Han salido muchos a criticar a los críticos del primer gabinete de PPK. Ciertamente hay críticas tontas como “todos vienen de la empresa privada”. Hoy Juan José Garrido, director de Peru21, salió en defensa de Carlos Basombrío con palabras fuertes contra sus críticos, entre los cuales nos encontramos. Obviamente nadie descalifica a Carlos Basombrío por sus cualidades personales sino por su idoneidad para el cargo. No se necesita ser vidente para saber que la gestión de Carlos Basombrío al frente de la seguridad ciudadana será un completo fracaso. Como tampoco hizo falta para advertir en el 2011 lo que sería el gobierno de Ollanta Humala, tal como lo vaticiné en su momento. Y es que no se pueden cosechar peras de los olmos. Basta conocer el perfil de una persona para saber de lo que será capaz, sin engañarnos con sus discursos ni con sus poses. Los pavorreales son muy llamativos pero no sirven ni para hacer un caldo. Solo son adorno costoso.
Carlos Basombrío es el típico caviar: egresado de sociología de la PUCP y “experto en DDHH”, para variar. Obviamente ha laborado en una ONG roja como IDL y por lo mismo guarda filiaciones con instituciones extranjeras. Tampoco le faltan publicaciones. Todo caviar vive escribiendo y publicando gracias a los auspicios de sus ONGs. Hacen de cada experiencia un libro. O tres, como es el caso de Basombrío tras haber pasado por el Ministerio del Interior durante el gobierno de Alejandro Toledo. De esa experiencia sacó el libro “Activistas de derechos humanos a cargo de la seguridad y el orden en el Perú. Reflexiones sobre una experiencia inédita en la región”, escrito con Gino Costa, Miguel Huerta y Susana Villarán, y editado por IDL. También les alcanzó para escribir “Liderazgo civil en el Ministerio del Interior: reforma policial y gestión democrática” editado esta vez por el IEP, al igual que el tercer libro sobre el mismo tema: “La seguridad y sus instituciones en el Perú a inicios del siglo XXI”, escrito con Fernando Rospigliosi. No se puede negar que estos ñaños hacen de cualquier cosa un libro.
De hecho a Basombrío no le falta nada en su perfil caviar, salvo su ficha en Wikipedia. Desde luego, también formó parte del frente único antifujimorista en las últimas elecciones, sumado al alegre coro de acusadores que llamaban mafia, corruptos, ladrones y narcotraficantes a los fujimoristas. Pero siempre desde una actuación ética, moral y democrática, porque todo lo que hacen los caviares es democrático y ético. Ellos no solo son los dueños de la verdad histórica, de la memoria pública y de la moral política, además poseen la franquicia de la democracia. Solo ellos pueden determinar quiénes poseen “credenciales democráticas”. Ahora resulta que la izquierda promotora de la lucha armada para la aniquilación de la democracia burguesa y del Estado colonial, son los que enseñan democracia. Habría que preguntarle a Jorge Nieto, un ex integrante de Trinchera Roja, puesto ahora en el Ministerio de Cultura, si todavía piensa en esas consignas trasnochadas que terminaron en el terrorismo de Sendero Luminoso.
Que pongan a un progre en el Ministerio de Cultura me tiene sin cuidado, es un ministerio de adorno, pero colocarlo a cargo de la seguridad ciudadana sí que preocupa. Basombrío ya esbozó su estrategia: fortalecer las Codisec (Comité Distrital de Seguridad Ciudadana) y poner a los alcaldes a cargo de la seguridad. Es decir, lo mismo que hizo Ollanta Humala asumiendo el mando de la famosa Comisión Nacional de Seguridad Ciudadana que solo sirvió para hacer show un par de veces. Todas estas comisiones solo sirven para perder el tiempo en discusiones tontas sobre planes de seguridad, mapas del delito, observatorios de la criminalidad, gráficos de incidencias y tonterías por el estilo, mientras los delincuentes se ríen a carcajadas y siguen haciendo de las suyas. No me extrañaría que la primera medida de Basombrío sea hacer una encuesta nacional de victimización o de percepción de inseguridad. No servirá de nada excepto para llenar las páginas de su próximo libro. Ya debe estar pensando en el título.
Poner a los alcaldes al mando de la seguridad es una locura. Ellos no son profesionales en este tema y en su mayoría son solo ignorantes que no saben qué hacer. Miremos el ejemplo de Chiclayo, donde sus alcaldes solo han sido borrachos y delincuentes que hasta incendiaron el palacio municipal. Armar un comité de seguridad con el alcalde y los ciudadanos es un sueño de opio socialista. El asambleísmo de izquierda nunca ha servido para nada. Como están las cosas creo que mejor vamos comprando un perro, un seguro y una pistola. El fracaso del señor Carlos Basombrío es tan seguro como el de la selección peruana en las clasificatorias. Claro que estaremos felices si al final descubrimos que nos equivocamos. Seremos los primeros en felicitarlo. Por ahora nuestra apuesta está echada.
Carlos Basombrío es el típico caviar: egresado de sociología de la PUCP y “experto en DDHH”, para variar. Obviamente ha laborado en una ONG roja como IDL y por lo mismo guarda filiaciones con instituciones extranjeras. Tampoco le faltan publicaciones. Todo caviar vive escribiendo y publicando gracias a los auspicios de sus ONGs. Hacen de cada experiencia un libro. O tres, como es el caso de Basombrío tras haber pasado por el Ministerio del Interior durante el gobierno de Alejandro Toledo. De esa experiencia sacó el libro “Activistas de derechos humanos a cargo de la seguridad y el orden en el Perú. Reflexiones sobre una experiencia inédita en la región”, escrito con Gino Costa, Miguel Huerta y Susana Villarán, y editado por IDL. También les alcanzó para escribir “Liderazgo civil en el Ministerio del Interior: reforma policial y gestión democrática” editado esta vez por el IEP, al igual que el tercer libro sobre el mismo tema: “La seguridad y sus instituciones en el Perú a inicios del siglo XXI”, escrito con Fernando Rospigliosi. No se puede negar que estos ñaños hacen de cualquier cosa un libro.
De hecho a Basombrío no le falta nada en su perfil caviar, salvo su ficha en Wikipedia. Desde luego, también formó parte del frente único antifujimorista en las últimas elecciones, sumado al alegre coro de acusadores que llamaban mafia, corruptos, ladrones y narcotraficantes a los fujimoristas. Pero siempre desde una actuación ética, moral y democrática, porque todo lo que hacen los caviares es democrático y ético. Ellos no solo son los dueños de la verdad histórica, de la memoria pública y de la moral política, además poseen la franquicia de la democracia. Solo ellos pueden determinar quiénes poseen “credenciales democráticas”. Ahora resulta que la izquierda promotora de la lucha armada para la aniquilación de la democracia burguesa y del Estado colonial, son los que enseñan democracia. Habría que preguntarle a Jorge Nieto, un ex integrante de Trinchera Roja, puesto ahora en el Ministerio de Cultura, si todavía piensa en esas consignas trasnochadas que terminaron en el terrorismo de Sendero Luminoso.
Que pongan a un progre en el Ministerio de Cultura me tiene sin cuidado, es un ministerio de adorno, pero colocarlo a cargo de la seguridad ciudadana sí que preocupa. Basombrío ya esbozó su estrategia: fortalecer las Codisec (Comité Distrital de Seguridad Ciudadana) y poner a los alcaldes a cargo de la seguridad. Es decir, lo mismo que hizo Ollanta Humala asumiendo el mando de la famosa Comisión Nacional de Seguridad Ciudadana que solo sirvió para hacer show un par de veces. Todas estas comisiones solo sirven para perder el tiempo en discusiones tontas sobre planes de seguridad, mapas del delito, observatorios de la criminalidad, gráficos de incidencias y tonterías por el estilo, mientras los delincuentes se ríen a carcajadas y siguen haciendo de las suyas. No me extrañaría que la primera medida de Basombrío sea hacer una encuesta nacional de victimización o de percepción de inseguridad. No servirá de nada excepto para llenar las páginas de su próximo libro. Ya debe estar pensando en el título.
Poner a los alcaldes al mando de la seguridad es una locura. Ellos no son profesionales en este tema y en su mayoría son solo ignorantes que no saben qué hacer. Miremos el ejemplo de Chiclayo, donde sus alcaldes solo han sido borrachos y delincuentes que hasta incendiaron el palacio municipal. Armar un comité de seguridad con el alcalde y los ciudadanos es un sueño de opio socialista. El asambleísmo de izquierda nunca ha servido para nada. Como están las cosas creo que mejor vamos comprando un perro, un seguro y una pistola. El fracaso del señor Carlos Basombrío es tan seguro como el de la selección peruana en las clasificatorias. Claro que estaremos felices si al final descubrimos que nos equivocamos. Seremos los primeros en felicitarlo. Por ahora nuestra apuesta está echada.
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