Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
Los momentos álgidos son los que ponen a prueba a las personas. Para el resto basta el verso, y siempre habrá una plaga de idiotas creyendo en el discurso santificado y moralista de la izquierda. En estos días en que las calles de Caracas, Valencia y otras ciudades de Venezuela se han visto colmadas por millones de personas protestando contra la crisis generada por el socialismo durante 15 años de locura, es hora de ver quién es quién y a favor de qué está.
Los gobiernos latinoamericanos, comprados por el chavismo sin decoro alguno, deudos como Ollanta Humala, cuyas campañas fueron financiadas con dinero de todos los venezolanos malversados por Hugo Chávez para armar su frente internacional de adulones, hoy se sienten impedidos de opinar ante el desastre chavista. Han sido pues comprados por un régimen corrupto, que tiene peones desde Cuba hasta Argentina.
En el plano interno, la siempre podrida izquierda peruana ha sido incapaz de deslindar con una dictadura que tiene peores signos que los que le cargan al fujimorismo de los 90. La miopía y doble moral de esta izquierda criolla, aventurera y oenegienta ha salido a flote como la miasma en una inundación. Veamos algunos de estos puntos de incoherencia descarada:
- Mientras la izquierda le carga a Fujimori el sambenito de corrupto por los videos donde Vladimiro Montesinos compra periodistas, pasa por alto la compra de gobiernos enteros por el propio Hugo Chávez malversando fondos del Estado venezolano para montar su propio imperio.
- Mientras la izquierda se llena la boca llamando gobierno corrupto al fujimorismo de los 90, santifica e idolatra al gobierno socialista chavista, considerado por el consenso mundial de diversos analistas internacionales como uno de los gobiernos más abiertamente corruptos del mundo.
- En Fujimori nunca se conocieron los lujos extravagantes que acostumbraba darse Hugo Chávez y toda la boliburguesía venezolana, frente a lo cual la izquierda nunca ha dicho nada, pero acá no se cansan de acusar a Fujimori por la educación de sus hijos en el extranjero, como signo de lujo escandaloso.
- La izquierda no cesa de llamar asesino a Alberto Fujimori por la veintena de asesinatos cometidos por el grupo Colina (alegremente achacados a Fujimori), pero llama "lider salvador" a Hugo Chávez en cuya gestión han muerto más de 200 mil venezolanos en actos de violencia, muchos de ellos cometidos por estas bandas armadas por el chavismo que se autoproclaman "defensores de la revolución" y que actúan impunemente. Solo en el 2013 Venezuela alcanzó el record mundial de 25 mil homicidios. Todo un logro del socialismo del siglo XXI ante el cual la izquierda guarda absoluto silencio. Nadie habla de genocidio, ni siquiera los cándidos "defensores de DDHH".
- La izquierda califica de dictadura al régimen fujimorista de los 90, pero llama democracia al chavismo donde el Partido Socialista Unido de Venezuela ha copado todos los poderes, controlando el Congreso a golpe de puño, el Consejo Nacional Electoral, el Ministerio Público y hasta el Tribunal Supremo de Justicia, todos a cargo de militantes del PSUV, para no hablar de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana, comprada con cargos públicos y libertad para delinquir. ¿Es eso una democracia o una dictadura? Y no olvidemos que el chavismo se mantiene en el poder desde hace 15 años.
- Y para terminar, hay que añadir la demencia que significa el rechazo de la izquierda al "modelo neoliberal" que nos ha permitido ser uno de los pocos países del mundo con crecimiento sostenido durante los últimos 15 años, mientras que en ese mismo tiempo la inmensamente rica Venezuela fue llevada a la miseria y la crisis por el modelo socialista del chavismo, pero que sin embargo es el modelo que la izquierda delirante añora y defiende.
Podríamos seguir enumerando las abiertas incoherencias en la moral y el pensamiento de la izquierda peruana pero sería en vano. A nadie sorprende descubrir que su discurso moralista y ético en defensa de los derechos humanos es solo pantalla para actuar a favor de la dictadura comunista. Toda la izquierda sueña con una dictadura que imponga el pensamiento único a la sociedad. El modelo castrista y chavista es el único modelo de la izquierda latinoamericana. Donde quiera que exista rasgos de ese modelo, sea en Argentina, Nicaragua o Ecuador, el hedor de la dictadura domina el ambiente. No hay que tener ni una sola duda para rechazar a la izquierda hipócrita y farsante.
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