Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
¿Se puede comparar la situación de Venezuela con Cajamarca? Esta insólita comparación marca la pauta en la lógica de Rocío Silva Santisteban para denunciar un supuesto doble rasero en la derecha que "apoya las protestas en Venezuela pero se queja de los antimineros peruanos". La miopía es una de las características esenciales de la izquierda peruana. Ellos no ven la realidad tal cual sino que la "analizan" en función de su ideología, que en realidad más que ideología es un conjunto de traumas infantiles, odios clasistas y alucinaciones de justicia en medio de la más amplia confusión mental.
En Venezuela hay millones de personas protestando en las calles. Son jóvenes estudiantes, amas de casa y gente común y corriente cansada de la situación de crisis que vive su país. En Cajamarca hay una camarilla de trogloditas vinculados a una ONG, regentada por un ex cura comunista que vive agitando a los campesinos para oponerse a un proyecto minero y ganarse el pan frente a sus fuentes de financiación extranjeros. ¿Hay punto de comparación?
En Venezuela no existe democracia ni Estado de Derecho sino una descarada dictadura del castrochavismo y del PSUV, sostenido por una serie de organizaciones delincuenciales conformadas entre el lumpen de la ciudad con dinero estatal. Esta dictadura se las ha arreglado para mantenerse en el poder desde hace 15 años cambiando la constitución, controlando el órgano electoral, cerrando a los medios incómodos, hostigando a la oposición, copando el escenario político con su maquinaria implacable, comprando votos mediante el parasitismo social mantenido por el Estado y hasta amenazando abiertamente a los electores. Ante esta situación solo queda aplaudir y apoyar a los que tienen el coraje de salir a protestar colmando las calles con millones de ciudadanos verdaderamente indignados. ¿Es esto comparable con esa camarilla de vagos que vive protestando contra Conga en Cajamarca?
En el Perú hay un auténtico Estado de Derecho, aun con todos sus problemas. Los gobiernos se han alternado en limpias elecciones. Si una mina es atacada por una turba de alienados con amenazas de causar daños e incendios, como ya lo han hecho varias veces, es deber del Estado hacer cumplir la ley y defender el Estado de Derecho y la propiedad privada. Puede perfectamente hacer uso de la fuerza para rechazar a los revoltosos. Todas las objeciones planteadas contra minas Conga han sido atendidas por el gobierno, yendo aun más allá de sus obligaciones legales. Minas Conga, por su parte, ha accedido a modificar su proyecto solo por condescendencia. Pero nada conforma a los extremistas antimineros cuya razón de ser es simplemente oponerse a toda la minería en el Perú y al "modelo neoliberal extractivista primario exportador". No estamos pues para atender caprichos ideológicos ni estupideces cavernarias. Si el cura chavista Marco Arana quiere imponer su "modelo de desarrollo" socialista que primero gane las elecciones en lugar de andar armando revueltas y exponiendo a los campesinos irresponsablemente.
Así que esta comparación de la Sra. Rocío Silva Santisteban entre las protestas en Venezuela con los antimineros de Cajamarca es por demás ridícula. Parafraseando su confuso artículo podríamos decir también que la izquierda peruana, con su concentración de ONGs y su compulsiva
mendacidad, difama, miente, cambia y exagera descaradamente las cosas cuando se
trata de descalificar los liderazgos de la derecha que defienden los auténticos derechos humanos, como las libertades más elementales.
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