Publicado por Osmel Brito Bigott
En un artículo publicado en este mismo blog, Nicolás Cachanosky describía las confusiones que existen en torno al término capitalismo. Un término acuñado por Marx para describir el proceso de cambio producto de la revolución industrial a fines del siglo XIX. Ayn Rand lo llamaba (y da título a uno de sus libros) el ideal desconocido, y por sobre todo hacía referencia al capitalismo puro, de laissez faire. En mi caso, y tal como Nicolás, veo al capitalismo como la consecuencia económica de la aplicación general de los principios generales (éticos, legales y por supuesto económicos) del liberalism.
Tal como indica Ayn Rand en la cita con la que abro el artículo, la mayor virtud del capitalismo es que fundamenta la creación de riqueza sobre el comercio, sobre el libre intercambio contractual de valores entre hombres libres. Antes de la aparición del capitalismo, la poca riqueza que se producía era por el saqueo y la expoliación. Los bienes de riqueza que se producían era para el disfrute de unos pocos mientras la mayoría de la población permanecía en niveles de subsistencia.
Los procesos sociales son de larguísimo plazo. Por lo que el reconocimiento de los derechos individuales y los principios de la sociedad abierta (y del capitalismo) no han sido entendidos ni captados de forma integral. Tanto Karl Popper como Friedrich Hayek señalaban que el reiterado surgimiento del socialismo es producto de los vestigios de la sociedad tribal que aún persisten en nuestra psiquis. A pesar de esto, la extensión, en mayor o menor medida, de los principios del capitalismo ha permitido el avance de la civilización.
El comercio, por siglos fue despreciado por doctrinas políticas y religiosas. Fue sólo a partir del reconocimiento de los derechos individuales, en donde se reconocía al individuo como un fin en si mismo dentro de una sociedad que, como medio, permitiría la coexistencia pacífica y voluntaria, que el comercio se reconoció, de manera lenta y progresiva, como una forma de intercambio civilizada.
En la trilogía de películas “El Padrino”, se muestra el esfuerzo (casi siempre infructuoso) que hace Michael Corleone para hacer legítimo el negocio de su familia y sacarlos de la violencia. Todo acto violento, como el atentado que sufre Vito Corleone o la muerte de Sonny Corleone, ambos ocurridos en la primera parte de la trilogía, son justificados como acciones de negocios. Lo mismo ocurre en el negocio del narcotráfico, que por ser ilegal, los carteles realizan acciones violentas para poder captar clientes o retener mercados.
En la medida que el capitalismo de laissez faire se deja funcionar, los actores de cualquier sector económico deben modificar sus comportamientos y adaptarlos dentro del proceso de intercambios voluntarios, y por sobre todo, atender las necesidades de los otros. En el libre mercado son quienes mejor atienden las necesidades del público quienes se terminarán enriqueciendo. Y cualquier forma violenta de obtener ese resultado (vía engaño, fraude o malas condiciones) será penalizada. Para poder captar clientes o retener mercados tienen que recurrir a medios civilizados, a persuadir a los consumidores de las bondades de sus productos y servicios para que estos los adquieran.
Algo distinto sucede cuando el mercado no es libre o no hay respeto a los contratos implícitos y explícitos en las transacciones entre actores. Cuando el gobierno interviene la economía, decidiendo de antemano quienes ganan, hace que las relaciones entre agentes económicas sean violentas y no voluntarias. Al establecer barreras al comercio y dejar cautivos los mercados internos para pocos empresarios, en su mayor caso ineficientes, se violenta el derecho de cada individuo a utilizar su propiedad y decidir a quien comprar (o no comprar). Lo mismo sucede al ilegalizar cualquier forma de comercio o establecer precios, los mercados negros afloran, y en esos escenarios cualquier negociación se vuelve incivilizada.
En la medida que se permita el desarrollo libre de los individuos, se incentivará el desarrollo de relaciones voluntarias y civilizadas. Y de ello depende el crecimiento económico y por ende mayores niveles de bienestar para las sociedades. Pero para lograr esto se requiere una constante batalla cultural y de ideas que diseminen los principios de la sociedad libre. A la larga, y cito a mi amigo Guillermo Rodríguez, la humanidad tendrá un futuro de libertad, o simplemente no tendrá futuro.
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