos, como inocentes, como víctimas. Como si no tuvieran nada que ver con el desastre actual, como si no tuvieran las manos sucias, como si no hubieran marchado con los corruptos y apoyado a los ladrones, como si no tuvieran ahora de compinches a toda esa caterva de corruptos ex funcionarios del toledismo, del humalismo, del villaranismo , a los mafiosos de las oeneges de izquierda, coludidos con el PJ, el MP, el TC infectados de corrupción, y con los medios capturados por la caviarada. Una buena parte de estos marchantes ya se han titulado como bobos al pedir que les devuelvan su voto; pero siguen allí, como si nada, marchando con su impresionante descaro.

El montaje es similar a otros escenarios en los que la izquierda pretende fungir de salvadora en medio de una crisis total. Recordemos a Fidel Castro capturando el poder para rescatar al pueblo de la dictadura de Batista, pero luego su dictadura fue mucho peor y más larga. Hugo Chávez saltó a la arena política como salvador de la crisis para luego generar la peor crisis de la historia de Venezuela. En Nicaragua Daniel Ortega combatió a Somoza para liberar al pueblo de su dictadura, pero hoy su gobierno es más despótico y criminal. Ejemplos sobran, pero la moraleja es la misma: cualquier cosa es mejor que la izquierda en el poder. Son como ratas que salen a aprovecharse de los momentos de crisis.

El espectáculo de hoy es un refrito que se monta cada cierto tiempo desde hace casi dos décadas. La izquierda arma su muñeco favorito: el monstruo del fujimorismo, sin el cual no podrían disfrazarse de superhéroes sociales ni luchadores anticorrupción. La izquierda necesita construir el mito del fujimorismo para usarlo como el mal contra el que hay que luchar. No hay otro. Cualquier otro tipo de mafiosos y corruptos no les interesa, incluso los protegen. En otros países la izquierda culpa al imperialismo yanqui, pero acá les basta con el fujimorismo para montar el show. Desatada la crisis, lo que sigue es convocar la marcha y abrir las puertas de los manicomios y corrales de izquierda para que salgan a marchar los mismos borregos de siempre con las pancartas de ocasión. Nada nuevo.

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