Por: Iván Slocovich Pardo
Ha sido muy lamentable escuchar al presidente Ollanta Humala atribuyendo a simples actos de corrupción policial la asignación de custodia a las casas del sentenciado por la justicia Óscar López Meneses, pues habría que recordarle al país que dicha institución, desde octubre del 2011, cuenta con un alto mando a la medida del régimen, tras la purga de 31 generales que en estricto orden de antigüedad, es decir, sin tener en cuenta méritos ni deméritos, fueron enviados a su casa sin mayores explicaciones como parte de una "reingeniería".
Apenas asumió el poder, el presidente Humala, en una ceremonia en Palacio de Gobierno, tuvo una actitud un tanto pintoresca, pues públicamente ordenó a su entonces ministro del Interior, Óscar Valdés, que revise los antecedentes de todos los generales de la Policía, para lo cual le dio un plazo de 60 días. Llegó octubre y botaron a los 31 primeros del escalafón para que se quede el exdirector de la PNP Raúl Salazar, el mismo de Las Brujas de Cachiche y hoy implicado en la irregular custodia a López Meneses, a quien ha calificado de "basura".
Bueno pues, tenemos que la "reingeniería" de Humala y su ministro Valdés nos ha dado a algunos generales como los que hoy el propio jefe de Estado dice que daría de baja en el acto por medida disciplinaria ante sus nexos con López Meneses, así que mal hace el jefe de Estado en culpar a la Policía y lavarse las manos por lo sucedido, pues lo bueno y lo malo que hoy pueda ofrecer el alto mando de la institución, es producto de medidas como las que adoptó este régimen por razones que en su momento tendrá que explicar.
Y en este contexto, habría que preguntarse también si parte de la responsabilidad por la violencia que vivimos en las calles es por el mal manejo que viene teniendo la Policía Nacional en los últimos años, donde vemos mafias y malos elementos por todos lados, y donde la improvisación y las malas artes campean al tener, por ejemplo, resguardo policial en una casa sin que existan los documentos respectivos y donde vemos a generales hablando por teléfonos aparentemente con personas que no son las que afirman ser.
Mal hace el jefe de Estado en culpar a la Policía por la situación que ha salido a la luz, pues es el propio Humala quien ha puesto a la institución como está por motivos nada claros. Sería bueno que el presidente Humala no saque cuerpo ante las irregularidades descubiertas y asuma su responsabilidad por lo hecho a inicios de su administración, lo que ha dado pie, además, a que el hampa en todas sus formas siga actuando impunemente en perjuicio de millones de peruanos que creyeron ver en el nacionalismo la solución a este problema.
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