Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Una vez más nos toca ver el espectáculo patético de la violencia estudiantil en San Marcos. No me voy a detener a analizar las causas del vandalismo, ni las aparentes ni las verdaderas. Porque en todos estos casos siempre existen dos motivaciones: las que se presentan como excusa disfrazando las tropelías como defensa de "derechos", y las verdaderas razones de unos vándalos que defienden sus propios intereses gremiales. Ya han sido expuestas por docentes y conocedores del tema desde el interior de la universidad. Básicamente es gente que se resiste a perder el control y se opone a los cambios que la nueva ley universitaria exige. El resto es cuento para bobos.
No sé qué lado de toda esta situación es más patético: la violencia de unos salvajes que se creen con derecho a tomar una universidad para imponer sus puntos de vista, o los papanatas que desde los medios y redes sociales los apoyan para posar como padrinos de las causas justas. Es evidente que en este país existen demasiadas mentes confundidas, seres de pacotilla que prefieren guiarse por la pose correcta antes que por los principios que sustentan a cualquier sociedad civilizada.
Para decirlo de forma clara, simple y directa: no hay manera de que podamos avanzar como país si no somos capaces de defender los principios de una sociedad civilizada que se sustenta en el respeto a la ley, el orden, la autoridad y la institucionalidad. Esto tiene que entrarles al cerebro a todos desde la escuela. Nadie puede arrogarse el "derecho" de pasar por encima de la ley y las autoridades para imponer sus puntos de vista por la violencia. Nadie. Y en esto no podemos claudicar.
De lo contrario no solo vamos a aplaudir tomas de locales universitarios sino cualquier acto de salvajismo, como las tomas de carreteras, que muchos defienden como "legitima protesta". De allí a justificar el terrorismo solo hay un paso. Y de hecho, la justificación del terrorismo ya es oficial, desde que la Comisión de la Verdad y Reconciliación planteó como explicación del "conflicto armado interno" la situación de pobreza y marginación de las zonas andinas. En buen romance, los terroristas eran luchadores sociales que buscaban un cambio a la situación de pobreza y que exageraron en su accionar llegando a niveles de terrorismo. Pero justificado está.
Del mismo modo, la otra cara de esta estúpida postura es la crítica al accionar de las fuerzas del orden. Ahora resulta que pedir la intervención policial para recuperar el orden y la autoridad en la universidad es una "nefasta medida" que muchos han tenido el cuajo de criticar y condenar. ¿Pero dónde tienen el cerebro estos personajes de pacotilla que defienden a los vándalos y critican a los agentes del orden? ¿En qué sustentan su pobre raciocinio? ¿En qué mundo viven estos desubicados?
En lugar de tantas boberías de género, en la escuela deberían enseñar los principios básicos que sustentan a una sociedad civilizada fundada en la ley, el orden y las instituciones. Deberían enseñarles a los niños que las ideas se discuten y se aceptan por consenso, no se imponen por la fuerza ni por las armas, como pretendían los criminales de la izquierda terrorista. Hay que enseñarles desde niños que el Estado tiene el deber de actuar en defensa del orden social y para imponer la ley mediante el uso legítimo de la fuerza pública, es decir, policías y fuerzas armadas si fuera el caso. Parece que todos estos papanatas no saben ni lo básico. ¿Qué podemos esperar de gente que ignora el ABC de la civilización? Siempre andan defendiendo las protestas como un "derecho", como si alguien tuviera el derecho de afectar a los demás por hacer prevalecer sus intereses. ¡Payasos!
Patético es leer a todos esos socialconfusos criticando el accionar policial en San Marcos y defendiendo las tropelías de los vándalos. ¿En qué país quieren vivir esos desadaptados? ¿En un país donde cada quien salga a imponer sus puntos de vista a balazos? ¿Donde los grupos políticos se declaren la guerra a ver quién queda vivo para establecer quién tiene la razón? Qué patético realmente. Pero así estamos.
Y más allá de estas absurdas posturas a favor de la violencia y en contra de las fuerzas del orden, tan típicas de la izquierda pro terrorista, está la insufrible cháchara sobre los "derechos". Me canso de leer a larvas juveniles cacareando sobre sus supuestos "derechos" a reclamar educación gratuita, vivienda gratuita, comida gratuita y transporte gratuito. ¿Quién les ha enseñado a estos mamones que tienen el "derecho" a que la sociedad los mantenga? ¿De dónde sacan que tienen "derecho" a obtener una carrera gratis? Y encima el "derecho" a gestionar la universidad y opinar sobre el currículo. Ya es el colmo. Estos chicos necesitan una buena dosis de ubicaína.
Desgraciadamente en este país tenemos políticos ignorantes que apelan a la demagogia y al gasto público para ganar votos y permanecer en el poder. Todos estos supuestos "derechos" que reclaman a viva voz los pulpines les han sido prometidos por estos demagogos. Pero nunca es tarde para aclararle el cerebro a nuestra juventud extraviada en la politiquería de la izquierda parásita y chupasangre. Acá nadie tiene ningún derecho a nada, a menos que pague por ello. Los jóvenes que reciben educación gratuita del Estado, sin ningún tipo de filtro social para verificar sus necesidades económicas, ni compromiso de devolución futura del costo, no tienen ningún derecho a reclamarle nada a nadie. Como dice el dicho: a caballo regalado no se le mira el diente. Si no les gusta la educación que reciben pueden irse a otra universidad y dejar de sufrir.
En todo caso, todos los reclamos se tramitan por la vía administrativa. Existen órganos de cogobierno donde los estudiantes están representados y es allí donde se escucha su voz. No hay pues ninguna forma racional de poder justificar el vandalismo estudiantil para reclamar un "derecho". Todos esos revoltosos que se atrevieron a saltarse la ley y violentar el orden tienen que ser expulsados sin miramientos y llevados ante la justicia. Se sabe que esos dirigentes estudiantiles que promovieron el vandalismo son típicos estudiantes eternos que llevan más de una década parasitando en la universidad y quitándole el puesto a un joven pobre, que puede aprovechar mejor la educación gratuita. Esos parásitos deben ser expulsados de la universidad sin más trámite. Es más, hace tiempo que deberían haber sido expulsados por incapaces.
Para finalizar, es hora de hablar claro y sin miedo en este país. Es hora de poner la cara y decir las cosas como son, sin complejos ni poses. Ya tenemos bastante con los pobre diablos que prefieren la comodidad de la pose correcta y el disfraz de luchador social y defensor de causas justas. Al diablo con toda esa basura. Las cosas claras. Acá nadie tiene derecho a exigirle nada a la sociedad. Nadie tiene el derecho de violentar la ley y pasar por encima de las autoridades y las instituciones para imponer sus puntos de vista. Nadie. Si esto no está claro, pues entonces no lloremos cuando regrese el senderismo que ya está listo para volver a actuar.
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