Escribe: Dante Bobadilla Ramírez
El gobierno de Ollanta Humala ha demostrado cabalmente que la máscara de luchador anticorrupción que tomó prestado del impresentable Alejandro Toledo, solo sirve para hacer campañas políticas y engañar a los incautos. Este gobierno nacionalista se hunde cada día más en el fango del desprestigio a medida que las evidencias de sus viejos compromisos con la mafia van saliendo a la luz. Y gracias a que está conformado por puros incompetentes e improvisados, con cada movimiento que hacen se hunden más.
Los primeros en saltar del barco pestilente del humalismo han sido los garantes. Por lo menos el menor de ellos, el hijito del Nobel, Alvarito Vargas Llosa, ya le rescindió la póliza y ha dicho claramente que este gobierno apesta. Mientras tanto Mario Vargas Llosa aun sigue en el extranjero haciendo sus poses de patricio guardián de la democracia peruana. Pero no tardará mucho en declarar su desencanto y decir, con cara de adolescente engañada, que Ollanta lo ha decepcionado.
Al final lo único que le quedará al gobierno es su convenida alianza con Alejandro Toledo, insecto rastrero que ya es parte del basurero político peruano. Más allá de esto, el gobierno cuenta apenas con el magro apoyo mediático de cierta prensa mediocre de izquierda que vive de las migajas que el gobierno le arroja. Así las cosas el gobierno necesita desesperadamente cubrirse las espaldas. Este es el factor común que hace que el humalismo y el toledismo conformen una de las alianzas políticas más podridas y pestilentes de la historia republicana, hecha con el exclusivo propósito de cubrirse las espaldas y protegerse de la ley.
Nunca antes en el Perú hubo una alianza política elaborada en torno al exclusivo mutuo interés de librarse del acoso de la ley. Se trata de una auténtica asociación para engañar, confundir, mentir y protegerse. La alianza toledohumalista no tiene otro propósito. Recordemos que Alejandro Toledo fue quien salió a los medios a dar un mensaje a la nación en plena campaña electoral, para advertirle al país del peligro que significaba Ollanta Humala. Entonces dijo que votar por Ollanta era dar un salto al vacío, e invocó al pueblo a meditar su voto. Y luego resultó que este mamarracho humano fue el primero en ir a saludar a Ollanta tras su triunfo para colgarse de su saco y pedirle cargos. Claro que lo hizo vestido con el usado disfraz de salvador de la patria y defensor de la democracia, jurando con voz engolada que solo quería apoyar la gobernabilidad.
Nunca antes en la política peruana habíamos tenido en el poder una alianza tan burda. En su gobierno Alejandro Toledo conformó una alianza de limitados mentales con Fernando Olivera, otro personaje de baja estofa que tiene el record Guiness de ser el ministro que menos tiempo ha durado: menos de 24 horas. Pero hoy esta alianza toledohumalista va más allá de la pobreza mental de ambos para unir recorridos sinuosos y hasta delictivos. Alejandro Toledo tiene a la vista una maniobra de lavado de activos del que apenas trata de librarse gracias a un padrino de la mafia judía. Por su parte, Ollanta Humala no es ningún santo. Hasta ahora la mafia ha cubierto su figura y borrado sus huellas, pero lentamente las cosas salen a flote.
Ollanta Humala tiene una larga cola de sucesos que mágicamente han estado siendo cubiertos por la mafia. Nunca se esclareció si fue el famoso "capitán Carlos", que no solo asesinó en Madre Mía sino que le cobraba cupos a los aviones del narcotráfico. Esta investigación no prosperó porque misteriosamente desapareció su legajo entero en el Ejército. El otro proceso se truncó por la descarada compra de los testigos. A esto hay que añadirle la fanfarronada protagonizada en Locumba, que fue claramente una maniobra distractiva para cubrir la fuga de Vladimiro Montesinos. Luego de ser amnistiado por el funesto gobierno transitorio de Paniagua, Ollanta surgió en escena apoyando las locuras de su hermano en Andahuaylas con un mensaje a la nación desde Seul. No hay que olvidarlo. Pero mágicamente han ocultado sus vínculos librando a Ollanta Humala de toda culpa en el Andahuaylaso. En todos estos entuertos, la caviarada oenegienta de DDHH y los indignados progres solo han atinado a mirar al techo.
A continuación Ollanta Humala apareció dándose la gran vida y gastando como millonario. Era obvio que la plata le llegaba fácil. ¿De dónde? Las investigaciones sobre sus fondos llevaron, por un lado, a Venezuela, donde apareció una empresa fantasma que le pagaba grandes sumas a Nadine por asesorías. Para nadie es un secreto el apoyo de Hugo Chávez a este cachaquito de dos por medio en la campaña del 2006. Para entonces Ollanta se agenció un vientre de alquiler y postuló a la presidencia logrando meterse en la segunda vuelta. Cosas que solo ocurren en un país sin institucionalidad ni cultura y con leyes cojudas como el Perú. Ollanta no ganó la presidencia entonces pero nos introdujo al Congreso la recua de ignorantes e iletrados más grande jamás vista en la historia.
Lo demás ya se sabe. Vino la campaña del 2011 en la que Mario Vargas Llosa jugó un papel penoso apoyando al fantoche de Ollanta Humala solo para perjudicar la candidatura de Keiko. Una muestra de bajeza moral que sin embargo fue nuevamente disfrazada para los tontos como defensa de la democracia y lucha contra la corrupción. Ahora MVLL sabe muy bien que terminó apoyando tan solo a la nueva corrupción del siglo XXI.
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