martes, 17 de diciembre de 2013

La ley universitaria entre el limbo y el cliché


Escribe: Dante Bobadilla Ramírez

A decir verdad tengo pocas ganas de comentar el mamarracho de la nueva ley universitaria. Ni siquiera hace falta leerla. Basta con escuchar los argumentos de quienes la sustentan, empezando por el congresista Daniel Mora y terminando por el propio presidente Ollanta Humala. Ambos se han expresado como si fueran gemelos, dejando en evidencia que Mora cocina un encargo del gobierno, con un claro tufillo militarista y velasquista basada en el intervencionismo iluminado estatal y el afán regulador progresista. Es la pose del típico salvador que llega a hacer justicia donde solo hay abuso y a poner orden donde solo hay caos. Pero resulta que todo el escenario de caos y mediocridad que se critica en el ambiente universitario proviene en primer lugar del propio Estado.

Indigna oír a Mora criticando solo a las universidades privadas sin empezar por las públicas, que es la responsabilidad del Estado. También el Estado ingresó a la feria de creación de universidades de medio pelo a diestra y siniestra, sin cálculo de mercado. Por ejemplo, acaban de crear la Universidad Nacional de Cañete cuyos estudiantes tienen varias universidades en Chincha, a solo 20 minutos. ¿Cuál es el criterio con que se crean las universidades públicas? Ninguno. Solo la demagogia política. Pero claro que esto no merece ningún comentario crítico al general Mora, quien solo condena a las universidades privadas que se han abierto como negocio. Y como en este país hay harto progre con el chip de que no se puede lucrar con la educación, señalan esto como un pecado y van con todo al rescate del pueblo.

Como vemos, las motivaciones que llevan al general Mora no pasan de ser más que burdos prejuicios progresistas. Primero en el hecho de cuestionar la actividad privada y, segundo, en el hecho de proponer el estatismo como solución. Ambas visiones son equivocadas de plano. Y la verdad es que cualquier idiota tiene a la mano como primera solución que el Estado se haga cargo del asunto. ¿Y cómo? Pues inventando una oficina estatal que se ocupe de dar licencias. ¿Se puede pedir mayor muestra de simplismo y estupidez burocrática? Hay gente que parece haber comprado un cerebro hecho en serie en una fábrica progresista de los 70.

No se necesita pues ser un genio para proponer como gran solución una oficina pública -con el nombre que sea- dedicada a otorgar licencias de funcionamiento. Realmente no hay que ser un genio sino un perfecto imbécil para insistir en esa clase de ideas, pues se trata de "soluciones" que vienen fracasando desde hace décadas. Es por eso que cada vez que se anuncia una nueva ley tenemos que ponernos en guardia, porque al final no hacen más que darle vueltas a la misma cosa y todo termina igual o peor. Y esto ocurre porque antes de hacer una ley primero se debe cambiar de mentalidad. No se puede seguir razonando a base de los mismos viejos clichés de toda la vida y pretender cambiar las cosas.

El Estado debe ocuparse de sus universidades. Ya con eso tiene bastante. Si las universidades públicas fuesen de calidad y el Estado invirtiera para ampliar su cobertura racionalmente, sería un perfecto freno natural para la proliferación de universidades privadas. Si hay universidades privadas es porque existe mercado. Y la cuestión es atender ese mercado. Si al Estado le preocupa la calidad de la educación pues bastaría que las evalúe oficiosamente y emita un informe anual señalando cuáles son buenas, regulares y malas, para que los padres de familia y las empresas estén informados y advertidos, y puedan actuar en consecuencia. También podría exigirles como condición a admitir su título a nombre de la nación, certificaciones internacionales de calidad. Y con esto basta. No se necesita montar ningún adefesio burocrático.

El verdadero problema del país es el escenario de la educación superior. No podemos seguir en esta absurda estructura mental de creer que después del colegio hay que pasar a la universidad. Esto es lo que ha creado el mercado para el boom de las universidades privadas. No es la "ley neoliberal" que señala Mora con arrogancia progresista. Hay un problema cultural que no se está atacando en ningún momento. Más importante que una nueva ley universitaria es rediseñar todo el escenario de la educación superior, abriendo mayores opciones a los estudiantes que salen del colegio. No es posible que todo el mundo quiera entrar a una universidad. Así no es la cosa. Eso es absurdo y es insostenible. De hecho, degrada el sistema porque todas las instituciones educativas también quieren convertirse en universidades. 

Sin entender el problema de la educación superior atendiendo a la formación de opciones técnicas, artísticas, deportivas, culturales, científicas y ocupacionales, meterse en el lío de las universidades carece de sentido. Hoy las universidades se han convertido en meras escuelas ocupacionales. Ya hasta gastronomía enseñan. Y encima se les pide que investiguen. ¿Qué coño van a investigar si solo forman empleados de mando medio? El sentido de la universidad como centro de investigación científica se ha perdido en el Perú hace tiempo. Y es ridículo que se le exija investigación si antes no la regresan a su formato original de centro de ciencias.

También las universidades han contribuido al engaño cultural porque ellas mismas han estado llamando "ciencia" a cualquier burda ocupación como el periodismo. Así ha surgido toda una feria de carreras "científicas". Nombrecitos como "ciencias políticas" o "ciencia de la comunicación" han engatusado a varias generaciones que hoy ya no saben qué cosa es ciencia. Para colmo, hay universidades que hasta han decidido llamarse "científicas" y solo enseñan oficios menores como contabilidad, a la que también llaman "ciencia contable". Y ahora ya se ofrece la "ciencia de la gastronomía". Es decir, nos están engañando a todos con el cuentito de la ciencia. Y en medio de todo este engaño cientificista obviamente no hay manera de investigar nada ni tiene sentido hacerlo. Las tesis son burdas falsificaciones estandarizadas donde solo hay estadística, en el mejor de los casos.

De manera que el problema de la universidad peruana es solo una parte del gran problema de toda la educación superior, y esto no es ni por asomo lo que la comisión Mora está mirando con sus clásicas y obsoletas anteojeras progresistas. Lo que hay que reformar es toda la estructura de educación superior donde la universidad debería ocupar la cima, pero como verdadero centro de ciencias (ciencias de verdad) y para una élite calificada, y no como escuelitas de oficios menores que es lo que son ahora. Solo entonces tendría sentido exigirles investigación. Lamentablemente parece que la ley Mora saldrá al caballazo y seguiremos perdiendo el tren del futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario