Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
No creo que a nadie le sorprenda el descubrimiento del fraude de César Acuña. Por lo menos a nadie que tenga el mínimo criterio para juzgar a las personas. Basta verlo gesticular y oir su discurso para darse cuenta de que se trata de un trepador de baja estofa. No tiene el más mínimo nivel intelectual, y solo en un país tercermundista como el Perú podría estar regentando universidades como prostíbulos, y tentando la presidencia con ínfulas de "doctor", cuando ni siquiera sabe leer ni hablar.
La realidad del Perú nunca termina de sorprendernos. Cuando después de Alejandro Toledo, un borrachín y pendenciero que tiene la mentira como su principal virtud, y tras Ollanta Humala, un cachaquito mediocre sin perspectiva ni talento alguno, creíamos que ya no podíamos caer más bajo, siempre aparece un César Acuña para demostrarnos que al fondo hay sitio y que cualquier mamarracho puede llegar a presidente en este país.
César Acuña no es el único mediocre que tiene un legítimo título de doctor mediante una tesis copiada. Esta clase de especímenes abundan en nuestro país, donde mandarse hacer una tesis es tan común. Hacer tesis a pedido es toda una industria en el Perú y a nadie la ha importado jamás. Es un poco más costoso que mandarse hacer un diploma en Azángaro pero otorga mayores garantías, ya que el título es legítimo. Que uno de estos farsantes acabe postulando a la presidencia era solo una cuestión de tiempo. De hecho sería un cabal representante de muchos que fungen títulos truchos.
Pero si la indignación que ha recorrido los medios en estos días es real, habría que solicitarle a este farsante que retire su candidatura por decoro elemental. No podemos llegar a ser un país bananero gobernado por un falso doctor que manda hacer sus tesis. Y hoy incluso se sabe que hasta su título de ingeniero es bamba. Se trata de un personaje que tiene más anticuchos que el propio Toledo. Dar el paso siguiente eligiendo a este mamarracho nos llevaría a la categoría de país del cuarto mundo.
El asunto además nos está permitiendo ver en toda su magnitud el inmundo cuchitril de la política nacional, donde los escuderos están a la orden del día para encubrir a este farsante con billetera. Ya no hablamos de los chupamedias de Ollanta, ni de los perritos falderos de Nadine, ni los escuderos de Toledo. Con Acuña se ha abierto una nueva categoría que es la prostitución política, donde reina Anel Townsend con trono y cetro. Esta mujerzuela de la política no tiene ningún rubor para pasar de tienda en tienda prestando sus servicios al mejor postor. ¿Y qué podemos decir del pastor Lay? El predicador de la moral que sigue subido al corso de Acuña y sus hermanos e hijos.
La banda completa de los Acuña Inc. están más frescos que nunca porque afirman que acá no pasa nada. Virgilio Acuña lo ha dicho como si saludara a una dama: acá todo el mundo copia. De modo que ellos son los auténticos representantes de un país donde la mediocridad académica y el descaro impune priman, con universidades y todo. Lo tenebroso sería que en realidad, al final el Perú se convierta en eso: un país donde el lumpen es capaz de apoderarse del poder porque se llenaron los bolsillos con plata como cancha. Ojalá que la indignación, aunque sea minoritaria, sea capaz de detener a estos miserables.
El Jurado Nacional de Elecciones tiene las pruebas y evidencias suficientes para sacar a César Acuña de la competencia electoral sin esperar a la Complutense. Estamos ad portas de las elecciones y no podemos correr el riesgo de que toda esta banda de delincuentes legalizados trepe más al poder. Hay que seguir haciendo presión.
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