Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
No debemos dejarnos atarantar por la verborrea caviar que defiende sin descaro la mermelada para los medios. Es decir, toda esa gentita que posa como defensora de los derechos, para variar, porque esa es su pose predilecta y argumento preferido. Cada vez que un caviar quiere debatir algo se coloca su disfraz de defensor de un derecho. En este caso se trata del supuesto derecho del Estado (fíjense nomás, el Estado tenía derechos) y el derecho de las personas a estar informadas sobre las actividades del Estado. Cada día nos inventan más derechos los progres.
Bueno, en primer lugar hay que quitarle la careta a estos farsantes. Ellos no defienden derechos sino la mermelada. Acá no existe ningún derecho en peligro. El Estado no tiene derecho alguno. El sentido del Estado y su obligación intrínseca es preservar los derechos de los ciudadanos. Así que es absolutamente ridículo hablar de un supuesto “derecho del Estado”. A otro perro con ese hueso. El Estado tiene la obligación de informar sus actos, es verdad. Y tiene que hacerlo por sus propios medios de información, que para eso los tiene. Tanto el Ejecutivo como el Congreso y el Poder Judicial tienen sus propios canales de televisión y otros medios de difusión a los que cualquier ciudadano interesado puede acceder libremente.
Por otro lado, el derecho de los ciudadanos a estar informados de los actos del Estado es una figura básicamente retórica, porque la realidad es que el Estado es vasto. Ni la edición entera de todos los diarios alcanzaría para informar de todo lo que hace el Estado día a día. Son los ciudadanos interesados los que deben preocuparse por acceder a la información que requieren o solicitar la información puntualmente por escrito, como faculta la ley. No es pues a través de los medios privados y comerciales que tenemos que informarnos de los actos del Estado. Eso es una falacia ridícula.
Hay que hacer notar que el Estado no tiene la obligación de llevar necesariamente la información a cada uno de los ciudadanos a la mala, como se pretende hacer creer. Es al revés. El Estado debe garantizar que los ciudadanos puedan acceder a la información del Estado y para eso el Estado tienen sus propios medios. Así es como son las cosas. Que no nos ataranten con falacias. Y eso de que no todos tienen internet es otra falacia. No hace falta que lo tengan como tampoco tienen diarios ni radios sino es que los compran o los encienden. Si quieren usar Internet tienen cabinas o celular. Y es más fácil que la Internet llegue a los pueblos a que lleguen los diarios. Muchos pueblos de la sierra y selva solo tienen Internet.
Por último, dejemos de hablar de información, porque esta ley antimermelada no se trata de información sino de propaganda y publicidad inútil. Esa es la verdad de las cosas. Los demagogos y farsantes defensores de la mermelada nos desvían el debate hablando de información cuando se trata de propaganda. La ley impide la publicidad. Eso no es información. Sacar un aviso a página entera para publicitar a la Sunedu, a la que llaman “la tía brava de los universitario”, no es información por ningún lado. Los universitarios no tienen nada que hacer con la Sunedu. Eso es propaganda inicua.
El Estado no vende nada. No es necesario que un ministerio haga publicidad acerca de su existencia. Decirle al ciudadano que el Ministerio de Salud vela por la salud de todos los peruanos, no es información, es propaganda ociosa y costosa que no sirve para nada. Y no son solo ministerios sino todos los organismos del Estado que se dedican a malgastar el dinero público para publicitar su existencia y labor. ¿Hace falta que la Sunat le recuerde a los ciudadanos que existe? Pero lo hace.
Cada ministerio tiene que conocer su público objetivo y llevar la información a esos sectores. Por ejemplo, no se puede hacer publicidad en un canal de cable para que la gente almacene agua en depósitos cerrados y clore el agua, porque esa información está dirigida básicamente a la gente de los cerros y arenales sin agua y, obviamente, sin TV de cable. De hecho tampoco leen diarios de 3 soles porque eso es lo que tienen presupuestado para comer en el día.
De modo que las campañas de cada ministerio tienen que estar bien focalizadadas y la información tiene que llegar por otros medios y no necesariamente por la prensa o los medios tradicionales. Pueden usar mensajes de texto, que son mucho más efectivos para llegar a todos.
En resumen, ya basta de engañamuchachos en defensa de la mermelada. Basta de falsas poses y máscaras de defensores de derechos. Debemos detener el despilfarro de los fondos públicos y evitar que sean usados para la compra de medios, como ha venido ocurriendo en los últimos seis años, como es evidente y comprobable.
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