viernes, 27 de abril de 2018

La libertad de Ollanta y Nadine


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

La sentencia del Tribunal Constitucional que deja sin efecto la prisión preventiva de Ollanta Humala y Nadine Heredia, ha demostrado que la gente confunde la justicia jurídica con la justicia popular, que es una forma de linchamiento o lapidación del acusado, sin que medie juicio alguno. 

Hace tiempo que en el Perú se viene abusando de la figura de la prisión preventiva, en especial desde que le otorgaron súper poderes a la Fiscalía. Han habido varios casos clamorosos de abuso fiscal y desidia judicial, de personas que han pasado años en cárcel sin un juicio, como fue el caso del general Walter Chacón, o acusados absurdamente durante la cacería de brujas montada por las oenegés caviares contra todos los que tuvieran algo que ver con Alberto Fujimori o Vladimiro Montesinos. Bastaba haber ejercido un cargo en los 90 para ser implicado a una acusación fiscal y pasarse 17 años en el Poder Judicial. 

En los últimos tiempos se pusieron de moda las prisiones preventivas, tanto por el abuso de poder de los fiscales que hoy en día se sienten dioses, como por la complicidad de jueces carceleros y figuretis, como el famoso Richard Concepción Carhuancho, que le dice "sí" a todo lo que le piden los fiscales. Hemos visto el circo de la "lucha anticorrupción" con la única función de ver a un fiscal prepotente pidiendo la prisión preventiva de alguien a quien quiere investigar, y a un juez mamerto accediendo sin cumplir su rol de proteger los derechos de los ciudadanos. También hemos visto la complacencia judicial para que ciertos fiscales, tan figuretis como histéricos, vayan a a montar el show mediático de los allanamientos de locales para meterse hasta a los baños, para luego filtrar videos y fotos a sus medios afines.

Hay que recordar el patético accionar de la fiscalía en el caso de Alejandro Toledo, a quien luego de investigar por casi tres años no fueron capaces de presentar un expediente decente al Poder Judicial, al punto en que les fue devuelto hasta dos veces por el juez Elio Concha, debido a que "no se había realizado las imputaciones necesarias contra cada uno de los denunciados". Luego el fiscal Hamilton Castro abre una investigación por el caso Odebrecht, y lo primero que hace es pedir la prisión preventiva de Alejandro Toledo sabiendo que vive y se encuentra en los EEUU. Y, para variar, el juez admitió la prisión preventiva iniciando un largo, engorroso y costoso trámite internacional que probablemente sea desestimado por los EEUU.

¿Pero acaso hace falta meter preso a Alejandro Toledo para que el fiscal lo investigue? ¿Es que luego de tantos años investigándolo por el caso Ecoteva no pueden abrirle ya un juicio y darle una citación formal para que asista a su defensa? Realmente es muy difícil entender el proceder de la Fiscalía y del Poder Judicial. Al parecer tratan de cubrir su incapacidad para procesar los delitos de corrupción con el circo de las prisiones preventivas, y mucha gente se compra el show creyendo que ya se hizo justicia. 

No hay que confundirnos. Las prisiones preventivas no son una medida de justicia sino de show, de impacto mediático y de prepotencia fiscal. Se ha llegado al extremo de meter a prisión a Jéssica Tejada por el hecho de ser pareja de un funcionario implicado en un caso de soborno. Y lo más grave de este caso es que ambos estaban en el extranjero cuando se conoció el caso pero de inmediato vinieron a ponerse a derecho. Sin embargo, lo primero que hizo el fiscal fue pedir prisión preventiva para ambos. Y el juez, una vez más, accedió. Y todavía siguen presos sin que haya una acusación. La fiscalía aun está en proceso de investigación mientras Jéssica Tejada sigue presa hace año y medio.

Por todo esto, me alegro de que el TC haya dictado una sentencia que trata de poner orden en este caos de las prisiones preventivas. No ha dicho que Ollanta y Nadine sean inocentes. No ha dicho que ya no se les juzgue. Lo que ha dicho es que no tienen por qué estar presos mientras la Fiscalía investiga y arma un caso. Si quieren hacer justicia de la buena, lo que debemos exigir es que el Ministerio Público haga bien su trabajo, que se aboque a investigar con prontitud y que arme un caso bien sustentado para presentar la acusación ante el Poder Judicial lo más rápido posible. Luego se tendrá que juzgar y, finalmente, sentenciar. Y, si son culpables, pues allí si tendrán que cumplir su sentencia en cárcel. Así es como funciona la justicia en un país decente, donde hay leyes, derechos y jueces probos.

El Perú debe ser el único país donde primiero te meten preso, luego te investigan para ver de qué te acusan, luego te juzgan para ver si eres culpable, y al final te sentencian. Y si resulta que eres inocente, igual ya pasaste tres años de cárcel o más. ¿Y quién te devuelve el tiempo perdido? Este no es un cuento inverosímil. Lo que acabo de describir es lo que le ha pasado a mucha gente, como por ejemplo al ex ministro Rómulo León, quien pasó tres años preso en "prisión preventiva" y luego en prisión domiciliaria, hasta que el Poder Judicial lo declaró inocente varios años después. Y como este hay muchos casos.

Por todo esto celebro que el TC haya dictado jurisprudencia para las prisiones preventivas y le haya llamado la atención, de paso, al Ministerio Público y al Poder Judicial. Basta ya del circo de las prisiones preventivas. ¿Quieren luchar contra la corrupción? Pues aceleren las investigaciones y no pierdan tiempo en tonterías, como andar resucitando refritos del pasado como El Frontón o las esterilizaciones. El Ministerio Público tiene amplios poderes para poder investigar sin que nadie perturbe su trabajo. No necesita andar metiendo presa a la gente. Pueden dictar impedimento de salida del país, inmovilizar cuentas bancarias, levantar secretos bancarios, allanar domicilios, etc. Con todos esos poderes a su disposición es realmente vergonzoso y abusivo que lo primero que haga siempre es pedir que metan presa a todos los que investiga. Es el colmo. Esto debe acabar.

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